Un Paris Saint-Germain muy efectivo, que no necesitó brillar para ser contundente, derrotó 3-0 al Bayern Munich en el Parque de los Príncipes, en medio del morbo por observar la convivencia entre Neymar y Edison Cavani, después de su polémica.

Si alguien pedía un golpe de autoridad al equipo francés, el partido de ayer lo fue. El PSG no parece ser sólo un plantel esculpido con la chequera de sus dueños qataríes, sino también un conjunto inteligente y sólido, consistente frente a rivales de peso.

Las tensiones de Neymar y Cavani no entraron al campo. Al contrario: los sudamericanos fluyeron con soltura, ahora potenciados por un Mbappé desequilibrante, quien fue un permanente dolor de cabeza para la zaga alemana.

Fluidez, soltura, potencia: así operó el PSG en una noche redonda, que comenzó a tomar forma muy temprano, cuando Neymar se abrió camino de izquierda a derecha y sirvió para Dani Alves, su amigo, quien entraba libre por el otro lado. Pese al achique desesperado de Sven Ulreich, el lateral abrió el marcador (2’) y dejó muy pronto al PSG, además, en una situación que disfruta: tener espacios para contragolpear.

Al Bayern, que llegaba tras ceder un empate como local en la Bundesliga, no le interesaba especular, pero no era contundente.

Mas el PSG esperaba, se sostenía en silencio para golpear. Ante un rival que dominaba, pero no concretaba, el conjunto de Emery defendía con orden y amenazaba con transiciones rápidas. Así, Cavani estuvo a punto de marcar tras pase de Neymar. La siguiente fue gol. Si Lewandowski no anotó en el otro arco, un desmarque vertiginoso de Mbappé le permitió entrar al área y servir al uruguayo, quien al minuto 31, venció a Ulreich con un remate limpio, quirúrgico.

El PSG golpeaba y, de repente, cuando apenas iba poco más de media hora, parecía liquidar a su rival, que siguió atacando con paciencia, aunque cada vez con menos fuerza, desconcertado por la efectividad del local.

El segundo tiempo, al menos de arranque, mantuvo la misma tónica, con un Bayern impetuoso, pero siempre a las puertas del gol y un cuadro francés que, de su lado, nunca perdonó. Un regate de Mbappé terminó en el gol de Neymar, al 63’, y fin de la historia.

Ya muy golpeado, el Bayern resignó su suerte a ataques descompuestos, sin orden, controlados fácilmente por un PSG que presentó nuevas credenciales en su pretensión de reinar, por fin, en Europa.

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