Uno de las máscaras más cotizadas de la lucha libre queretana cayó en el Auditorio General José María Arteaga, cuando Rey Cometa perdió una lucha de apuestas en jaula ante otros nueve talentos locales.
Una decena de gladiadores entraron a la jaula y después de cinco minutos cada uno de ellos buscaría salir; el último en hacerlo perdería la tapa.
Habían salido siete y sólo quedaban Rey Centella, Castigador y Drabek II, quien días antes había salvado su incógnita al rapar a Dragón de Oriente I en la Arena Querétaro.
Parecía que la fortuna no estaría de su lado en esta oportunidad, ya que Centella y Castigador, maestro y alumno, hicieron equipo y para dejar fuera de combate a Drabek incluso recurrieron a despojarlo de su máscara por las malas.
Todo parecía decretado cuando los dos compañeros comenzaron a escalar la jaula, pero en ese momento apareció Drabek I para auxiliar a su hermano y justo alcanzó a escalar la reja para atacar a los rivales y enviarlos de regreso, donde aprovechando su mejor condición física, pues él no había estado luchando, pudo revertir la situación.
Habiendo recuperado su tapa, Drabek II se unió a Drabek I y juntos dieron cuenta de Rey Centella y Castigador, dejándolos rendidos sobre la lona, mientras escapaban de manera exitosa.
Todo quedó entonces entre dos muy buenos conocidos, quienes tuvieron que enfrentarse en busca de la victoria, poco a poco, gracia a sus experiencia, Rey Centella fue cargando la balanza a su favor, aunque su rival no bajaba los brazos.
Fue entonces que Castigador comenzó a recurrir a una que otra artimaña para distraer a su maestro y emparejar las cosas, al grado de llegar a bajarle los pantalones en par de ocasiones.
Fue tras una de esas distracciones que el discípulo pudo propinarle a Rey Centella un castigo suficiente como para permitirle escapar de la jaula antes de que éste pudiera reaccionar.
Rey Centella dijo llamarse Armando Muñiz y tener 38 años, 20 de ellos como luchador profesional.