Con el técnico Diego Armando Maradona desde la tribuna, Los Dorados avanzaron a las semifinales del Ascenso MX, luego de un agónico triunfo en el duelo de vuelta contra Mineros (0-1).
Tras la igualada a cero goles en el cotejo de ida, en Culiacán, Sinaloa, el conjunto del Gran Pez tuvo mejor determinación y se plantó seguro a lo largo de 90 minutos, en un colorado estadio Carlos Vega Villalba.
Aunque el choque se anticipó cerrado desde la ida, los Dorados se encomendaron en la magia que representa un dorsal 10, como en su momento lo fue Maradona como jugador y como héroe, lo que sucedió con Vinicio Angulo. El delantero ecuatoriano dictó sentencia hasta los 65 minutos, con un remate de cabeza que anticipó gracias un servicio profundo de Julio Nava, en una jugada donde los rivales reclamaban un fuera de lugar al silbante Oscar Mejía.
Angulo sacudió las redes de Sebastián Fassi, al igual que los ánimos de la localía, que en lugar de retomar la actividad se enfrascaron con los elementos sinaloenses. Un tanto que mató desde antes del pitazo final sus aspiraciones al título. Una solitaria anotación que parecía lejana de empatar, por el trabuco que los Dorados ya sostenía en la segunda parte, para generar frustración en Eder Cruz, quien salió expulsado.
Por momentos, los de Zacatecas tuvieron para hacerse de la eliminatoria. A los 57 minutos desperdiciaron un tiro libre en la media luna y que poco exigió al guardameta Gaspar Servio.
Incluso, si el VAR (videoarbitraje) se aplicara en el Ascenso MX, los rojos se habrían recuperado. A 10 minutos de finalizar el encuentro, Guillermo Martínez fue derribado hasta por dos jugadores de Dorados dentro del área.
La frustración fue evidente en el plantel minero, que ante la desventaja y el correr del reloj, se enfocó en servicios largos al sector visitante. Incluso, en el último suspiro, Fassi abandonó su puerta para subir al remate; sin embargo, la desconcentración y la adrenalina lo rebasaron para cometerle falta a su homólogo, quien se tiró al césped para consumir tiempo, congeniar con el silbatazo final y así decretar la victoria.
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