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“El cuerpo te lo cobra”

“El cuerpo te lo cobra”
30/03/2013 |00:29
Redacción Querétaro
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La primera mujer que ganó un oro olímpico para México, la halterista Soraya Jiménez, falleció el jueves de un infarto al corazón a los 35 años de edad. En su última charla con EL UNIVERSAL, realizada en julio de 2012 previo a los Juegos Olímpicos de Londres, platicó sus vivencias, sobresaliendo la lucha que tuvo por demostrar su inocencia en un caso de dopaje en el cual se vio involucrada.

Era 18 de septiembre de 2000, en Sidney, cuando Soraya Jiménez logró levantar 127.5 kilogramos y todo un país se rindió a sus pies al conquistar el preciado oro olímpico; pero a 12 años de distancia recordó los duros momentos en su carrera, como el dopaje, aquel tema que persigue a los atletas y del que ahora la disciplina de halterofilia es víctima.

Casi dos años después de obtener la presea áurea, el 24 de agosto de 2002, Soraya recibió una mala noticia. La presidenta de la Federación Mexicana de Levantamiento de Pesas, Martha Isela Elizondo, le informaba que había dado positivo por dopaje en el torneo Panamericano de la especialidad, realizado en Venezuela.

Comprobar su inocencia fue un proceso desgastante y molesto para la halterista. “Sabía que no era culpable”, pero tenía que pasar por el incómodo proceso hasta que “se comprobó mi inocencia”. En ese momento prefirió no hacer declaraciones para hacer más fácil el trance de demostrar que era inocente.

“Siempre hemos sido perseguidos todos los atletas, tienes algún resultado y te empiezan a voltear a ver, qué haces o qué no has hecho, te quieren acabar de una mala manera, pero creo que si tienes la oportunidad de comparecer y demostrar que eres inocente lo debes hacer”, opinó.

Contra el dopaje se han hecho muchas cosas consideraba Soraya, aunque decía que no es un problema fácil de erradicar.

“Desgraciadamente es como las drogas, te atrapan cada vez más. Por ello, cada vez hay más sustancias que no producen algo favorable a tu rendimiento. Las organizaciones aplican castigos, pero no lo hacen para afectar al atleta, sino para que éste no tenga un problema de salud cardiaco o una lesión mayor. Es importante lo que han hecho”, señaló entonces.

Más allá de la labor que llevan a cabo las instituciones, la halterista insistía en que son los atletas los que deben hacer conciencia: “No por querer ganar hay que meterse de todo, porque al final de cuentas el cuerpo te cobra la factura. Vienen problemas de hígado, páncreas, entre otros, ya no es la misma calidad de vida”.

El fantasma del dopaje persigue a la halterofilia desde los Juegos Olímpicos de Munich 1972, cuando la Federación de Levantamiento de Pesas (IWF, por sus siglas en inglés) dio a conocer los primeros casos de dopaje positivo en esta disciplina. La pesista mexicana ignoraba qué se estaba haciendo mal, pero se lo adjudicaba a que “ahora se están levantando pesos nada sencillos, creo que la WADA (Agencia Mundial Antidopaje) tiene que revisar este aspecto”.

En los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 fueron detectados cuatro casos de dopaje que costaron la expulsión del equipo rumano, y las medallas de Izabela Dragneva (48 kg) y Minchev Angelov (62 kg). En Atenas 2004 la IWF anunció la expulsión de seis competidores por el uso de sustancias prohibidas, pero fue en Beijing 2008 cuando el levantamiento de pesas tuvo su año más negro. La Federación de Bulgaria retiró a los equipos masculino y femenino, luego de que los controles antidopaje dieron positivos y revelaron que todos los atletas de la selección habían tomado metandienona, un esteroide anabolizante prohibido. Entre los suspendidos figuraban el campeón del mundo 2007, Ivan Stoitsov, así como Velichko Cholakov, medalla de bronce en 2004.

Fue así como el fantasma del dopaje persiguió a Soraya, quien se desempeñaba como entrenadora en la Universidad Autónoma del Estado de México, justo dos años después de haber alcanzado la gloria olímpica.