Aurelio Villegas enciende su “e-cigarrillo” cliqueando un botón que emite luces de colores, y exhala una gruesa bocanada de vapor blancuzco y con aroma a vainilla. Luego, este joven emprendedor que se presenta ante EL UNIVERSAL Querétaro como “activista del uso responsable de cigarrillos electrónicos”, dice que el gobierno federal se comporta de manera “miope y oscurantista” al prohibir estos artilugios de alta tecnología, así como las sustancias que les dan sabor y aroma, conocidas como “e-líquidos”.
La fragancia dulce que expele Villegas con su vaporizador —uno de los 300 modelos que exporta al mundo la República Popular China, país que patentó estos equipos en 2003—, se logra gracias al “e-juice” que fluye a cuentagotas dentro del cilindro; la sustancia se calienta mediante una resistencia que es activada por dos baterías recargables en puertos de cómputo USB.
Si bien uno de los cinco vaporizadores distintos que tiene enfrente el reportero podría operar con saborizantes traídos de Italia, Holanda o Inglaterra, llama la atención descubrir que este contiene una sustancia con aroma de zarzamora, fabricada en el estado de Querétaro (marca Jaguar). “Más sabrosa y más barata”, dice el experto.
“¿Sabías que en México hacemos de los mejores e-líquidos del mundo?”, dice Aurelio, entrevistado en un café de la elegante Plaza Antea de esta capital. El centro comercial es uno de los tantos del país donde operan “smoke-shop’s” que ofrecen a sus clientes esencias para vapeo, tanto de importación como nacionales, con olores de mango, piña, naranja y plátano, entre otros.
Aun estando oficialmente “prohibido” por la Secretaría de Salud y por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), el mercado del e-cigarrillo se expande de cualquier manera en México; especialmente desde que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) amparó a un empresario pionero del negocio, quien acababa de ser multado por vender e-cigs.
Por unanimidad, cinco ministros de la Segunda Sala de la SCJN decretaron en septiembre de 2015 que la autoridad violó las garantías de trato igualitario para un acto de comercio; considerándose “inconstitucional” y “desproporcionado” por parte de la Cofepris permitir la venta en México de productos del tabaco, al tiempo que pretendía sancionar la comercialización de los que no necesariamente lo contenían.
Cuestionado por este diario respecto a si la Cofrepis habría modificado de alguna manera sus mecanismos contra la venta de e-cigarrillos a raíz de la resolución de la SCJN, un funcionario de dicha comisión comentó: “Mientras el Congreso de la Unión no aborde el tema y llegue a cambiar una coma a las leyes que nos rigen, aquí seguimos igualitos: haciendo un gran esfuerzo para cuidar la salud de todos”.
Si bien no hay cifras oficiales que cuantifiquen el mercado irregular de los e-cig en México, una simple búsqueda en internet permite ubicar a una veintena de tiendas en línea con aparente factura nacional, mismas que prometen enviar productos a toda la República, recurriendo a todos los servicios bancarios y a las empresas de mensajería.
Al mismo tiempo, gran cantidad de tiendas en línea chinas, estadounidenses o europeas ofrecen envíos “a cualquier parte del mundo”; algunas de éstas sólo anotando la salvedad de que el emisor “no se hace responsable por las posibles incautaciones aduaneras que ocurran dentro de los países que prohíben los productos”.
De acuerdo con el sitio web Vaporbeast.com, los países donde no pueden enviar sus productos son: México, Brasil, Panamá, Israel, Tailandia, Noruega, Arabia Saudita, Turquía y Francia, mientras que otra tienda en línea cita dificultades de exportación hacia España, Rusia, Ucrania, Singapur, Indonesia, India y Malasia, entre otros. “Si usted no ve su país durante el proceso de pago en línea, nos disculpamos por no poder atenderlo”.
Sin más restricción que la de no venderlos a menores de edad, Estados Unidos ocupa, con 43%, el liderazgo mundial dentro del mercado del e-cig; seguido de Inglaterra (13%), Italia (7), China (6) y Malasia (6), según datos del portal financiero Seeking Alpha.
Iniciado en 2007 con ventas por siete mil millones de dólares, el mercado estadounidense ya proyecta alcanzar para 2019 los 24 mil millones de dólares; una cantidad cada vez más cercana a los 35 mil millones de dólares que factura el cigarro tradicional, de acuerdo con el ente que aglutina al gremio, la Asociación Internacional del Cigarrillo Electrónico (TVECA, por sus siglas en inglés).
