Guadalajara.— Mientras los jugadores del Cruz Azul desahogaban su frustración con el árbitro Roberto García, tras la polémica marcación del penalti que hizo explotar el júbilo en el estadio Chivas, Alan Pulido tomó el balón. No permitió que alguien se le acercara. El refuerzo más caro en la historia del Rebaño Sagrado quería vivir su primera gran noche con la elástica rojiblanca... Y no falló.

Tres días después de fallar su ejecución en la tanda contra el América, por las semifinales de Copa, el delantero tamaulipeco mostró temple y dio al Guadalajara un valioso triunfo sobre el Cruz Azul (3-2).

De poco sirvió a La Máquina el renovado rostro enseñado ya sin Tomás Boy en el banquillo. Joaquín Moreno sacudió la alineación de un equipo que presumió espíritu, aunque la calamidad se mantiene como su compañera.

Quedó demostrado en la jugada que definió el partido. Matías Almeyda y sus jugadores todavía reclamaban la inexistente mano de Julio César Domínguez en el área visitante cuando Francisco Javier Rodríguez, quien no había jugado en todo el torneo, se barrió justo después de que Orbelín Pineda le hiciera un túnel. La reacción del espigado defensa central fue barrerse, pero su mano derecha se interpuso en el viaje del balón. García señaló penalti de inmediato. Polémico.

Pulido acertó (93’) y otorgó a las Chivas tres unidades que las colocan en el umbral de la Liguilla, esa que ya es una simple utopía para los Cementeros, cuyos 16 puntos le colocan a cinco unidades de la zona de fase final, con sólo seis por disputar. Sí, el “Jefe” se ha ido, pero la mala suerte no deja de perseguir al club.

A diferencia del Guadalajara, que cerró una semana frenética: eliminó a su más acperrimo contrincante en la Copa MX y dejó moribundo a otro de los llamados “grandes”. Redacción

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