Cuando Julián López “El Juli” vio a su segundo ejemplar de la noche, Pato, una sonrisa se le dibujó en el rostro.
El matador madrileño supo que podía cuajar una gran faena. Con enorme categoría supo llevar al astado hacia donde él quería. Los pases con la muleta fueron extraordinarios, pegados al toro, de ida y vuelta que el respetable celebró con sonoros olés.
Arte y temple en su toreo, con gran clase, el diestro ibérico se echó a los presentes a la bolsa gracias a una estocada perfecta que enmarcó la entrega de dos orejas y aunque el público pedía el rabo, el juez de plaza no lo concedió, aunque sí anunció el arrastre lento.
Qué manera de iniciar su temporada en los ruedos nacionales del madrileño en su campaña de celebración de 15 años de alternativa.
Dos orejas que se sumaron a otra que obtuvo con su primer ejemplar de Jaral de Peñas, Perdigón, en una noche que generó un lleno en los tendidos por presenciar al mejor torero del mundo.
“El Juli” conectó de inmediato con su público, aquel que supo esperar luego de varias cancelaciones en Provincia Juriquilla por accidentes y cornadas que sufrió el español, y por las que decidió comenzar una larga temporada en México.
Con su tercero de la noche, Julián entró al ruedo a reafirmar su supremacía. Imperioso, de 498 kilos, fue el más complicado de su lote y salió con las manos vacías tras fallar la estocada.
Pero la gloria ya se la había ganado. La salida a hombros por la puerta de la plaza queretana encumbró su gran noche, en el mano a mano que no defraudó a los presentes que salieron contentos por la gran entrega de los toreros en el ruedo.
Diego Silveti tuvo mayores complicaciones con sus rivales. El primero, alcanzó a darle una voltereta en una embestida cuando el guanajuatense cuajaba una buena faena con la muleta. Se levantó y luego de la revisión por los subalternos, siguió enfrentando con mayor intensidad a Dominó, y a pesar de que emocionó a los presentes al encarar en varias ocasiones al toro de frente, no logró matar en su primer intento con el acero.
Perdió el trofeo pero no la admiración de los aficionados, pues Silveti es consentido de los queretanos.
Pasiego fue su segundo rival de la noche. La entrega de Diego siempre se agradece, aunque no le alcanzó.
Logró grandes pases con el capote y la muleta, fue conectando con el público poco a poco, aunque perdió de nueva cuenta el apéndice por fallar con la espada.
Su tercer ejemplar, el sexto y último de la tanda de Jaral de Peñas, llevó por nombre Lancero, el mejor para Silveti, luego de salir de toriles y golpearse fuertemente contra el burladero.
El grito en los tendidos fue para que fuera devuelto tras el severo golpe del animal, pero el diestro guanajuatense fue convenciendo poco a poco a los aficionados con una valiente y entregada faena, al arrimarse al astado en varias ocasiones, lo que generó ovaciones entre los presentes.
La estocada fue entera, hasta la empuñadura y le valió el corte de una oreja que otorgó el juez en medio de rechiflas, pues para el respetable, la faena mereció dos orejas, y esto se reflejó en la molestia del torero mexicano que lanzó el trofeo al ruedo con desdén.