Dinorah es reportera de un periódico de circulación local y nacional, madre de tres niños y profesional de tiempo completo; Esmeralda es madre de Matías, de cinco años de edad, reportera multitask las 24 horas del día; mientras que Marittza es igualmente mamá de tres niñas y reportera de EL UNIVERSAL Querétaro.
Todas tienen en común la maternidad pero también la labor del periodismo, un ámbito laboral en el que no se tienen días feriados, se trabaja en Año Nuevo, Navidad y por supuesto en el Día de la Madre.
Las tres periodistas comparten con EL UNIVERSAL Querétaro cómo organizan su día a día para cumplir al 100% con sus dos realizaciones personales: estar presentes en las vidas de sus hijos y seguir en un ámbito profesional que no tiene horarios de salida o entrada y en el que cada día es distinto a los demás.
Con la laptop abierta y puesta sobre la barra desayunadora, Dinorah Becerril hace una pausa en su trabajo para servir leche en tres mamilas; son para Nicolás, Joaquín y Constanza, los dos primeros son cuates de dos años de edad y la más pequeña tiene apenas un año.
Los biberones le garantizan a la joven madre y periodista, cinco minutos de silencio y tranquilidad, tal vez aproveche para terminar un texto o llamar a una de sus fuentes, el periodismo no para y las necesidades de los pequeños, tampoco.
Dinorah actualmente es reportera y antes fue editora, ha trabajado en Querétaro y en la Ciudad de México, donde estudió su carrera.
Cada día comienza sus actividades llevando a los pequeños a la guardería, actividad que realiza lo más tarde posible, casi siempre a medio día. Las siguientes cinco horas las aprovecha al máximo para entrevistar, redactar, enviar, revisar textos, cubrir eventos públicos y entregar todos sus materiales a tiempo.
Ahora se encarga de elaborar reportajes especiales, lo que le permite organizarse de una mejor forma a lo largo de la semana, pero no siempre fue así. Cuando nacieron Nicolás y Joaquín ella era editora y su presencia en la oficina era estrictamente necesaria.
“Cuando eres editora comienzas desde las primeras horas del día a monitorear cómo fluye la información, comenzábamos a trabajar a la 1 de la tarde y teníamos que cerrar edición a las 8 de la noche, debíamos cerrar antes que la edición nacional.
“Convertirme en mamá fue un shock porque de por sí nadie está preparada para ser mamá, menos para ser mamá de dos, entonces eso se junta con que tienes un equipo a cargo, debes supervisar una edición y estar pendiente de los niños, aunque siempre he tenido la ayuda de mi familia, mi esposo, mi suegra, mi mamá. En ese tiempo me veías sentada en la computadora con cada niño en un portabebé y meciéndolos, llamándole a los reporteros o a los fotógrafos”, recuerda.
Como mamá y profesional del periodismo, Dinorah Becerril asegura que la maternidad no le resta profesionalidad a su trabajo, al contrario, siente que lo fortalece. Confiesa que jamás pensó en dejar de trabajar para dedicarse de lleno a cuidar a sus hijos, pero tiene claro que ellos son su prioridad.
“Jamás pensé en dejar de trabajar, no me atrevería a dejar algo que me llena personalmente. En caso de que alguno de mis niños estuviera enfermo o necesitara de mí con urgencia, pues lo siento mucho pero sí buscaría quién hiciera mi trabajo, a ellos siempre los he puesto primero.
“Eso cuesta un poco de trabajo en este gremio, a veces dejan de confiar en ti cuando tienes hijos, pero yo siempre entrego lo que me piden, mi trabajo no baja de calidad porque soy mamá, al contrario creo que le echas más ganas porque algún día ellos van a entender que lo que yo hago es importante y tiene peso”, comenta la periodista.
Su día comienza a las seis de la mañana, prepara el desayuno de Matías que debe despertar alrededor de las siete, cuando el desayuno, el lonche y a veces hasta la comida está lista, Esmeralda Trueba prepara a su hijo para llevarlo a la escuela y después de eso comienzan sus actividades laborales.
Esme, como la llaman su familia y amigos, cubre notas diarias, así que cada día es distinto. A diario cubre eventos públicos, entrevista a funcionarios, manda avances informativos al medio de comunicación para el cual trabaja y a las dos de la tarde debe estar de regreso en la escuela para recoger a Matías.
