Fue una osadía temeraria. Emilio Azcárraga Milmo “no sabía en la que se metía”, cuando se le ocurrió construir el Estadio Azteca, la catedral del futbol mexicano que mañana cumple 50 años de haber sido inaugurado. Una construcción eterna, indestructible, pero que tiene el reto de adaptarse a las exigencias del Siglo XXI, según sus creadores.

“Va a tener siglos y siglos de vida”, anuncia Luis Martínez del Campo residente de la obra comandada por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez . “En su aspecto operativo, será el que los administrativos decidan. En su edificación, siglos, o sea, es una estructura que estará de pie.

“No tiene límite de tiempo. Ahí está el Coliseo Romano, que tiene 20 siglos y no tenía los sistemas constructivos actuales”, compara. “Esto es de concreto armado, es una superestructura. Si no hay un bombardeo o demolición premeditada es un estadio inacabable, se necesitan miles de años para que se acabe una estructura así”.

El ‘Coloso de Santa Úrsula’ enfrenta un proceso de remodelación para satisfacer las necesidades actuales del espectador futbolero y de la NFL, que volverá con un partido de temporada regular en noviembre, luego de 11 años de ausencia.

Se reemplazarán las clásicas butacas con suites ejecutivas, palcos plus, con capacidad para cuatro u ocho personas, adaptadas con salas VIP. Los baños y los vestidores también serán remozados. Con las modificaciones el aforo quedará en 87 mil asistentes.

Las adecuaciones para los medios de comunicación nacionales e internacionales con conectividad a internet estable es otro de los retos que enfrenta la administración el emblemático inmueble de Tlalpan.

Javier Ramírez Campuzano, hijo de Ramírez Vázquez, señala que el recinto que ha albergado dos Copas del Mundo (1970 y 1986) requiere modificaciones para modernizarse, aunque advierte que no debe perder su esencia, como el Maracaná.

“Ya no metes 100 mil personas al Azteca, quizá cuando juega la Selección. Los cines antes eran enormes y ahora son pequeños, eso es lo que se busca en los estadios: áreas de servicios, comodidad, opciones de entretenimiento y para la empresa operadora del estadio, opciones de ingreso”, recomienda.

“El señor Emilio Azcárraga [Jean]me comentó que quiere conservar la imagen, la personalidad del Azteca, porque ve que el Maracaná ya perdió personalidad y no quiere que el Azteca lo haga”, aplaude. “Comentarios que nos sorprendieron gratamente por lo que representa el Azteca como una tradición emblemática, porque si lo cambias, no vas a acabar nunca”.

Arte, maltratado. En la explanada del Estadio Azteca se encuentra el Sol Rojo de Alexander Calder. Sin embargo, el ambulantaje y la falta de cuidados han ocasionado que esta obra de arte esté maltratada, por lo que Javier Ramírez Campuzano llama a las autoridades del Estadio a recuperar su dignidad.

“Es el Calder más grande, la única de sus esculturas que está soldada. Se ha contaminado por el mal uso que se le da, se ponen carpas, ferias, pero no se dota de sanitarios y hay partes en las orillas que la gente hace lo que debe hacer y te imaginarás los olores”, lamenta.

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