La vida de Soraya Jiménez fue corta, pero muy intensa. De personalidad controvertida y sonrisa franca, la campeona olímpica en Sidney 2000 se caracterizó siempre por ser una líder nata.

Ya sea como atleta o entrenadora, la ex seleccionada tricolor nunca tuvo empacho en expresar sus ideas y buscar sus sueños.

Amiguera y de carácter relajado, Soraya se convirtió hace 13 años en la primera mujer en darle un oro olímpico a México. Su hazaña inspiró a miles de chicas, que a partir de entonces, comenzaron a explorar la halterofilia, un deporte hasta ese entonces exclusivo para los hombres.

Gracias a su ejemplo, nuestro país cuenta con representantes de calidad probada, como Luz Acosta, Cynthia Domínguez y la medallista panamericana Carolina Valencia.

Siendo apenas una niña, Soraya comenzó a practicar deportes como el basquetbol, natación y bádminton junto con su hermana gemela Magaly. Fue a los 11 años cuando la mexiquense inició su romance con la halterofilia, un deporte casi desconocido en ese entonces en México.

Su fuerza física, capaz de levantar grandes pesos y los resultados cada vez más halagadores, la animaron a dedicarse de tiempo completo al deporte y buscar el sueño del oro olímpico, que se le hizo realidad en el 2000.

Y aunque su vida a partir de entonces no fue nada sencilla, siempre se mantuvo optimista y con ganas de compartir sus experiencias a las nuevas generaciones.

Unas semanas antes de la eliminatoria para Atenas 2004, Soraya anunció su retiro del deporte profesional luego de varias lesiones, escándalos por falsificación de documentos en la UNAM y de una acusación de dopaje que le costó unos meses de suspensión.

A últimas fechas, Jiménez, quien también cosechó medallas en Juegos Centroamericanos y Panamericanos, se dedicaba a transmitir las experiencias que tuvo a lo largo de su carrera. Además, se desempeñaba como entrenadora en Toluca, Estado de México. Su objetivo era formar atletas que, en un futuro, pudieran emular sus logros.

La salud de la medallista estuvo mermada durante los últimos años. El constante ajetreo en su vida laboral y personal le cobró una factura muy alta que incluyó padecer en tres ocasiones influenza, 14 operaciones en una pierna y numerosas enfermedades respiratorias.

Pero siempre salió avante. Hasta ahora, que un fulminante infarto le arrebató la vida. Una corta vida de apenas 35 años.

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