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NUEVA YORK.— Está acostumbrado a no llamar la atención, a ser considerado un jugador “como los demás”, de “bajo perfil”, dirían algunos. Russell Wilson aprovechó que lo prejuzgaran como tal y resultó una revelación en la NFL.
En tan sólo su segundo año como profesional, Wilson podría convertirse en el segundo quarterback afroamericano de la historia que gana un Super Bowl, luego de que lo consiguiera Doug Williams, de los Pieles Rojas de Washington, al vencer 42-10 a los Broncos de Denver en el Super Bowl XXII (1987).
Después de Williams, solamente otros dos pasadores afroamericanos tuvieron la posibilidad de contender por el trofeo Vince Lombardi: Steve McNair con los Titanes de Tennessee, en el Super Bowl XXXIV (1999), que perdió 23-13 ante los Carneros de San Luis, y Donovan McNabb, de las Águilas de Filadelfia, en el Super Bowl XXXIX (2004), donde cayó 24-21 ante los Patriotas de Nueva Inglaterra. El año pasado, Colin Kaepernick, de los 49ers de San Francisco también disputó el “Súper Domingo”, pero no es totalmente afroamericano.
Wilson fue nombrado Novato del Año en 2012, año en el que igualó la marca de más de anotación para un novato (26) y el ranking más alto en la historia para un quarterback de primer año (100.0) y registra la mayor cantidad de partidos ganados para un pasador (24) en sus primeros dos años de carrera.
“Estoy convencido, sin dudas, de que Wilson ha llamado mucho la atención, porque él le ha abierto las puertas e hizo que los jugadores con sus condiciones físicas —no muy alto [1.80 metros]— se quitaran el estigma y se abrieran las puertas. Es emocionante verlo jugar, porque es un extraordinario atleta”, opinó el entrenador de los Halcones Marinos, Pete Carroll.
Russell tuvo récord de 13-3 esta temporada, completó 257 pases de 407 intentados para 3,357 yardas y 26 touchdowns con tan sólo nueve intercepciones. Además sumó 539 yardas por carrera y una anotación. Este año consiguió su segunda nominación al Pro Bowl de manera consecutiva.
El domingo, Russell espera responder a las expectativas de Carroll y seguir los pasos de Doug Williams para convertirse en el segundo quarterback afroamericano que gana el Super Bowl, pero no estará solo, contará con el apoyo del corredor Marshawn Lynch, el sexto mejor de la NFL (1,257 yardas) y de su defensiva, la número uno de la Liga (cedió 273.6 yardas por partido).
Por si fuera poco, hasta el momento tiene un récord positivo en la postemporada (3-1), su única derrota fue la temporada pasada frente a los Halcones de Atlanta en el Juego Divisional de la Conferencia Nacional (NFC).
Así es Wilson, un jugador que sin hacer aspavientos, ni provocar ser el centro de atención, trabaja arduamente, quiere ser el mejor, y el domingo estará ante la posibilidad de levantar el título de la NFL en su segundo año como profesional, una corona con la que podría comenzar a trazar su camino como leyenda de la NFL.