Santiago.— Alexis Sánchez y Jorge Valdivia tuvieron que esforzarse al extremo para frenar la carrera del enloquecido Eduardo Vargas. No era para menos. Lo del hoy ídolo andino no era otra celebración. Se trataba del dulce camino a la gloria.

Habían pasado cuatro minutos desde que Gary Medel llenó de pánico a millones de corazones con aquel autogol (60’). El impresionante silencio en el estadio Nacional resultó efímero. El actual líder de goleo en la Copa América (cuatro anotaciones) reactivó la ilusión con aquel zapatazo (63’) que mutó en clásico instantáneo para el futbol chileno.

La ‘Roja’ derramó lágrimas de sangre, pero se las ingenió para imponerse al lúcido Perú (2-1) y clasificar a la final de su certamen, en el que anhela proclamarse monarca del continente por primera vez en su historia.

No hubo espacio para la sorpresa, no cuando la historia, el temple, los errores arbitrales y hasta la fortuna juegan a favor del anfitrión.

Cúmulo de factores que reforzaron al equipo dirigido por Jorge Sampaoli, quien se embriagó de júbilo tras el silbatazo final del venezolano José Argote. El primer gran paso está dado. El más importante deberá ser el sábado, ante Argentina o Paraguay.

Tendrá que hacerlo sin el defensa Gonzalo Jara, aquel que se hizo mundialmente conocido por meter uno de sus dedos entre los glúteos del uruguayo Edinson Cavani. La Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol) le redujo a dos partidos la sanción. Insuficiente para estar en uno de los choques más importantes en la historia del combinado andino.

Chile jugará su tercera final en Copa América. No lo hacía desde 1987, cuando fue superado por Uruguay (1-0). Es, junto a Ecuador y Venezuela, uno de los tres representativos sudamericanos que jamás ha ganado el torneo.

Luce con todo a su favor, incluso los yerros de los silbantes, porque el primer tanto de Vargas (42’) debió ser anulado. Cuando Sánchez ensayó ese servicio que se estrelló en el poste izquierdo del marco peruano, el ariete del Nápoli estaba adelantado. Después le invalidaron uno legítimo.

Simple anécdota, igual que el autogol de Medel, quien otorgó premio a un equipo que dio batalla, sin importar que jugó con un hombre menos durante 70 minutos. La expulsión del central Carlos Zambrano (20’) complicó al estratega argentino Ricardo Gareca, cuyo sello ya está impregnado en Perú.

Como ese ‘tiqui-taca’ versión Latinoamérica en Chile. Los malabaristas de La Roja desquiciaron a los adversarios con su velocidad, inteligencia y precisión de billaristas, aunque necesitaron del arrojo de Vargas para superar al meta Pedro Gallese.

Fue entonces que el Nacional hizo erupción. El resto fue simple trámite, más allá de que Paolo Guerrero y Jefferson Farfán buscaron una escena ajena al script. Demasiado tarde.

Estaba escrito que aquella furibunda carrera de Vargas sería la insignia de la dulce noche andina. Redacción

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