Tras seis años al frente de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Teresa García Casca, rectora saliente, protagonizó momentos clave en el desarrollo de la casa de estudios más grande del estado, y encabezó una comunidad de casi 40 mil estudiantes y profesores en momentos de polarización, confrontación política y momentos históricos sin precedente, como el paro estudiantil más largo registrado en últimos años.
Como recuerda ella misma, recibió una UAQ con una relación complicada con el exgobernador Francisco Domínguez Servién, derivada del conflicto directo entre el exrector y hoy senador por Morena, Gilberto Herrera Ruiz; y después comenzó una nueva etapa con el actual mandatario, Mauricio Kuri, tras su llegada al poder en 2021. Sin embargo, el cambio de gobierno no significó el cese de los desencuentros.
Para la rectora, el hecho de que la universidad es un espacio crítico al gobierno provocó que los posicionamientos que encabezó incomodaran a las autoridades, en especial a lo relativo a la Ley estatal de Aguas y a la represión de la que activistas fueron objeto en la manifestación que bloqueó Paseo 5 de Febrero por cuestión de media hora en 2022.
Además, la rectora tuvo que hacer frente también a la llegada, primero, de la pandemia de Covid-19, que provocó un confinamiento que reinventó las formas de educar; sin embargo, el momento más álgido de su rectorado llegó en 2022, cuando la comunidad estudiantil levantó la voz en contra de la violencia de género.
García Gasca, la segunda mujer en liderar los destinos de la UAQ después de Dolores Cabrera, deja su rectorado este 15 de enero y entregará la batuta a Silvia Amaya. Los retos, como acotó, no son menores y su destino político, aunque incierto por ahora, no es para ella desconocido y adelantó que para las elecciones de 2027 podría estar en la boleta electoral.
¿Cómo fue el inicio de su rectorado tras los desencuentros entre Gilberto Herrera y Francisco Domínguez?
—A finales de 2017, había una relación muy tensa con el entonces gobernador Pancho Domínguez, por diferentes circunstancias donde no se habían logrado los acuerdos necesarios. Parte de las reflexiones y objetivos que teníamos en ese entonces eran justamente recuperar una relación respetuosa y cordial. Lo que hicimos fue acercarnos al entonces gobernador Pancho Domínguez y él, de inmediato, puso sobre la mesa el cumplir con lo que él, de hecho, había comprometido con el doctor Gilberto, que era el 10% del incremento anual al presupuesto.
La Ley de Aguas generó diferencias, ¿la opinión universitaria era que era una norma “privatizadora”?
—Entendemos que esto no es una ley de agua; no era una ley para regular las concesiones literalmente y entonces al lado de la privatización del agua porque se hablaba justamente de que esto era únicamente para regular a los concesionarios y permitirles continuar con el cobro del servicio del agua. Entonces, efectivamente, hicimos foros, emitimos opiniones, reunimos a gente experta. Invitamos a los diputados y diputadas; únicamente vino una diputada morenista en ese momento y decidimos entonces hacer una marcha. Molestó profundamente participar en la marcha, particularmente nosotros como autoridades.
La manifestación en 5 de Febrero se dio en las puertas de la UAQ y se posicionaron completamente en contra.
—Se viene la manifestación del 5 de Febrero en las puertas de la universidad, o sea, ahí reprimieron a las personas en las puertas de la universidad; las personas entraban pidiendo ayuda a la universidad y era claro, teníamos que forzosamente expresar un posicionamiento en contra de ese tipo de situaciones que se han seguido presentando. Fue un punto álgido, un punto de discrepancia fuerte entre el gobierno del estado y la universidad, particularmente señalamientos en contra de mi persona. De forma directa e indirecta, utilizando estrategias en redes sociales que conocemos, pero bueno, pues ni modo, este es nuestro papel.
El pago del servicio de agua, del que la UAQ está exenta, según su Ley Orgánica, generó discrepancias fuertes con Guadalupe Murguía, entonces secretaria de Gobierno, ¿por qué se dio?
—Nos sentamos a platicar con el vocal de la CEA; una reunión difícil, ¿no? Bueno, no, no es una reunión en donde estuviéramos necesariamente de acuerdo; fue una reunión difícil. Sin embargo, la licenciada Murguía atenuó las cosas y dijo: “A ver, vamos a tratar de llegar a acuerdos”. Muy poco después, sale una nota, una entrevista de la licenciada Murguía dándole prácticamente toda la razón a la CEA. Entonces, en ese momento es cuando yo digo que la licenciada Murguía no puede continuar siendo el árbitro de una interlocución entre la CEA y la UAQ porque está completamente sesgada.
El paro contra la violencia de género estalló y se alargó en un movimiento sin precedentes, ¿cómo lo evalúa?
—Todos los resultados del paro han sido positivos; primero, se logró comunicar a la comunidad entera y la sociedad entendió que hay problemas de género que son una realidad y que se tienen que atender, pero sobre todo, la comunidad universitaria entendió que este es un problema real y que es un problema que depende de cada persona. Necesitamos fortalecer ese protocolo y esa unidad porque de otra manera no vamos a tener forma de aprender. Mucha gente que se sintió vulnerada entendió también lo que a veces nuestras acciones, mujeres y hombres, generan estas agresiones, estos agravios, sin que nos demos cuenta de que tenemos que cambiar nuestro chip.
¿Hubo intromisión?
—Habíamos notado intromisión de agentes y personas externas a la universidad, principalmente de partidos políticos, pero para finales de esa primera semana, ya la intromisión era incluso de personajes internos de la propia universidad. O sea, ya entraban personas con otros fines a tratar de generar otro tipo de actitud y de conducta.
¿Se cumplieron las exigencias?
—Hoy, contamos con comisiones que han cumplido al 100% todos sus compromisos. Algunas comisiones, no. Por ejemplo, la Secretaría Administrativa tiene compromisos pendientes, son cuestiones de infraestructura que dependen de recursos, pero se están trabajando. Están incluidas en el catálogo de proyectos y, sobre todo, logramos establecer una interlocución con los estudiantes. Nos pudimos sentar a trabajar.