La tarde no será más tranquila que la mañana. Después de comer, Esme y Mati se pasan horas en un cuarto de juegos que acondicionaron en su casa, ahí Esmeralda tiene un escritorio con su computadora y demás herramientas de trabajo, junto a ella un escritorio más pequeño para su hijo.
Durante la tarde, supervisa los juegos del niño mientras manda textos necesarios para el periódico y la página web, también debe hacer las tareas con Matías. Después de las cinco o seis de la tarde ambos pueden pasar tiempo juntos sin preocuparse por el trabajo, siempre y cuando Esmeralda no reciba un encargo de última hora.
Así es uno de sus días ordinarios, pero algunas veces el día a día se complica. Cuando Esmeralda debe cubrir un evento antes de las ocho de la mañana, debe asegurarse de que alguien lleve a Matías a la escuela, casi siempre se apoya en su familia o en el papá del pequeño.
“En las tardes es cuando yo tengo más trabajo porque tengo que enviar y aventajarle a muchas cosas. En el cuarto de juegos tengo mi escritorio para estar juntos, siempre busco estar con él el mayor tiempo posible. Me lo he tenido que llevar algunas veces al trabajo, le ha tocado acompañarme a algunas marchas o entrevistas con funcionarios. Desde bebé le ha tocado conocer mi trabajo."
“Creo que ahora que Mati va creciendo es más complicado porque ahora él tiene más necesidades, es más demandante, está en una etapa en la que debe hacer tareas" dice.
Al igual que Dinorah, Esmeralda coincide en que ella es tan eficiente como una periodista sin hijos. Se considera afortunada de trabajar en un medio en donde la maternidad sí tiene cabida.
“Mi embarazo fue de alto riesgo, me permitieron trabajar desde casa durante cinco meses y ahora soy muy responsable con mi trabajo, siempre me organizo para no descuidar ninguno de estos dos aspectos, ni mi tiempo con Mati ni mi trabajo”, expresa.
El día a día de Marittza Navarro no dista mucho de las demás mamás reporteras. Cada día ella y su esposo, que también trabaja en medios de comunicación, se organizan y reparten tareas para cumplir con su trabajo y también con sus tres hijas, Ximena de 10 años, Vanessa de cinco y Emma de cuatro años de edad.
Marittza no se considera una “mamá tradicional” y al igual que las demás entrevistadas, nunca ha considerado dejar de trabajar para dedicarse por completo al cuidado de sus hijas.
“Dejar de trabajar sí me ha pasado por la cabeza pero la verdad yo no creo ser una mujer tradicional, honestamente no me veo en casa, aunque me encanta estar con mis hijas. Ser sólo ama de casa no es para mí. De hecho le he planteado a mi marido que en algún momento yo podría irme a chambear y que él se quede en la casa.
“En este trabajo he crecido como persona, como profesionista y como mamá, me gustaría que mis hijas aprendan a hacer lo que ellas quieran, sin la presión de otras personas, que se quiten ese peso cultural e histórico de que porque eres mujer no puedes hacer las cosas o tienes que ser sólo mamá”, comenta.
En su trayectoria de periodista y madre, Marittza ha vivido situaciones de discriminación por el hecho de ser reportera y madre de tres niñas. Cuenta que en algunas ocasiones le han restado actividades o no le han permitido hacer ciertas coberturas porque el jefe considera que debe estar en casa cuidando a sus hijos, lo que Marittza siente que más que un gesto bien intencionado es excluirla de su ámbito profesional.
“No creo que la maternidad resta profesionalismo, creo que la percepción de los demás es lo que le resta profesionalismo al trabajo de las mamás reporteras y mamás en general. Se le sigue dando mucho peso a que las mujeres se encarguen de los hijos, pero en general es un trabajo de los dos.
“Sí he tenido experiencias de discriminación, como mamá tuve una experiencia con uno de mis jefes, que decía que me dejaba el trabajo más leve que para que yo tuviera tiempo con mi hijos, él decía que en ese medio las mamás eran primero y nos dejaba menos chamba, pero creo que esas políticas están mal enfocadas, porque en ese afán de ‘ayudarte’, terminan haciéndote a un lado”, agrega.
Las tres mujeres, madres y periodistas coinciden en que la maternidad no le resta profesionalidad a su trabajo y que el periodismo, por más demandante que sea, tampoco les impide pasar tiempo de calidad con su familia. Seguramente, este 10 de Mayo ellas y otras mamás periodistas se privarán de algunos festivales escolares o tal vez festejos familiares para alimentar una industria que nunca se detiene.