PUEBLA.— Antonio Briseño y Hedgardo Marín no lo dudaron ni un instante. Los defensas centrales mexicanos corrieron a abrazarse con el meta Richard Sánchez, mientras más de 70 mil ojos se postraban sobre Marco Bueno, autor del gol (41’) que garantizó la victoria del Tricolor ante Jamaica (4-0) y el boleto al Mundial Sub-20 Turquía 2013.
El Niño Torres mexicano otorgó tranquilidad a Sergio Almaguer con aquel seco cabezazo a servicio de Francisco Flores, pero el arquero californiano fue quien sacó adelante a la Selección Nacional durante los minutos de confusión que experimentó en el estadio Cuauhtémoc.
La tempranera anotación de Armando Zamorano (11’) no sirvió para que el local dominara sus nervios e impusiera condiciones. Apretados por más de 35 mil aficionados, los Reggae Boyz pudieron construir dos arribos serios al marco defendido por Sánchez, cuya seguridad fue clave para no sucumbir en la batalla de los sentimientos.
Es por eso que sus socios en la zaga le rindieron pleitesía, al tiempo que miles de gargantas terminaban de explotar por el gol del alivio, ese que fulminó el intento de sublevación caribeña. Al igual que con aquel histórico combinado Sub-17 de Raúl Gutiérrez, Richard marcó diferencia.
Los chicos tricolores sobrevivieron al oscuro trance, por más que el adversario llegó a arrinconarlos con base en trazos largos y potencia física.
Meta cumplida. Por primera vez desde Malasia 1997 y Nigeria 1999, México clasificó a dos mundiales Sub-20 consecutivos. Hace dos años, en Colombia, los entonces dirigidos por Juan Carlos Chávez alcanzaron el último sitio del podio.
Ironías del futbol, Almaguer volverá a esa enigmática tierra en la que hace una década probó suerte, en el Galatasaray. Esta vez será como entrenador de unos chicos habituados a bañarse de gloria, a los que cada reto les motiva.
Nueva demostración de esos Niños Héroes que aumentan considerablemente el poder de un equipo que terminó por imponer su musculatura. Flores, otros de los monarcas mundiales hace año y medio, transformó el resultado en goleada con aquella mágica ejecución de tiro libre (67’).
Jesús Escoboza cerró la fiesta con otro zapatazo de larga distancia (74’), recurso altamente valioso en la gama de opciones ofensivas diseñadas por el entrenador nacional.