Para Dafne McPherson Veloz, acusada de homicidio tras un parto fortuito en el baño de una tienda departamental en San Juan del Río, una “mala defensa” al principio de su proceso legal es lo que la mantiene en la cárcel.
En rueda de prensa, desde el Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Juan del Río, donde se encuentra recluida desde hace tres años, McPherson Veloz espera que para la próxima audiencia, que se realizará el 21 de enero a las 9:00 horas en el Tribunal de Enjuiciamiento, ahora sí sean tomadas en cuenta las pruebas que presenten sus abogados; lo único que busca es justicia y su libertad.
¿Cuál es tu estado anímico?
—Es muy variante porque es una temporada de mucho estrés, todo lo que está pasando con el caso, tengo sentimientos encontrados, pero aparentemente me siento tranquila porque estoy apoyada.
¿Qué opinas de estos movimientos nacionales?
—Hay nuevo gobierno federal que está promoviendo la despenalización del aborto y otros temas relacionados con los derechos de las mujeres. Yo siento que puede ser bueno porque, desgraciadamente, las mujeres estamos muy discriminadas en cuestión de género, nos manejan por estereotipos, por lo que se supone que debe ser y no nos tratan como seres humanos.
¿Qué harás después de todo este proceso, si recuperas la libertad?
—No puedo decir que voy a recompensar el tiempo perdido con mi familia porque eso nunca se va a poder, pero sí empezar de cero.
¿Qué le dirías a las mujeres que pasan por una situación similar?
—Que no pierdan la fe.
¿Y a las autoridades?
—Que investiguen, observen y no nada más en mi caso, sino que en realidad se investigara.
En tu caso, ¿se aplicó la perspectiva de género por parte de las autoridades?
—No, a mí me juzgaron como lo que una “buena madre” tenía que hacer, pero lo que se tenía que hacer, o no, no estaba en mí.
Hay personas que no creen que una mujer no sepa que está embarazada, ¿qué les dirías?
—Yo no los podría juzgar, porque hasta que a mí me pasó yo tampoco me hubiera imaginado esto (…), no cambie de talla, mis períodos no eran al mes, pero llegué a tener varios durante el tiempo del embarazo (…), tengo una hija más grande y con ella fue bastante diferente.
Para quienes no saben de leyes, ¿cómo explicarías que lo que estás viviendo es una injusticia?
—Es la mala defensa porque dentro de mi caso no hubo una investigación como tal, son testigos, gente que dice haber estado ahí, pero a mí nunca me tomaron en cuenta, a mi familia nunca la tomaron en cuenta, aparte de todo lo que son los testimonios no hacen otra prueba, más que una necropsia que está mal hecha.
¿Cuál era tu percepción de la criminalización que hay hacia las mujeres en estas situaciones, antes y ahora?
—No pensé que estuviéramos [la sociedad] tan cruel, y ahorita fue como un despertar.
¿Cómo fue llegar al penal?
—Lloraba casi todos los días, casi no dormía, pero las que están conmigo, todas ellas, te vuelves como familia, nos apoyamos, ellas me han ayudado a superar, a hacerme más fuerte porque sí hay un antes y un después. Me sentía más débil, que no iba a poder; ahorita no, me siento fuerte y sin derrotarme.
¿Cómo es tu día a día dentro del penal?
—Nos levantamos a las seis de la mañana, hacemos aseo, nos arreglamos. Hoy hacemos ejercicio. Si tenemos maquila, trabajamos; cuando no, yo aprovecho para ver películas, hacemos artesanías.
Este tiempo que has estado aquí, ¿te has encontrado con otros casos de mujeres que sienten que están presas injustamente?
—Sí. Hay mucha injusticia. He sabido de unos cuantos que estamos aquí por una mala investigación.
¿Cómo has vivido este proceso de un año en el que has esperado una resolución?
—Ha sido estresante, altas y bajas. Estoy bien, anímicamente, apoyada y todo, pero a final de cuentas estoy lejos de mi familia. Sí hay momentos de estrés, pero intento estar tranquila.
¿Qué esperas de la próxima audiencia?
—Espero que en este juicio, el juez en realidad vea y tome en cuenta lo que son mis pruebas y se base a ser justo, porque yo no estoy pidiendo otra cosa más que justicia.
Dices que buscas ayudar a la gente, ya sea en libertad o siguiendo aquí, ¿cómo te has planteado hacerlo?
—No sé cómo ayudaría, pero sí espero que ayude el que ustedes lo conozcan, abran los ojos de las personas, de los jueces, de todas las personas a las que tienen que llegar para que en realidad investiguen porque no se investiga.
¿Cuál fue la reacción del entorno, más allá de tu familia más cercana, después de la denuncia y de lo que pasó en todo este proceso?
—Cuando yo estuve allá afuera, sí fue feo porque la gente habla porque tiene boca, no se fijan lo que pueden decir, lo que pueden lastimar con las palabras porque, en realidad, no sabían lo que estaba pasando (…).
Gracias a Dios toda mi familia me apoya, nunca me dejó de apoyar y se los agradezco enormemente, han estado conmigo en las malas y en las peores; en estos casos te das cuenta quiénes son los verdaderos amigos.
¿Quiénes y qué te decían para que tu tuvieras ese sentimiento de que eras la culpable?
—Desde el principio de la investigación. Desde que llegué al hospital me dijeron que yo era la única responsable, que yo estaba en serios problemas; fiscalía también, cuando estaba detenida y todo eso, a mí me dijeron que yo era la responsable.
El primer abogado también me dijo que la única que iba a pagar era yo. Fue un proceso demasiado difícil, que tardé mucho tiempo en poderlo asimilar y aceptar, no llevo un luto porque no he podido, nunca pude llevarlo, pero espero poder algún día.
El primer abogado que te atendió, ¿cómo lo contactaste?
—Fue un abogado que nos recomendaron, pero nunca hizo nada, en la audiencia inicial ese abogado no sabía nada de mi proceso ni de lo que estaba hablando, nada más sacó dinero.
¿Cuánto tiempo te tomó darte cuenta que no eras tú la culpable de lo que había pasado?
—No tiene mucho que terminé por aceptarlo por completo.
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