Para reforzar la hipótesis que suelen propagar algunos analistas financieros, en el sentido de que la industria tabacalera “comparte piso” con el creciente mercado del cigarrillo electrónico, puede verse que la sede de la TVECA se localiza en Alpharetta, Georgia, la misma ciudad donde reside el mayor fabricante de cajetillas del mundo, Phillip Morris.
La vistosa mercadotecnia que a través de internet impulsa las “virtudes” del e-cig no impresiona a la doctora Guadalupe Ponciano Rodríguez, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México y directiva del Consejo Mexicano contra el Tabaquismo.
Con más de 20 años en el manejo clínico de adicciones, la académica dice que la inhalación de sustancias para vapeo es perjudicial para la salud, dadas “las múltiples sustancias tóxicas que pueden estar contenidas en el vapor”, ello además de que dicha práctica “puede ser una puerta de entrada para el tabaquismo e implicar un incremento de fumadores a temprana edad”.
La especialista recuerda que el vapeo no está recomendado ni por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni por la estadounidense US Food & Drug Administration (FDA), encontrándose “cada día más información científica que documenta su toxicidad y carcinogenicidad”.
A manera de conclusión, Ponciano Rodríguez opina: “Muchos fumadores creen que el cigarrillo electrónico es la solución anhelada para dejar de fumar; sin embargo, es importante recordarles que la nicotina, ya sea en la hoja del tabaco o en el e-líquido, es una droga altamente adictiva.
“Hay muchos mitos alrededor del e-cig, pero también hay muchas realidades que son importantes de conocer antes de tomar la decisión de usarlo. Puede estar en juego la salud y mucho más”.
Emprendedor de Aguascalientes, pero con negocios de importaciones en Querétaro y todo el corredor Bajío, Aurelio Villegas dice no tener dentro de su giro comercial la venta de e-cigarrillos (“apenas lo estoy valorando”). Hasta ahora, sólo difunde su activismo personal en pro de los derechos de los vapeadores, quienes “sufrimos discriminación”.
—A ver, ¿cómo te explicas que yo puedo comprar en cualquier tiendita un cigarro convencional, tabaco para pipa o hasta un apestoso puro, y no puedo adquirir con legalidad, pagando impuestos, un vaporizador de alta tecnología, el cual te regala un aroma a frutas y que puede no tener nicotina?
“Si yo, gobierno, te permito a ti fumar [hacer humo], pero a mí me prohíbes vapear (generar vapor), me estás discriminando”.
Refutando las razones de salud que aduce la autoridad para mantener su veto, Villegas acepta que muchos e-líquidos contienen nicotina, pero asegura que su grado es “hasta tres veces menor” que el de un cigarro convencional, aunado a que “echar vapor, en vez de humo, te librará para siempre del canceroso alquitrán”.
Villegas comenta que el único punto científico que resta por avalar académicamente es el uso en las sustancias del excipiente propilenglicol, mismo que ya está probado para consumo en alimentos, pero que aún no termina de valorar para el caso de la inhalación. Sin embargo, augura que “muy pronto se sabrá que el posible daño no será nada comparado con el que te causas al meterte tabaco quemado a los pulmones”.
Villegas suelta sus argumentos con la rapidez con la que ensambla los componentes de sus distintos habanos de metal y plástico.
Tras manifestar no ser “un fanático” o “amigo de las teorías de la conspiración”, comenta que sí le parece “al menos sospechosa” la conducta de países que, como México, se niegan a regular el mercado de los e-cigs, al tiempo que toleran el cigarrillo típico.
“Cuando uno ve semejante absurdo, es fácil percibir que tal vez se oculta un tema de interés fiscal y de inversiones entre los gobierno y las industrias. Pensemos en la millonada de impuestos que pagan las tabacaleras y en los beneficios que la propia enfermedad genera en industrias como la farmacéutica.
“No quieren reconocer que el vapeo puede servirte para dejar de fumar, y menos aun los estudios que ya indican que el e-cig es 95% menos tóxico que el cigarro normal. Pareciera que se quiere mantener a la gente enferma, por negocio”.