Las tradicionales calaveritas de azúcar, los dulces en forma de fruta, el pan de muerto y el típico pan de Acámbaro, comparten el espacio con las máscaras de payasos, súper héroes, demonios, brujas y disfraces para Halloween, en el jardín Guerrero, en uno de los tianguis de Día de Muertos más tradicionales de la capital queretana. Asimismo, las calles de Madero e Independencia, a la altura del jardín Zenea, lucen cerradas al tránsito, para dar cabida a los puestos de comida que por estas fechas se instalan, para gusto de locales y foráneos.
La tradicional imagen del jardín Guerrero, con grupos de estudiantes charlando en las bancas, personas que aprovechan a media mañana para salir de su oficina a tomar un café o fumar un cigarrillo, dejan su lugar a los cientos de puestos y sus dependientes.
Desde temprano los puestos lucen sus mercancías. Los encargados acomodan todos sus productos para que sean atractivos a los clientes, quienes se pasean.
El tianguis con motivo del Día de Muertos se instaló desde el pasado domingo, y es uno de los lugares más tradicionales en estas fechas, pues si se quieren regalar dulces o calaveritas a familiares y amigos, este es el lugar ideal, por la variedad con la que cuentan.
Una parte esencial de estas tradiciones es el pan de muerto, que en este tianguis se puede encontrar en los puestos de la calle de Madero, donde los vendedores ofrecen una prueba a los paseantes y clientes, con el propósito de que se decidan a comprar.
Llaman la atención lo elaborado de algunas calaveritas, pues se observan desde los tradicionales ataúdes, de los cuales salta un “muertito” a través de un hilo, hasta las decoradas laboriosamente, con infinidad de detalles.
Junto con las calaveritas muy mexicanas, también aparecen imágenes de Jack Skellington, de la película The nightmare before Christmas, del cineasta Tim Burton, y que ha sido asimilado por la población como uno de los personajes más socorridos en la época.
Una novedad este año, son los puestos de comida, pues hace tiempo la única que había era la tradicional: pan, dulces y algodones. Ahora, en los costados del jardín se observan puestos de “dorilocos”, hotdogs y hamburguesas (de a dos por 50 pesos) y otros productos no tan tradicionales.
Tampoco faltan los puestos de golosinas, como churritos, chicharrones preparados y aguas frescas. Los estudiantes que salen de clases temprano y que suelen pasar algunas horas reunidos en el jardín Guerrero, se encuentran con poco espacio para interactuar, pues los vendedores invaden todos los espacios.
Incluso, la gente que acude a cargar sus teléfonos al jardín no pueden hacerlo, pues todos las conexiones las usan los vendedores. Hasta las personas en situación de calle que acuden a las oficinas de la iglesia vecina se ven afectados, pues no pueden permanecer tanto tiempo en las inmediaciones, pues la gente que acude usa sus espacios para transitar.
Los puestos de disfraces sobresalen por estas fechas. Las máscaras de demonios, los trajes de brujas y los de payasos, son abundantes, los últimos, los villanos favoritos aprovechando los temores de buena parte de la población.
Las máscaras, muy pedidas para las fiestas de Halloween, cuestan desde 150 pesos, hasta 350 los disfraces, pues depende de la talla y el modelo; los hay muy sencillos, como los esqueletos, hasta brujas y vampiros más elaborados.
Los clientes pasan y observan los disfraces, preguntan precio y se van. “Así es esto. Los primeros días así son. Ya mañana [miércoles] vienen más clientes a comprar”, dice uno de los vendedores, mientras acomoda un disfraz que mostró, pero que no compraron.
Como parte de los “accesorios” se venden también los peroles o calabazas para juntar los dulces que pedirán en estos días los niños, mezcla de “dulce o travesura” y “¿Me da mi calaverita?”, en una combinación de tradiciones y culturas que está más que aceptada.
No se olvida la comida típica. Quienes buscan algo típico para comer sólo tienen que caminar una cuadra por la calle de Madero para llegar al jardín Zenea, en cuyos costados están instalados los puestos de comida que también ya son costumbre.
Para el visitante, los puestos son una fuente rápida de alimentación, además de más económica que los restaurantes cercanos, y más sencilla de asimilar, pues son guajolotes, quesadillas, enchiladas, tostadas, jarritos de toronja, buñuelos, algodones de azúcar, entre otros productos tradicionales queretanos.
Por todos lados se ven a los turistas paseando y preguntando por recorridos turísticos, o en dónde comer, o tomar un trago. Los queretanos, sabedores de qué puestos visitar, dirigen y guían sus pasos sin vacilaciones. Un tentempié no está mal poco antes de la hora de la comida. Una orden de enchiladas, un guajolote, acompañado de su refresco, son un buen alimento para llegar a la hora de la comida.
Antes de dejar el centro capitalino, los paseantes aprovechan para ver los altares y las ofrendas de Día de Muertos, como la instalada al interior del ex Palacio Municipal, actualmente sede de la delegación Centro Histórico, hecha con la colaboración de locatarios de mercados públicos del primer cuadro, así como de los barrios tradicionales del Querétaro antiguo.
La ofrenda muestra un panteón, donde los vivos visitan a sus difuntos y dejan sus platillos favoritos en las tumbas de quienes descansan en paz y que, de acuerdo a la tradición, regresan en estas fechas para estar con sus familiares.
Mientras, nos alistamos de la mejor manera para recibir a sus difuntos. Hacemos compras y nos preparamos, para festejar el Halloween también.