Después de leer el evangelio, el padre Alfredo desaparece por un momento del altar y vuelve con un títere de Elmo puesto en su mano derecha. “Un aplauso para nuestro amigo Elmo, por favor”, dice el sacerdote y los niños sentados en primera fila son los primeros en aplaudir.
“Hola amiguitos ¿Pusieron atención a la lectura? ¿Cuál es la oración que más se repite?”, pregunta el personaje rojizo de Plaza Sésamo, quien explica a los niños el significado del evangelio mientras los pone a gritar unísono ¡La paz está en ustedes! Pues dice que ese es el mensaje que cada uno de los pequeños debe guardar en su corazón y llevarlo de reflexión a casa.
Esta dinámica se repite cada domingo a las 11 de la mañana en el Templo San José de Gracia, justo en el Centro Histórico de Querétaro, donde el padre Alfredo Hernández Ramírez oficia misas desde hace dos años y medio utilizando la ventriloquia para conseguir la atención de los niños.
La homilía acompañada de este personaje rojo y peludo, con ojos fijos y nariz naranja dura apenas unos minutos porque el sacerdote debe terminar pronto la ceremonia, pues dará una conferencia en Madrid, España, su vuelo lo espera.
Elmo cruza unos cuantos diálogos con los pequeños, quienes ya están acostumbrados a más.
Los padres de familia que acuden con frecuencia a esta misa, comparten que todo el tiempo el padre Alfredo acompañado de Elmo, Enrique o el monstruo come galletas socializan con los más pequeños y explican la palabra de Dios en un lenguaje adecuado para ellos.
El sacerdote despide a su compañero de trabajo. ¡Adiós Elmo! dicen los pequeños, ¡Pórtense bien amiguitos!, el sacerdote desaparece brevemente y en esta ocasión vuelve sin compañía. Los niños aún sonríen y platican en voz baja entre ellos, tal vez recuerdan alguna frase o expresión del simpático personaje.
Alfredo Ramírez es sacerdote desde hace una década y utiliza títeres desde hace siete años. Mientras se quita apresuradamente el alba y la casulla en la sacristía de la parroquia, comparte en entrevista para EL UNIVERSAL Querétaro que se inspiró en algunos otros religiosos que en su momento utilizaron marionetas con el mismo fin, cautivar a los niños y lograr que estos comprendan los mensajes de la biblia, que a veces son complicados para los adultos mismos.
Recuerda la primera vez que utilizó estos personajes. Una noche antes de utilizar este recurso en la ceremonia religiosa, se paró frente al espejo, colocó un títere en su mano y practicó un breve discurso; reconoce que se sintió ridículo, tenía dudas sobre utilizar dichos muñecos, pero sus ganas de intentarlo fueron más grandes.
Dirigir un mensaje ameno y simple a los niños es algo que poco a poco se ha olvidado entre los sacerdotes, pero no en el Padre Alfredo, quien considera que el reto para los religiosos es conseguir la atención de los más chicos, que generalmente viven una realidad saturada de imágenes, colores y un sin fin de distracciones.
Desde hace siete años el padre Elmo, como lo llaman algunos pequeños, ha utilizado títeres para hacer más digerible las escrituras de la biblia y los resultados encantan a cualquiera.
Siempre baja un poco la asistencia de niños a misa durante las vacaciones, pero lo común es que la pequeña iglesia de San José, frente al hotel La Marquesa, se abarrote de niños que esperan ansiosos el momento en que algún personaje infantil aparezca y haga una fiesta en medio de tanta solemnidad.