PACHUCA.— Nada para nadie. Cruz Azul no pudo abrir el ostión tuzo, gracias a su última gran figura: Óscar Pérez.

Un tal Señor Conejo.

Sí, El Conejo, aquel chaparrito en quien Enrique Meza, ahora técnico de Pachuca, confió hace 20 años, le aguó la oportunidad a La Máquina de acercarse más a la Liguilla.

Empate a cero goles que no le sirve de mucho a los dos. Pachuca se despide cada vez más de la Liguilla, en tanto que Cruz Azul no pudo meter por lo menos un pie y quizá los dos, en la “Fiesta Grande”.

Por culpa de un tal Señor Conejo.

Fue un primer tiempo en donde Cruz Azul quiso, pero no pudo, y Pachuca no pudo ni quiso.

La Máquina, conocedora de que a Enrique Meza le encanta que sus equipos salgan con pelota al pie, fue a morder el campo rival, para propiciar el error. Pachuca intentó aprovechar el ataque cementero para abrir espacios.

Pero ni uno ni otro equipo vio coronado su plan.

Si hay que hablar de peligro, se puede mencionar dos ataques cementeros por la izquierda. A pase de Emana, primero Chaco, después Pavone, quienes entregaron la pelota a las manos de Pérez.

Guillermo Allison ni siquiera apareció. El novato portero de La Máquina tuvo “vacaciones pagadas” en los primeros 45 minutos.

Mucha lucha por tener la pelota. Cuando Cruz Azul lo consiguió, buscó a Emana para generar peligro, lo que poco pudo hacer el camerunés. Pachuca apenas llegó al área rival. Ludueña ni siquiera alzó la mano y Othoniel Arce ni siquiera tiró a portería.

En tanto que Gerardo Torrado se peleaba con todo el medio campo tuzo, que buscaba de mala fe las piernas del capitán cementero.

El segundo tiempo fue mejor para ambas partes. Quizá porque los tenedores de la pelota salieron: Emana y Ludueña y se prefirió a los velocistas por los extremos, como Joao Rojas y Rodolfo Pizarro.

Cruz Azul, otra vez, sacó mejor partido. Abrió el juego. Chaco salió de su escondite por la banda y hasta Mauro Formica dio un poco de lo que él se espera.

Pero el que le puso otro sabor al juego fue Rojas, el ecuatoriano, que regresó de una lesión, fue un demonio por la banda derecha. Bailó, zapateó e hizo que Óscar Pérez volara para evitar su remate.

Pachuca hizo un poco más que en el primer tiempo. Por lo menos con Pizarro y Esqueda se atrevieron a pisar el área rival, sin hacer que Allison se empleara a fondo.

Los últimos minutos fueron de un total acoso cementero. Ahí, la figura del chaparrito emergió. Como hace 20 años, cuando Enrique Meza lo vio entrenar en La Noria y le fascinó, así Oscar Pérez lo volvió a fascinar. El Conejo voló de poste a poste. El Conejo cortó todo tipo de centro. El Conejo rechazó cada tiro que se le envió. El Conejo cortó todo balón filtrado. Hasta los azules que fueron a llenar el estadio Hidalgo, le brindaron un aplauso.

Todavía la tragedia rondó a La Máquina, cuando no, ya que en una meleé Esqueda reventó un balón al poste cementero.

Pero sólo quedó en susto.

La historia del que quiso, pero no pudo, contra el que ni siquiera lo intentó. Pachuca en plena restructuración ganó más tiempo, y llega a 16 puntos, en tanto que Cruz Azul acumula 25, pero perdió una gran oportunidad de amarrar la fase final, que se tendrá que jugar la próxima semana ante Morelia.

Por culpa de un tal señor Conejo.

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