Las personalidades entran y salen en un hotel situado a las orillas del río Moscú, lugar donde la FIFA escogió hospedar a la crema y nata del futbol mundial.
Ahí se puede ver a un sonriente Hernán Darío Gómez, técnico de Panamá, contestando a toda pregunta y aceptando que “estoy nervioso, tengo miedo”.
Mientras el colombiano contesta, Carlos Queiroz, el portugués, quien funge como técnico de Irán, es abordado por la prensa internacional y sonriente dice que su equipo no debe ser considerado como uno de los más débiles de la Copa del Mundo.
Contrastando el humor entre los lusitanos se encuentra Fernando Santos, entrenador de Portugal. Antes de que alguien termine la frase… “me puede dar una entre…”, la repuesta ya se sabe… “no”, y se va a recluir a un restaurante del hotel, donde también está el técnico de Croacia, Zlatco Dalic, a quien pocos reconocen, pasa inadvertido.
Y quien quiere ser invisible, pero no puede, es el técnico de Argentina, Jorge Sampaoli. Camina rápido para sus cortas piernas, y de frente se topa con Juan Antonio Pizzi, quien lo relevó en la dirección técnica de Chile. Frío saludo… Se dan la mano y se tocan el hombro… Se distraen con los acompañantes y después de un breve comentario… “un viaje pesado”, de parte de Pizzi, cada quien sigue su camino, como si no hubiera lazos que fraternizar.
Al fondo del hotel aparece Óscar Ramírez, técnico de Costa Rica, cuidado por su jefe de prensa, quien no deja que nadie se le acerque; y atrás de una columna, Ricardo Gareca, técnico de Perú, le da una entrevista a una televisora de su país natal, Argentina, dejando con las ganas a los medios incas, orgullosos por su clasificación a la Copa del Mundo.
En total vendrán 30 de los 32 técnicos clasificados al Mundial, sólo el profesor Óscar Tavárez, de Uruguay, y Australia, no se presentarán, el primero por temas de salud, el segundo porque simplemente no hay quién esté a cargo.
Y otra vez viene Fernando Santos… y la respuesta a la petición de entrevista es… “no”, pero ahora sí se deja tomar una foto.
