El América había pensado, ingenuamente, que estaba para pelearle a Rayados de tú a tú. Ilusión que quedó despedazada con la caída 2-0 ante el Monterrey (33 puntos), sólido líder del torneo y candidato máximo a ser campeón. Los norteños se han adueñado del Apertura 2017.

El cuadro águila (26 puntos) carece de pegada, es vulnerable en su zaga y padece para tener equilibrio, cuando tuvo enfrente a uno rival de su calibre o, quizá, más poderoso en cuanto a su nómina. Aún sigue pospuesta su clasificación matemática a la fase final.

Descenso a su realidad, ante los manotazos desesperados de Miguel Herrera desde su área técnica. La supuesta fuerza americanista quedó maltrecha en el majestuoso estadio regio. Los amarillos quedaron reducidos a su mínima expresión ante el vértigo de Rayados, que desbarató el orden que buscaba imponer Herrera. “Será un partido de parámetro de cara a la Liguilla”, había anunciado El Piojo un día antes del duelo. Medir poder con Monterrey desnudó al cuadro de Coapa. Tras un arranque de destellos, Oribe Peralta pudo anotar con un tiro cruzado a los 10 minutos. La mano de Hugo González desvió y permitió que su equipo comenzara a ejercer su tiranía en el campo.

Rayados, superior y mandón, puso nerviosos a los azulcrema y Neri Cardozo aprovechó para poner el primero. Disparo fuerte, raso, colocado (26’). Momento en que América comenzó su dependencia en Agustín Marchesín. Por lo menos dos atajadas evitaron una potencial goleada.

Sólo en un envío, el argentino no pudo hacer nada. Fue de penalti. Una falta dentro del área inobjetable de Bruno Valdez sobre Pabón fue convertida en el segundo de Monterrey por conducto de Avilés Hurtado. Si nadie creía que Marchesín podía quedar inmóvil, el colombiano lo refutó. Remate inclemente y a la izquierda del portero amarillo en tiempo de compensación antes del medio tiempo (46’).

Llegó una luz para el americanismo. Cardozo vio la roja al 55’. Las Águilas con 35 minutos para tratar de igualar el marcador y nivelar el juego. Posesión estéril y nubes en la imaginación. Aún con la desventaja numérica, Rayados mantuvo el peligro, mediante los contragolpes. Cada vez que Hurtado tomaba el esférico, los emplumados se notaron mal parados y perdidos, como si no supieran cómo evitar mayores daños.

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