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Tenis, jeans y camisola blanca con tejido a cuadros. Su oficina tiene un panorama privilegiado de Santiago de Querétaro, puesta en los altos del recién estrenado edificio de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), delegación estatal que dirige desde 2015 y en la que previamente fue responsable de saneamiento de aguas. Jorge Lobo Crenier advierte no gustar de las entrevistas periodísticas, pero en esta que concede a EL UNIVERSAL Querétaro —supeditada al tema de la contaminación en la presa El Centenario, de Tequisquiapan; así como de su corriente alimentadora, el río San Juan— responde de manera relajada, directa y con datos a la mano. Ingeniero civil especializado en sustentabilidad del agua, el funcionario dice tener la suerte de trabajar en su elemento.
Según el más reciente monitoreo federal de calidad del agua, la presa El Centenario y el río San Juan figuran con “semáforo rojo” y una toxicidad “alta”. ¿Qué ha hecho la Conagua en los últimos diez años para combatir dicha contaminación?
—Te daré una lista muy larga, porque son muchas las acciones llevadas a cabo en ambos municipios; puedo decirte que si no hubiéramos hecho nada en la última década, hoy no estaríamos hablando de un indicador de contaminación alta, sino de un problema catastrófico para todo Querétaro.
En esta dirección vigilamos de manera permanente y estricta todos los puntos que cuentan con permiso oficial para verter descargas al río San Juan, pero antes de entrar al tema de la descarga clandestina, debemos de tomar en cuenta que esa agua ya nos llega contaminada, proveniente del municipio de Aculco, en el Estado de México, donde existe un mayor problema en ese sentido.
Con vigilancia de la Conagua, San Juan del Río ha hecho un gran esfuerzo en materia de plantas de tratamiento; además de las que ya tienen muchas de sus industrias (Kaltex, Kimberly Clark, Ponderosa, etcétera), las que también supervisamos. Trabajan bajo supervisión las plantas municipales de El Organal y de San Pedro Ahuacatlán y actualmente se construyen otras tres: La Estancia, Loma Linda y Puerta de Palmillas.
En materia legislativa, han sido muchas las acciones que hemos tomado, al igual que los acuerdos con autoridades municipales y estatales, para hacer más rígidas las condiciones de descarga. Hemos elevado todos los parámetros, para hacerlas más estrictas y enfrentar mejor el problema…
Entonces, ¿qué se requiere hacer para cambiar de color ese semáforo rojo?
—Nos faltaría mucho en materia de corresponsabilidad social. Necesitamos incrementar no sólo la conciencia ecológica, sino la cultura de la denuncia; concretamente, para denunciar descargas clandestinas. En ese sentido, nos falta reforzar la coordinación con las autoridades municipales; en este caso, con Tequisquiapan y San Juan del Río. Porque los lectores de tu periódico deben saber que Conagua no tiene policías para andar vigilando quien soltó una descarga de algún químico al río San Juan o para ver quien salió a tirar su basura de madrugada.
Partiendo de este momento, creo que debemos reforzar la corresponsabilidad entre autoridades federales, estatales, municipales y la sociedad civil. Hay que decirlo ahora, sin embargo; si no actuamos juntos, de una vez por todas, la contaminación del agua no va a mejorar, ni en esa presa ni en ninguna otra parte.
Hoy día, Conagua vigila todos los puntos de descarga registrados, pero no puede tener ojos por todos lados, a lo largo del cauce freático. Una sola instancia no podría vigilar toda la ribera. Se requiere del apoyo municipal, así como de la denuncia ciudadana.
Nosotros buscamos con gusto los recursos federales para concluir más plantas de tratamiento de aguas, pero también se requiere que los municipios levanten la mano, que desarrollen sus propios proyectos y, sobre todo, que trabajen con nosotros, para buscar soluciones.
¿Qué tipo de participación requiere la Conagua de las autoridades de Tequisquiapan y San Juan del Río para mejorar la situación de estas aguas?
—Yo creo que nos falta trabajar por una mejor coordinación. Yo sí veo el interés, tanto de Raúl (Orihuela) como de Memo (Vega), para conservar la calidad del agua y hemos trabajado juntos en muchos proyectos. Pero más que un asunto entre personas, veámoslo en su justa dimensión: esto no se arregla de un día para el otro, como tampoco el agua se contaminó en poquito tiempo, sino a lo largo de 20 años o más. De igual manera, otro problema radica en que los alcaldes cambian cada tres años: las caras van cambiando y no todos tienen el mismo interés o las ganas de colaborar con la Federación. Eso hace que los procesos resulten más lentos.
¿No es óptimo ese apoyo municipal?
—Cuando digo que falta coordinación, no quiero que suene como algo alarmante, sino que sirva para crear conciencia. Me refiero a redoblar esfuerzos. Por ejemplo, los municipios ayudarían mucho incrementando la consulta. Que nos avisen en que parte van a instalar una empresa, que nos consulten antes de dar un uso de suelo, que nos consulten para saber si tienen los permisos en orden, porque a veces llegan y se instalan sin darnos parte.
Otro aspecto en que podrían apoyarnos los municipios sería si evitaran la invasión territorial a lo largo de la ribera; si negaran los permisos de construcción para fraccionamientos o los cambios de uso de suelo en la colindancia con el cuerpo de agua o con la zona federal.
Es importante que los municipios ingresen sus proyectos con nosotros, para poder validarlos, y entonces, podamos bajar el recurso de la Federación para hacer una obra de contención contra descargas. Un paso a paso, que algunas autoridades se saltan. Nosotros no podemos decir: pon una planta aquí, porque se trata de obras estatales o municipales. En Conagua apoyamos, pero no ejecutamos. Entonces, sólo una mejor coordinación en los tres niveles de gobierno, junto con un incremento en la cultura de la denuncia, nos va a dar a los queretanos una mejor agua.
No han dicho que la presa El Centenario requiere un desazolve, por su acumulación de lodos en el fondo. ¿Es verdad?
—Bueno, básicamente, todas las presas de Querétaro requerirían desazolve, por su antigüedad; pero ya estaríamos hablando de una obra millonaria, aún no contemplada. Lo que sí hacemos, de manera puntual, son trabajos para lograr su buen funcionamiento, porque sabemos que las presas tienen que estar en óptimas condiciones. En el caso de El Centenario, la cual tiene aguas abajo a una población como Tequisquiapan, evitar el riesgo de una venida de agua y que resulte que no abre la compuerta; evitar riesgos de inundaciones.
Para cerrar el tema de la contaminación en El Centenario y el río San Juan, yo insistiría en fomentar la corresponsabilidad social. La participación de la sociedad organizada es importante, para que se concienticen todos los sectores de usuarios del agua; ya sean industriales, agrícolas, de servicios, para que obtengan sus permisos de descarga y que no las hagan furtivamente. Para esto último, resulta fundamental la participación de la ciudadanía como vigilante.