La tradición de los baños públicos se extingue en Querétaro, pues ya no hay fuentes de aguas termales que son la razón original de estos sitios, afirma el cronista municipal, Andrés Garrido del Toral.
Explica que los primeros baños públicos de Querétaro eran los baños de Pathé, en la zona de Calesa, por el año de 1600. “Brotaba agua caliente de La Cañada y eran la delicia de los queretanos. Pero para 1867 desaparecieron, porque se empezaron a dar orgías. Se empezaron a dar espectáculos de queretanos pudientes de aquel tiempo que organizaban fiestas contra el decoro del queretano”.
Después —relata Garrido del Toral— existieron los baños del balneario de El Piojito, en La Cañada, que fueron disfrutados por el mismo presidente Venustiano Carranza. Incluso, se dice que el nombre del El Piojito se debe a que al mismo personaje histórico se le apareció un piojo cuando se estaba bañando en ese lugar.
Asimismo, indica, se conocieron los baños de El Placer, que se encontraban ubicados en la calle de Independencia en la esquina con Sangremal, abajo de donde actualmente hay un bar. Esos baños fueron muy preciados y muy queretanos, pues su ambiente era meramente familiar, y nunca degeneraron en algo impúdico.
“Ya después, cuando todavía había agua caliente en Querétaro, pues se sacaba a ocho metros de profundidad, lo que hoy es el Palacio de Hacienda, es decir, a un lado de San Agustín, en la calle de Allende había unos baños.
“Hacienda funcionó ahí desde tiempos de Porfirio Díaz hasta 1963, pero cuando Hacienda creció y empezó lo que ahora es el SAT, que era una dirección de ingresos grande, antes ahí existían los baños de San José. Eran rusos, turcos, y el famoso vapor. Todavía los viví.
“Recuerdo que en 1969 me llevaron a esos baños. Se terminaron en 1980, cuando Hacienda necesitó expanderse y estaban donde actualmente se encuentra el SAT”, abunda el cronista.
Luego quedaron pocos, como El Jacal. La Hacienda de El Jacal tenía baños termales, donde actualmente está el hotel Real de Minas y la Hacienda Cruz, y luego de eso, se terminaron en la ciudad de Querétaro, pues el agua se extrae de muy profundo.
Aclara que ni siquiera en Tequisquiapan hay termales, pues los únicos que existen actualmente están en Boyé, entre Cadereyta de Montes e Hidalgo, donde está prohibido meterse, ya que el agua alcanza los 60 grados de temperatura, y se debe esperar a que disminuya esa temperatura.
Los Baños Alameda, indica Garrido del Toral, son más recientes, pues se abrieron hace unos 40 años, aunque el agua ya se calienta en calderas.
Agrega que estos baños eran muy socorridos por los queretanos, pues se aprendió de los romanos, quienes decían que si se tenía una enfermedad, entre ellas la cruda alcohólica, un baño con agua fría, caliente, fría, se quitaba, por lo que después de las bacanales de vino, con eso se “curaban”.