Cuando jugaba para Cachorros Neza, en la Segunda División, Miguel Herrera era todo un demonio futbolísticamente hablando. Así lo recuerda Gabriel Hernández Zamudio, quien hoy dirige una escuela de futbol precisamente con el nombre de aquél legendario equipo de Ciudad Nezahualcóyotl.
“Él era goleador, era muy rápido y nunca lo podíamos marcar”, pondera el entrevistado. “Desde media cancha corría hasta el pico del tiro de esquina y se metía por toda la raya y daba pases para gol, era muy rápido y muy bueno como jugador...”, añade.
Primero, en el llano, “él jugaba en un equipo que se llamaba América JV; de ahí lo vio un directivo de la escuela del equipo de Cachorros Neza y lo llevó al equipo de la Segunda A”, relata.
“Él estuvo en la temporada 1984-85 y jugábamos en el Deportivo Metropolitano, incluso todavía sigue el estadio ahí, seguimos nosotros con la escuela de futbol, formando gente”, explica.
Ya entonces se le conocía como Piojo: “Cuando estábamos en el llano, en el deportivo Lázaro Cárdenas, él jugaba con el América JV y al llegar aquí, a Cachorros, en el futbol profesional empiezan los apodos y desde entonces lo conocíamos así, porque era muy güero, era El Piojo Blanco y como acá éramos puros morenos, le decíamos así para vacilarlo”.
Posteriormente, cuando pasó a Coyotes de Primera División “le adjudicaron un nuevo apodo, El Pulques, pero no prosperó, porque no se oía muy bien”, dice risueño.
“Pero siempre fue muy rápido y hábil, esa fue su característica. Era muy rápido y aferrado. Después subió de peso, se veía más gordito, a lo mejor por eso le llamaron El Pulques”, especula Hernández Zamudio.
“Sí, realmente él era muy sencillo, es de extracción humilde y sí, muy amable y vacilador. Como en el futbol todos tenemos que llevarnos. Hay mil apodos, mil bromas que tenemos que aguantar entre todos. Es una persona abierta y siempre fue llevado y muy bromista”, añade.
El profesor Zamudio, como se le conoce en Neza, espera que algún día El Piojo regrese al barrio y los salude, para recordar viejos tiempos: “Ojalá algún día venga por acá, con nosotros otra vez, a Cachorros Neza, que fue donde inició, que viniera a saludarnos”.
Admirado, valora al Piojo porque empezó muy abajo. De niño llegó a ser “balonero o recoge balones”. Hoy es técnico nacional: “Es un orgullo haber jugado con él, que fue compañero de futbol, del profesionalismo y ahora está triunfando. Da gusto saber que fue compañero de uno”.