Aquella tarde del jueves 30 de julio de 1964 el viento del verano soplaba con un aroma especial en el Parque del Seguro Social. Los Tigres recibieron a los Sultanes de Monterrey y en el plato el Supermán de Chihuahua, Héctor Espino. Ante la serpentina del zurdo Jesús Robles, el primera base de la novena regiomontana hizo swing que fue acompañado por el peculiar sonido que produce madera y cuero, la pelota de 108 costuras superó la barda del recinto de la colonia Narvarte, para el cuadrangular 46 de aquella temporada en la que Espino implantaba un récord de jonrones y su legado se establecía como el panorámico vuelo de sus batazos.
A 50 años de aquella hazaña que firmó el bateador derecho, su hijo Daniel, quien es coach de los Sultanes lo honra con el cambio de número en su franela.
“La idea de cambiar al 46 se me ocurrió hace algunos días. Es un número que yo usé durante gran parte de mi carrera. Es un pequeño homenaje para lo que hizo mi padre, que sin duda es muy difícil tomando en cuenta que él era derecho”, sostuvo Daniel Espino.
Durante su etapa como pelotero, Daniel utilizó en gran medida el 46; sin embargo, al volver a la organización regia tuvo que cambiar por el 12, ya que su dígito pertenecía a Juan Francisco Menchaca.
“Para mí es un verdadero honor volver a portar el número 46, por cierto, el mismo que siempre usé en mi carrera de pelotero. Sin embargo, al volver a Sultanes hace algunos años el número estaba en poder de Menchaca. Hace algunas semanas acordé con él para que me cediera el número por el resto de la campaña, pero al irse él a Reynosa se facilitaron las cosas”, reveló el vástago del formidable beisbolista.
La conmemoración de la marca de Héctor Espino, coincide con el 75 aniversario de los Sultanes de Monterrey, por lo que se espera una gran celebración.
“En los Sultanes estamos de fiesta, pues también es un aniversario importante para el equipo y va de la mano con lo que realizó mi padre en aquella campaña de 1964”, añadió Espino Jr.
Tratando de dejar su papel de hijo a un lado, Daniel calificó la carrera de Héctor Espino como la de un “fuera de serie”, un hombre que se adelantó a su época por su forma de batear.
“Para mí es muy difícil dar una opinión sobre su juego. Pero en el libro que escribimos contamos muchas cosas de lo que hizo y es impresionante cómo un jugador se echaba el equipo al hombro. No se necesita ser un aficionado al beisbol para saber que fue un hombre tocado por Dios, al leer los récords que consiguió”.
Finalmente Daniel comentó que por más históricos e importantes que fueron los logros de Héctor, su mejor labor la realizó como padre.
“Yo siempre he dicho que dejó mejores récords como padre que como jugador. Yo estoy muy agradecido con él por darnos educación a los siete hijos que tuvo. Fue un fuera de serie”, concluyó.