Aunque el barrio de San Roque era conocido por ser una zona maderera hace varias décadas, actualmente ya no existen más de dos establecimientos de este tipo. Las crisis financieras y la importación de muebles de línea, poco a poco ha mermado los negocios de madera y las carpinterías.
Sin embargo, todavía existe en ese barrio uno de estos lugares. Con 77 años de antigüedad, la madereria ‘El Pino’, ubicada en la avenida Felipe Ángeles número 12, fue la primer maderería instalada en la zona, cuando en el lugar sólo había terrenos baldíos, y sigue siendo un negocio icónico en la ciudad.
‘El pino’ es administrado desde hace 41 años por el señor Humberto Mercado Tello, y antes de él su padre, Gonzálo Mercado, se encargó de fundar y sostener el negocio familiar, por el que ya han pasado tres generaciones; inicialmente Gonzálo Mercado, Humberto Mercado y ahora se ha involucrado en la administración del lugar, su hija, Norma Mercado.
Decenas de toneladas de madera están apiladas a lo largo y ancho del lugar. Madera de pino y encino de pino son los materiales más frecuentes.
La maderería se divide en tres grandes naves. Una bodega donde se almacenan láminas y maderas cortadas o pulidas; al centro está el área de trabajo de los carpinteros y un pequeño estacionamiento para clientes; del otro extremo se tienen áreas al aire libre donde se extiende la madera recién llegada para que termine de secar. Da la bienvenida a los clientes, un un enorme colector de aserrín instalado al centro del lugar, rotulado con un ‘75’, en honor a los años completados por la empresa en 2015.
En promedio, al mes se reciben entre 2 y 3 camiones cargados con 30 toneladas de madera, provenientes de lugares como Durango, Michoacán, Guerrero y Oaxaca. La madera se distribuye por ‘El Pino’ a pequeños empresarios y carpinteros de Querétaro, Guadalajara, San Miguel de Allende y otras ciudades vecinas.
Pero a don Humberto no le basta con recibir y vender la madera, también debe protegerla de su peor enemigo, el clima. En tiempos de lluvia la madera se humedece, mientras en tiempos de calor, aumenta el riesgo de provocar un incendio.
“Todos los días quitamos la corriente eléctrica, revisamos que no quede ninguna colilla de cigarro, porque aunque está prohibido, es imposible vigilar todo lo que hacen las personas que entran y salen del lugar. A veces también los cristales hacen la función de lupa, todo el tiempo revisamos esos aspectos para evitar un incendio. Bendito Dios, en 77 años jamás ha sucedido”, cuenta el señor Humberto.
Sin embargo, a pesar de las medidas de seguridad para no perder o dañar la madera, un 10 por ciento del producto se vuelve casi inutilizable debido a la naturaleza.
“El árbol recuerda la forma que tenía originalmente, entonces aunque nosotros le demos la forma de tabla o de viga, la madera se tuerce porque trata de volver a su forma original, la naturaleza algunas veces no respeta la condición que tiene ahora que ya está cortada. Generalmente es pérdida para nosotros aunque algunas ocasiones hay quién se la lleva para fabricar muebles con este estilo, rústico”, señala.
Don Humberto recuerda cómo él y su padre aplanaron el piso y adecuaron una antigua fábrica de cuero, para convertirla en lo que hoy es ‘El pino’. Esto, una vez que decidieron cambiar de giro y en lugar de fabricar muebles, dedicarse sólo a vender madera.
“Antes estábamos en el centro, en la calle Guerrero número 44, pero cuando llegamos aquí estaba todo descubierto, no había casas, todo alrededor eran terrenos baldíos, estas eran las afueras de la ciudad. Hubo otras madererías que también se salieron del centro y se instalaron en otros lugares, pero no todas vinieron a San Roque, nosotros fuimos los primeros en llegar aquí”.
Actual administración
Desde que Norma tenía 16 años, comenzó a involucrarse en la venta de madera, a través de esta empresa familiar. Recuerda que ella y sus hermanas eran las primeras y las últimas en abordar el camión que las llevaba a la escuela, y mientras no estaban en las aulas, ayudaban a su padre, don Humberto.
“Nosotras éramos las niñas de la maderería, así nos ubican nuestros compañero de escuela. Teníamos nuestra casa aquí en San Roque, pero todavía era de las colonias alejadas de la ciudad. Y recuerdo que cuando no estaba en la escuela yo venía aquí y veía cómo funcionaba todo, desde que tenía 16 años. Ahora soy empleada y administro el lugar junto con mi papá, tengo cerca de 15 años de planta aquí en la maderería”, comenta Norma, mientras imprime tickets y hace cálculos para los clientes.
Cumple 77 años de existencia
A finales de mes, la maderería más grande de San Roque y también la más antigua, cumple 77 años de su fundación. En todo este tiempo, Humberto Mercado ha visto desaparecer negocios similares, por las crisis económicas y la llegada de grandes tiendas que ofrecen y distribuyen muebles importados.
Las herramientas y técnicas también han cambiado, pero ‘El pino’ todavía conserva algunas carretillas con las que se transportaron poco a poco, hace casi 80 años, las primeras toneladas de madera en este negocio.
“Cuando yo recibí este lugar, lógicamente por la diferencia de edades implementamos nuevos métodos, nuevas formas para hacer más eficiente el negocio. Mi tío administró este lugar antes que yo, y cuando dejó el negocio tenía 90 años, a esa edad uno ya no se enfoca uno en crecer; tal vez ahora a mí me pasa lo mismo, pero por eso tenemos la nueva sangre que es mi hija Norma al frente del negocio”, comentó con una sonrisa en su rostro, orgulloso de su empresa familiar.