Cuando el viernes 2 de octubre de 2009 la ciudad de Río de Janeiro fue elegida como sede de los Juegos Olímpicos 2016, los cariocas nunca se imaginaron que siete años más tarde, el panorama luciría tan sombrío a 100 días de la ceremonia de apertura de su justa.
La crisis económica y política por la que atraviesan los sudamericanos, aunada al brote del virus del Zika y el retraso en la entrega de las instalaciones, han mermado el espíritu olímpico los últimos meses creando un clima de incertidumbre tanto para los anfitriones como para aquellos que ya alistan sus maletas para competir.
El principal problema que enfrenta Brasil es, además del significativo recorte de presupuesto para la organización, el juicio político contra su presidenta Dilma Rousseff, quien podría no asistir a la ceremonia de inauguración el próximo 5 de agosto en el estadio Maracaná. La mandataria ya estuvo ausente en la ceremonia de encendido de la antorcha olímpica. Su lugar, en caso de estar inhabilitada por 180 días, podría ser ocupado por el vicepresidente Michel Temer.
Las contaminadas aguas de la Bahía de Guanabara —donde se llevarán a cabo pruebas de vela— y de la Laguna Freitas —sede de remo— también representan un dolor de cabeza para los organizadores, quienes han prometido limpiarlas al menos dos veces por semana.
“La primera vez que competí ahí me dio la infección estomacal más fea de mi vida. Espero que las autoridades se encarguen de limpiar el agua para que ninguno de los atletas tenga problemas de virus o enfermedades graves durante los Juegos”, comentó la velerista Demita Vega, quien tuvo la oportunidad de competir en Río en el Torneo Preolímpico de su disciplina.
Los cariocas son, además, el epicentro de una epidemia de zika, el virus transmitido por mosquitos que causa defectos de nacimiento. Las autoridades sanitarias aseguran que los atletas no están en riesgo y que se han tomado las medidas necesarias para evitar cualquier problema. Aun así, algunos deportistas han preferido cancelar su viaje. En el caso de la delegación mexicana, esta viajará con un par de epidemiólogos de la Secretaría de Salud quienes tendrán la función de informar y resolver cualquier duda de los seleccionados tricolores.
“No se puede decir que es un problema grave si se tienen las precauciones necesarias como usar repelente y ropa que cubra el cuerpo. No hay mayor peligro”, aseguró Cuitláhuac Ruiz, jefe de epidemiología de la Secretaría de Salud.
La venta de entradas no es la esperada. A 100 días del inicio de la justa aún quedan disponibles el 40 por ciento de los boletos.
Brasil tienen 100 días para mostrar si fue una decisión acertada ser electos para albergar la justa.