Fue una ovación de nostalgia hacia el último gran ídolo del americanismo. La afición azulcrema, además de compañeros y cuerpo técnico, rindieron un minuto de aplausos a Christian Benítez, fallecido ayer en Qatar.
Durante la misa en su honor, apareció la imagen del delantero ecuatoriano besando el trofeo de campeón que consiguió con el América, una conquista en la que fue pieza fundamental.
Era la imagen que hizo aún más emotiva la ceremonia de despedida del Chucho.
Miguel Herrera se mantuvo cabizbajo, con la mirada perdida, al igual que Ricaro Peláez y Yon de Luisa, técnico y directivos emplumados. Miguel Layún y Moisés Muñoz tomaron la palabra para leer pasajes de La Biblia. Se les notaba consternados y dolidos por la partida de su querido compañero.
El padre que ofició la misa trataba de reconfortar a los deudos al asegurar que Christian Benítez los estará esperando en el cielo con una sonrisa y con la alegría que mostró en vida el futbolista sudamericano.
Kléber Chalá, suegro del fallecido jugador, afirmó que Christian Benítez “seguramente estará haciendo muchos goles allá en el equipo de Dios”.
Afuera de la iglesia varias decenas de aficionados a las Águilas decidieron manifestar su melancolía con ovaciones, cánticos y alabanzas que dejaron sentir el dolor por la muerte de quien fuera símbolo del América. Se mostraban efusivos y agradecidos por los goles que Christian Benítez dio a su equipo.
“¡No se va, no se va. Chucho no se va!”, exclamaron en sus cantos los fieles azulcremas.
Al término de la misa, cada uno de los intergrantes del equipo americanista abandonó el recinco eclesiástico. Algunos miraron hacia el cielo y se persignaron, como en una especia de tributo a Christian Benítez. Algunos otros se le quedaron viendo a la imagen de Chucho, en una muestra clara de que no están dispuestos a olvidarlo.