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Algunos locatarios cuentan que cuando los bomberos llegaron a apagar el incendio en el mercado de El Tepe, no sabían cuál era la mejor forma de combatir el fuego; el mercado no tiene salidas de emergencia y los brigadistas no sabían por dónde ingresar; mientras esto ocurría, los primeros vendedores llegaban al lugar y veían desde afuera, con desesperación y sin poder hacer nada, cómo su patrimonio se convertía en cenizas.
Según las autoridades estatales y municipales, el incendio pudo haber sido provocado por un corto circuito en una bodega que contenía madera. Se reportó que al menos 80 locales registraron pérdidas totales.
Los comerciantes se enteraron del incendio por vecinos de los barrios y colonias cercanas; alrededor de las cinco de la mañana recibieron las primeras llamadas, les dijeron que el mercado estaba en llamas, que salía humo por el techo.
“Fue una desesperación muy grande llegar aquí y ver las llamas, ver que todo tu esfuerzo y tu trabajo se lo come el fuego, sin que puedas hacer algo”, compartió una comerciante.
Para las seis de la mañana, los brigadistas del estado realizaban labores de limpieza y enfriamiento en el mercado, la zona estaba acordonada, ningún locatario podía entrar, aunque todos querían saber el estado de sus locales, comprobar si alguna de sus mercancías se había salvado.
A las afueras del mercado, en el Centro de Atención Familiar (CAF) El Tepetate, los locatarios mantenían asambleas, intentaban organizarse, idear un plan, primero para ayudar a sus compañeros que lo perdieron todo y después para exigir a las autoridades que solventen las afectaciones.
Algunos vendedores, en medio del caos, del enojo y la tristeza, hacían comentarios fatalistas, decían que esa zona del mercado ya no se salvaría, que mejor valdría tumbarla y volverla a construir, otros decían que el gobierno se tardaría meses en darles respuesta.
Sin embargo, había personas con mayor templanza, como Magdalena Higuera Filorio, que a pesar de ser una de las 25 comerciantes con pérdidas totales por el incendio, mantenía la calma mientras tomaba un café caliente y un tamal; alguien organizó una pequeña cafetería, el día ya era lo suficientemente malo, nadie debía tener el estómago vacío.
Pérdidas.
Magdalena miraba en silencio la confusión de sus compañeros, ella es diabética, no podía permitirse perder el control, pensaba que sin importar qué tan oscuro sea el panorama, encontraría la forma de salir adelante. Nunca en sus 21 años como locataria en El Tepe, había pasado por una tragedia de esta magnitud.
Ella vende ropa, calcula sus pérdidas en mercancía cercanas a los 600 mil pesos, además de los papeles importantes como permisos y licencias que también se perdieron en el incendio.
Recuerda que un día antes del siniestro, las fuertes lluvias afectaron las instalaciones del mercado, el agua ingresó por todos lados, se votaron las coladeras, todo se llenó de desorden y suciedad. “¿Eso habrá ocasionado el corto circuito?”, se preguntaba.
“En este mercado no hay salidas, siempre hemos peleado por tener más entradas y salidas y jamás han hecho algo, le damos gracias a Dios de que el incendio fue en la noche porque si es en el día y más si es en uno de los días en donde hay tianguis, ¿por dónde entrarían los bomberos? Por lo menos no tuvimos pérdidas humanas.
“Me siento devastada, perdí mi patrimonio, ahorita vamos a estar unidos todos los locatarios, sé que de mi negocio no quedó nada, pero pues tengo que volver a empezar, tenía como 600 mil pesos invertidos en mercancía y todo lo perdí”.
No todos los comerciantes tuvieron la paciencia que mostró Magdalena durante la mañana, algunos miraban trabajar a los brigadistas desde el otro lado de la acera, con la mirada perdida y se soltaban a llorar. Se repetían una y otra vez que la tragedia pasaría y saldrían adelante, aunque en ese momento no supieran qué hacer.
Una vez que personal de Protección Civil apagó el fuego, permitió a los locatarios ingresar al mercado para recuperar alguna de la mercancía que se había salvado. Incluso los vendedores que no sufrieron daños en sus negocios querían rescatar la comida que tenían guardada en los refrigeradores, pues temían que se echara a perder.
Ingreso.
Los brigadistas indicaron que sólo se podía pasar una vez, aconsejaron tomar toda la mercancía que pudieran, pues ya no habría un segundo ingreso. Los comerciantes se miraban unos a otros, todos querían entrar al mismo tiempo, pero acordaron que los locatarios afectados serían los primeros en entrar.
En pequeños grupos, los comerciantes entraron al mercado y rescataron lo más que pudieron; tuvieron sentimientos encontrados: por un lado sintieron alivio de rescatar algo de sus productos, pero esa pequeña dicha se hacía nada cuando lo dimensionan con la pérdida total de su patrimonio.
En una segunda fase, entraron los comerciantes de negocios de alimentos, a ellos sí les permitieron sacar toda la comida, de lo contrario se echaría a perder debido a la falta de electricidad. La mayoría de los locatarios optó por regalar la comida que pensaban vender ese día, el estacionamiento del Centro de Atención Familiar se convirtió por un momento en una pequeña kermés con comida gratis.
“Esto es lo que tenía en mis refrigeradores para vender el día de hoy, entonces la saqué y la repartí entre los compañeros, hay que ser solidarios y todos llegaron muy temprano con la panza vacía, hay que compartir lo que tenemos”, comentó una de las vendedoras.
Apoyo.
Alrededor de las 12:00 del día, el alcalde Marcos Aguilar Vega recorrió las zonas afectadas del mercado y se reunió con los comerciantes. Primero les externó su solidaridad por la pérdida del patrimonio familiar, pero también detalló un plan de trabajo.
Se comprometió a reactivar el mercado lo más pronto posible, siempre y cuando no se ponga en riesgo la vida de ninguna persona; también ofreció un lugar temporal a las afueras del mercado para que los locatarios que perdieron todo puedan seguir trabajando.
Los vendedores aprovecharon la visita del alcalde para externar miedos e inquietudes, como María Elena, cuyo principal miedo es que las autoridades tarden meses en rehabilitar la zona afectada.
bft