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A pocos minutos de emitir su voto en la casilla 257 de la población de Arquitos, en Pinal de Amoles —el municipio más pobre de Querétaro—, el granjero Antonio Arvizu dice estar confundido por la presencia en la elección de “tantos partidos políticos”.
“Antes sólo era PRI o PAN y era más fácil, pero los del gobierno lo enredaron”, se queja Antonio; sin saber aún que los dos partidos por él mencionados terminarán prácticamente empatados en la elección municipal, con una diferencia a favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de apenas 147 votos.
“Le digo a mi señora que todos son iguales, no sé para qué votamos”, dice Arvizu a EL UNIVERSAL Querétaro, una vez que en compañía de su pareja ha concluido una caminata de tres kilómetros, entre cerros y praderas, para llegar a la escuela pública habilitada como casilla de votación.
Adulto mayor de 79 años nacido en Guanajuato, Antonio llegó a esta serranía cuando tenía seis, en 1945; ello tras haber sido “regalado” por su propia gente a una familia de granjeros de la zona, bajo la idea de que “trabajara y estudiara”.
Cuando Antonio era un niño ordeñador de vacas, el PRI ya gobernaba en las montañas de Pinal de Amoles, así como en toda la Sierra Gorda, al igual que en la entidad y en la República.
Actualmente, tras darse a conocer el saldo de la elección 2018, el partido tricolor retomará un mando con duración de un siglo y que sólo pareciera haber “encargado” al Partido Acción Nacional (PAN) durante los últimos cuatro trienios.
Infancia entre caciques
Antonio Arvizu hila recuerdos de su niñez, cuando en Pinal de Amoles sólo daba órdenes acatables el empresario minero y ex presidente municipal Guadalupe Herrera Rendón, conocido como Tío Lupe, creador de una dinastía política dentro del PRI municipal, consiguiendo detentar con su apellido la silla del poder durante once ocasiones salteadas, entre 1932 y 2003.
Según lo recuerda Antonio, el Tío Lupe “siempre andaba a caballo por las rancherías, y a los que estábamos más chamaquitos nos aventaba un puño de monedas de diez centavos para que nos le acercáramos a pedirle más (...) Pero si alguien le caía mal o era flojo, lo agarraba a fuetazos”.
“Luego algunos chamacos quedaban hasta amoratados de los brazos o las asentaderas, porque cuando andaba enojado, era bien canijo”, agrega.
El político recordado por Arvizu fue, de acuerdo con historiadores, un admirador de quien durante 50 años del siglo anterior fungió como máximo cacique de la Sierra Gorda, el general jalpense Rafael Olvera. Polémico señor de horda y cuchillo, fue a la vez precursor de la Escuela Normal de Maestros e introductor del telégrafo, llegando a ser gobernador queretano durante la era juarista.
“Pues ahí hemos pasado la vida, con muchos fregadazos, pero bien”, rememora Arvizu, mostrando su amor por la tierra que le dio cobijo, trabajo y una familia grande.
De esta vasta, intrincada y misteriosa Sierra Gorda, Antonio sólo se apartó durante una década, en los años setenta, para trabajar en Estados Unidos y volver al país con los dólares que requería para hacer su casa de montaña y una pequeña granja.
PRI arrebata la Sierra, nada para Morena
Tras la presentación por parte del Instituto Electoral del Estado de Querétaro (IEEQ) de las cifras preliminares del proceso electoral 2018, el derrotado PRI de la elección nacional recuperó cuatro de los seis municipios que constituyen la Sierra Gorda: Jalpan de Serra, Pinal de Amoles, Peñamiller y Arroyo Seco, alcaldías que detentaba el PAN desde 2006.
En el caso del ayuntamiento de San Joaquín, gobernado por el PRI sin interrupciones en la historia, la silla de mando será entregada por la autoridad electoral a un candidato “independiente” recién salido del organismo tricolor.
Sólo para el caso del sexto municipio serrano, Landa de Matamoros, el antiguo partido hegemónico no alcanzó la mayoría de votantes, pero sí un avance significativo en las regidurías.
Como segunda paradoja de una elección que fue considerada por analistas como inédita —tras arrasar a nivel nacional el partido del virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador—, éste no obtuvo más allá del cuarto lugar de las preferencias en ninguna parte de la Sierra Gorda, aún estando habitada en buena medida por la población más pobre de la entidad.
Acarreo o transporte público
En Pinal de Amoles, la jornada electoral transcurre sin incidentes graves a la vista o reportados por alguna de las nueve planillas políticas que disputan la silla del primer lugar. De entre las quejas emitidas por los partidos ante el IEEQ, destacan mutuas acusaciones entre PAN y PRI por “acarreo de votantes”; sin embargo, según dice un consejero, “no trajeron pruebas.”
Pero en este ayuntamiento con 198 localidades dispersas en un área montañosa de 750 kilómetros cuadrados, el potencial “acarreo” de electores se confunde con una práctica acendrada entre la población peatonal: pedir “aventón” a conductores de autos y camionetas, mismos que circulan por doquier, rigurosamente cargados de personas de todas las edades.
Además de las motocicletas y del casi prohibitivo (para las mayorías) uso de taxis particulares, los pinalenses sufren de una carencia absoluta de cualquier tipo de transporte público; de modo que el “aventón” y las largas caminatas a cualquier sitio son el pan de cada día.
La riqueza de Pinal… parte de la historia
José Luis Rubén Páramo Quero, cronista municipal, lamenta “en el alma” el hecho de que Pinal de Amoles se mantenga dentro de la estadística oficial como el ayuntamiento “más pobre” de Querétaro, siendo que en tiempos pasados llegó a ser “si no el más rico, uno de los más”.
“Estamos hablando de una región que históricamente fue saqueada en materia minera. Entre 1600 y 1800, salió de aquí toda la plata con la que se enriqueció mucha gente en la capital de Querétaro y en el país. Se dio un auge minero brutal, tanto que aún hoy sigue dando algo con la industria del mercurio, entre otras cosas”, expresa Páramo Quero.
Presidente de la Asociación de Cronistas del Estado de Querétaro, Páramo afirma que la riqueza pinalense —además de la que posee en materia cultural—, también brilló en lo económico; al menos hasta los años 50, cuando el municipio era autosuficiente.
“Con tanta riqueza natural que tenemos, resulta una tristeza recordar tiempos idos. De aquí salían camiones cargados de grano, ganado, aves, madera; muchísima fruta: ciruelas, peras, manzanas, papaya. ¿Ahora qué ocurre? Que no sale nada, prácticamente ninguna mercancía, y todo se trae de Querétaro. ¿Será posible? Le es”, expresa el cronista.
A manera de corolario, el cronista pinalense destaca la prevalencia actual de “un sólo negocio realmente próspero: la industria de la política”.
“Ahora resulta que tenemos nueve partidos y cientos de gentes en la rebatinga por los cargos públicos. Antes, me consta, nadie quería ser presidente municipal, porque no había dinero. Antiguos alcaldes, incluyendo de la familia Herrera, que fue muy honorable, ponían dinero hasta de su bolsa.
“Ahora resulta que en el servicio público sí hay dinero y mucho. Pues véalos: ahora cualquiera quiere ser alcalde, regidor, diputado o lo que sea. Por algo no han sido pocos los que han llegado no para servir, sino para servirse”, comenta.