Después de varios meses desde que se anunció, la mexicana Lorena Ochoa ya tiene su puesto entre los históricos del golf.
Orgullosa, con el saco del Salón de la Fama, la tapatía reconoció la responsabilidad que representa ser la primera mujer latinoamericana en formar parte de ese prestigioso grupo.
“Mi trofeo es para todos los mexicanos y todos los latinos alrededor del mundo”, dijo la ex número uno del mundo.
Ochoa no pudo disimular su emoción. Durante su discurso soltaba pequeñas risas nerviosas y agradeció a quienes formaron parte de su carrera, desde sus inicios como amateur hasta la actualidad.
“Muchos en México culpan a mi esposo [Andrés Conesa] de mi retiro, pero no fue así. Tomé la mejor decisión posible y estoy muy feliz con mis tres hijos”, bromeó la tapatía al recordar su repentino retiro en 2010, cuando llevaba tres años como la mejor golfista en el ranking de la LPGA.
Con sólo siete temporadas en el máximo circuito y 27 títulos en sus vitrinas, Lorena decidió formar una familia.
Una nostálgica Ochoa aceptó que extraña el sentimiento de alzar una copa en un domingo por la tarde y que tiene grandes recuerdos de sus mejores momentos sobre los campos.
Durante la ceremonia, no olvidó dedicar unas palabras a la sueca Annika Sorenstam, su ídolo y gran rival durante su carrera. “La primera vez que jugué contra ella, no podía creerlo, hasta le escribí una carta. No pude dormir en toda la noche”.
La sueca ingresó al Salón de la Fama en 2003.
La tapatía hizo todo el discurso en inglés, hasta el final que dedicó unas palabras en español a sus padres, Julia y Pedro, quienes siempre la apoyaron en su carrera.