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El corazón del Parque del Seguro Social, aún late en un recinto con alta carga de beisbol. El home plate que tanto éxtasis y amargura provocó entre los aficionados de Tigres y Diablos Rojos, no desapareció como casi la totalidad del antiguo parque de pelota de la capital.
El culpable de que rescatar lo que para muchos sólo era un pedazo de piedra, un elemento más del cascajo a tirar, es Alfonso Huerta Romo, fiel seguidor de la novena felina y coleccionista de artículos deportivos que días después de que derrumbaran la casa de sus amados Tigres en el 2000, fue a caminar en medio de la maquinaria pesada que trabajaba en el lugar. Polvo y lodo acompañaron su aventura, lo que antes era un escenario de gloria ahora sólo eran escombros y entre ellos había que escarvar para encontrar algún recuerdo para llevar a casa y aliviar la nostalgia de un doloroso adiós.
Con la punta del pie y casi sin querer se percató que en la loma del diamante todavía la placa de pitcher se mantenía. “El destino me lo tenía preparado” comentó Alfonso Huerta. Y es que cuando sintió el pitcher plate llamó a un trabajador para que le ayudara a desenterrar lo que ahora es una reliquia del beisbol. “El trabajador me dijo que ya muchos habían ido a tratar de retirar la placa, pero que no pudieron porque estaba bastante enterrado. Afortunadamente en esos días llovió bastante y sólo con introducir una varilla la placa salió. Fue el destino”, recuerda Huerta. Con la placa del pitcher ya en su poder, el señor Alfonso regresó al antiguo campo y meroreando por las bodegas vio arrumbado el home plate.
“Estaba recargado sobre un pared, pero la parte de tierra era la que se veía, entonces tranquilamente se hubiera ido en el camión de cascajo y gran parte de la historia del parque se hubiera perdido, como pasó con otros objetos” detalla el coleccionista.
Si bien el último home del Parque del Seguro Social está resguardado en el Salón de la Fama del Beisbol Profesional en México, Alfonso Huerta explica que ese fue con el que se jugó durante los últimos dos meses de la temporada del 2000 por lo que el plato que él posee es de por lo menos las últimas cinco o siete campañas y que lo que lo comprueba es la gruesa capa de tierra que tiene adherida en su parte inferior.
Dentro de su colección de beisbol se encuentran un trío de butacas del Parque del Seguro Social. Pero como conocedor del valor de la memorabilia no preserva cualquier asiento. Huerta Romo primero escogió un par pertenecientes al palco de la directiva de los Tigres. En ellas Alejo Peralta, dueño del equipo y su compadre Mario Moreno Cantinflasse sentaban para disfrutar de los encuentros.
Con un amor incondicional a los Tigres, Alfonso Huerta ha coleccionado más de 120 pelotas de beisbol firmadas por los más grandes peloteros del beisbol nacional y de las Grandes Ligas. En 1979 nació su pasión con una bola que aún mantiene entre sus pertenencias más queridas y que tiene los autógrafos de Obed Plascencia, Carlos Rivera, Martín Terrazas entre otros peloteros que dieron brillo a los Tigres de México.