En la ceremonia de abanderamiento previa a los Juegos Olímpicos que terminaron esta madrugada, Ana Gabriela Guevara aseguró que “nos va a ir muy bien” en la justa asiática. Casi un mes después, la realidad ha alcanzado a la directora de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte.
Más allá de los siete cuartos lugares y las finales disputadas por diversos atletas, en lo que a medallas obtenidas se refiere, México tuvo su cosecha más pobre en lo que va del siglo: cuatro bronces. No le iba tan mal desde Atlanta 1996, justa en la que sólo Bernardo Segura obtuvo el tercer lugar en la prueba de 20 kilómetros de la marcha.
Con 163 atletas, el país tuvo su tercera delegación más nutrida, pero los resultados se quedaron muy lejos de lo que la propia exvelocista pronosticó. Su idea era implantar una nueva marca, superar las nueve preseas (tres de oro, tres de plata y tres de bronce) logradas en México 1968.
Sin embargo, ni siquiera hubo presea de segundo lugar. El Himno Nacional Mexicano no se escucha en una ceremonia de premiación desde aquella tarde del 11 de agosto de 2012, cuando el Tricolor se impuso a Brasil (2-1) en el estadio Wembley.
En Río de Janeiro 2016 no hubo oro, aunque sí tres platas y dos bronces, por lo que la cosecha fue mejor que en Tokio 2020, donde los metales cayeron gracias al tiro con arco, los clavados, la halterofilia y el futbol.
Atenas 2004 y Beijing 2008 también concluyeron con cuatro medallas para la delegación tricolor, aunque la repartición de metales fue más generosa, sobre todo en China, donde los taekwondoínes María del Rosario Espinoza y Guillermo Pérez llegaron a lo más alto del podio.
Cuatro años antes, en Grecia, la propia Guevara, la ciclista Belém Guerrero y el taekwondoín Óscar Salazar aportaron platas.
En Londres 2012 fueron ocho preseas (mejor actuación fuera de México) y en Sidney 2000 cayeron seis, incluido el inolvidable oro de Soraya Jiménez, por lo que —durante el actual siglo— Tokio 2020 quedará marcado, por ahora, como la actuación más floja, en cuanto a medallas.