Si se trata de una novela de televisión, éste ha sido su mejor desenlace. Con el 0-2 global a favor de La Máquina, un hombre menos en la cancha desde el minuto 13 y apenas un minutito de tiempo real por jugarse, el América resurge cual Ave Fénix... para encender a un Estadio Azteca que ya estaba resignado con la coronación del Cruz Azul, pero que tenía reservada la mejor parte para sus Águilas: el título de Clausura 2013.
Aquivaldo Mosquera acorta la distancia y, en el último suspiro del tiempo de compensación, Moisés Muñoz remata en el área rival... el balón es desviado por el celeste Alejandro Castro y el empate global convierte en locura a las 100 mil gargantas que deliran en la mágica Santa Úrsula.
El éxito final llega a través de los penaltis... y con Miguel Layún como héroe, cómplice con Muñoz, quien ataja el primer tiro cementero.
Las emociones se multiplican y la llovizna que no cesa, en este domingo interminable, pleno de futbol, el cual se aferra a continuar, hasta que no hay gargantas capaces de gritar más en favor de un América que ha revivido y ha impregnado las gradas de locura y pasión.
Arropado atrás hasta con tres contenciones, léase los Castro, Alejandro e Israel, además del veterano Gerardo Torrado, Cruz Azul parece renunciar a cualquier circunstancia ofensiva, y peor aún cuando deja en el banquillo a Javier Orozco.
Con el encuentro aún muy joven, Pablo Barrera es catapultado por Christian Giménez y Jesús Molina, desesperado, le comete falta afuera del área, cuando Jesús representaba al último hombre de la resistencia azulcrema. Eso hace que el árbitro Paul Delgadillo no dude en señalar la falta y la expulsión contra el contención.
Bajo ese dramático escenario, con un hombre menos, el 10 de Coapa se descompone, gracias a una mala salida de Diego Reyes, y al minuto 21 Teófilo Gutiérrez, disparado por un trazo de Barrera, escapa solo y su alma para llegar hasta el área y cruzar con potencia, el 0-1 para los Cementeros y el alarido en la parte alta de la tribuna azul, minoría anoche en el inmueble capitalino.
El ajuste de Miguel Herrera es “sacrificar” a Diego Reyes —quien así se despide del futbol mexicano, para irse al Porto de Portugal— e incluir a Miguel Layún, hecho que le incrementa velocidad por el carril derecho a favor del equipo amarillo.
Pese a tener un hombre menos, el América propone y acorrala a su oponente, al grado de generar más aproximaciones. Una de ellas, al 37’, cuando El Maza Rodríguez desvía con la cabeza, en un tiro de esquina, y el balón se pasea, sin que nadie logre empujar el esférico a las redes celestes.
En el complemento, la misma historia. Así lo demuestran las Águilas, al 48’. Esta vez, Rubens saca centro por el carril izquierdo y Christian Benítez cabecea a plenitud dentro del área, aunque sin puntería, deja ir otra opción de gol para los americanistas. Más adelante, el ensayo de Layún, sólo sirve para el lucimiento de Corona, quien bajo los tres postes se mantiene intratable.
De pronto, la tribuna se anima al máximo. Otro contragolpe cruzazulino, al 58’, orquestado por El Chaco Giménez, deja de frente al marco a Pablo Barrera, pero el disparo de éste es contenido por Moi Muñoz, para mantener aún con vida al plantel amarillo. Y la maniobra se repite al 62’. Una vez más Barrera escapa con una facilidad desesperante, sólo que su balazo cruzado es desviado en forma espectacular por los guantes de Moi.
El Hobbit Bermúdez ingresa, en uno de los últimos intentos de Miguel Herrera por levantar el vuelo y... lo consigue... En la agonía, al minuto 89’, un cabezazo de Aquivaldo Mosquera, precedido de una falta, revive a las Águilas.
Y en último suspiro, en el cobro de un córner, Moisés Muñoz, agregado al ataque, cabecea, el balón es desviado por Alejandro Castro y el balón vence nuevamente a Corona... Sí, del plato a la boca... el América gana al minuto 93, 2-1 y traslada a tiempos extras la interminable noche.
En los tiempos extras, el América es aún mejor. Domina a los 11 Cementeros a placer y en un disparo de Chucho Benítez, Corona da un manotazo increíble para mantener vivo a un Cruz Azul que veía renacer sus más recalcitrantes fantasmas.
Sin piernas, después de una genuina gran final, las Águilas se arrodillan en la mitad del campo, cargadas de fe de título, sobre una Máquina que sólo está ahí, confundida, sin aliento y con todo el ambiente en contra.
“¡Vamos, vamos América, esta noche, tenemos que ganar!”, cantan los americanistas, hasta que comienza la serie de penaltis.
El Chuletita Orozco falla el primero, delante de Moi Muñoz. Alejandro Castro, el del autogol, resbala y la vuelta. Rogelio Chávez y Gerardo Flores son los únicos celestes en meterla. Por el América nadie falla: Raúl Jiménez, Chucho Benítez, Osvaldito Martínez y Miguel Layún patea el último penalti, el de la corona, para que las Águilas por fin igualen en títulos al Guadalajara, su acérrimo rival.

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