“Dios no quiere que bebas hoy”, le comentó un trabajador del bar ‘El Habano’ a uno de dos jóvenes que llegaron a pie al lugar que se ubica a una calle del mercado Escobedo, quienes se muestran sorprendidos por la presencia de varias patrullas y elementos policiales al exterior del local.

Eran casi las once de la noche del pasado jueves.

“¿Ora que pasó?”, reviró el joven, que junto a su acompañante evidenciaban estar alcoholizados y querían seguir ‘la fiesta’.

“Es una revisión, pero ya no habrá servicio. Ni modo, Dios no quiere que bebas hoy”, expresó el trabajador del bar para después soltar la carcajada y regresar al interior donde más de una decena de policías estatales y municipales hacían una exhaustiva revisión que había comenzado una hora antes.

Previamente los uniformados habían clausurado el bar ‘El rincón del pirata’ ubicado en la avenida El Retablo casi esquina con Universidad.

Tras recibir el aviso, los dos jóvenes dieron media vuelta y regresaron por la misma acera que llegaron. Uno de ellos pasó su brazo por encima del hombro de su amigo para darle unas palmadas, en señal de consuelo, y se perdieron entre la penumbra nocturna.

Así como ellos, durante la revisión que realizaron las autoridades, llegaron algunos clientes más pero de inmediato se retiraron del bar.

Los bares y centros nocturnos están en la mira. Los operativos por parte de las autoridades se mantienen constantes en la capital queretana con el propósito de verificar que se cumplan las medidas para una mayor seguridad de sus clientes.

‘El Habano’ fue el segundo sitio que se clausuró aquella noche, en este caso por la violación al reglamento y faltas en las medidas de seguridad que ponen en riesgo a la clientela.

Un operativo que comenzó alrededor de las 20:00 horas en el bar ‘El rincón del pirata’, ubicado en la avenida El Retablo casi esquina con Universidad, implicó la participación de alrededor de 40 elementos, entre policías y trabajadores estatales y municipales.

Mientras se realizaba la inspección del local, un vecino de la zona que pasó por ahí, platicó con EL UNIVERSAL Querétaro y reconoció que “a cada rato hay relajo aquí, este es mi camino diario y tiro por viaje hay broncas”, dijo, al tiempo que reconoce la importancia de estos operativos de seguridad.

Las luces de las torretas llamaron la atención, porque el operativo requirió siete patrullas y una ambulancia, por lo que algunas personas y automovilistas que transitaban por la zona, sobre todo de las casas que están enfrente del bar, de las cuales se asomaban vecinos para tratar de enterarse de lo que pasaba.

Una hora después del arribo de las autoridades, tras una exhaustiva revisión, se determinó que el lugar sería clausurado. Los oficiales y trabajadores de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) esperaron a que salieran los pocos clientes que se encontraban dentro; además de los encargados del lugar así como algunas mujeres que se encontraban en su interior.

Se apagaron las luces y se bajó la cortina del local para que los integrantes de inspección municipal colocaran los sellos de clausura, debido a que tras la revisión se detectó que el sitio no cumplía con las medidas de seguridad que garanticen el bienestar de las personas; además se detectó la venta de bebidas alcohólicas sin consumir alimentos, pese a que su licencia les permite la venta de alcohol sólo con comida.

Además de que la persona que se identificó como el responsable de la seguridad del bar, dio positivo a cocaína en el examen toxicológico, sin embargo, no se detectó droga al interior del inmueble.

Después de las nueve y media de la noche, elementos policiales abordaron sus vehículos pues tenían un segundo bar nocturno en la mira, ‘El habano’, ubicado en la calle Fernando de Tapia entre Manuel Tolsá e Ignacio Allende, a una calle del mercado Escobedo.

A diferencia del anterior, este bar lucía con bastante clientela en su interior, quienes fueron sorprendidos por los elementos policiales que son los primeros en ingresar, y quienes avisan a los trabajadores de inspección el momento de su ingreso, cuando se verificó que no hay riesgos.

En el lugar sonaba música tropical de fondo, donde regularmente toca un grupo en vivo; sin embargo minutos después del ingreso de los policías fue silenciada y las luces encendidas para facilitar la revisión del local, los encargados y la clientela.

Los silbidos de descontento de los clientes se hicieron presentes pero no evitaron que se suspendiera la venta y se comenzaran a cerrar las cuentas de todas las mesas.

La revisión fue meticulosa por parte de los oficiales, quienes iluminaron con sus lámparas carteras, bolsas y mochilas; además de cada rincón del local de dos plantas. Los clientes que saldaron sus cuentas pero al salir fueron revisados por los elementos de seguridad.

A pesar del movimiento policial sobre la calle Fernando de Tapia, un par de jóvenes con acento norteño llegaron en busca de un lugar para pasar el rato pero al ver a los oficiales decidieron retirarse. Durante el tiempo de revisión, alrededor de cuatro personas más buscaron entrar al bar pero no lo consiguieron.

Dos de esos clientes, fueron a quienes uno de los empleados les comentó como broma, que esa noche “Dios no quería que bebieran”.

Los trabajadores de inspección explicaban a los clientes que se trataba de un operativo de seguridad para verificar que todo estuviera en regla, por lo que también comenzaron a solicitar las cuentas. Eran más de 20 mesas las que estaban ocupadas.

De todos los clientes que salieron, sólo uno, entre su borrachera, insultó a los elementos policiales y criticó la revisión del lugar mientras se alejaba.

Casi a las 11 de la noche, se supo que el bar sería clausurado, por lo que los músicos sacaron sus instrumentos y equipo, y el sitio se vació poco a poco.

La revisión de las autoridades concluyó que el establecimiento no garantizaba la integridad de las personas, a causa de la falta de seguridad privada debidamente registrada y capacitada.

Una falta por la que el bar recibió una multa por el concepto de una irregularidad en la prestación de servicios de seguridad privada, que va de 500 a mil UMA (Unidad de Medida de Actualización) que oscila en 75.49 pesos.

Es decir, los dueños de los negocios que fueron clausurados deben pagar desde 37 mil 745 pesos hasta 75 mil 490 pesos, y tienen 15 días para pagar la sansión.

Estas acciones se han intensificado por parte de inspectores de gobierno, Protección Civil Estatal, Protección Civil municipal, finanzas municipales, policía municipal y estatal, debido a que se han detectado armas de fuego, venta y consumo de droga en por lo menos dos establecimientos, que han sido clausurados.

De los 256 antros establecidos en la capital, se han realizado 31 revisiones, que han resultado en nueve clausuras; además de otros que han sido multados. Se prevé que los operativos que se repliquen en todos los municipios de Querétaro, la intención es que se garantice por completo la seguridad dentro de los centros de diversión nocturna que se ofrece en el estado.

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