Cerca de las cinco de la mañana la hija de Alberto Hernández Pérez lo despertó; había un olor muy fuerte de algo que les irritaba la garganta y los mareaba; al asomarse a la ventana, distinguieron una neblina muy blanca.
Alberto se alarmó y decidió sacar a su familia de su pequeña vivienda en la colonia El Rocío, en San Juan del Río. Pocos minutos después observó el arribo de las unidades de emergencia y se dio cuenta que la nube de humo había sido causada por una toma clandestina.
Hace un año y medio que la familia de Alberto llegó a vivir a El Rocío 6, una de las colonias irregulares que se ubican en esta zona conocida como Los Rocíos, la cual sólo se divide según percepciones de los habitantes, pues no hay límites físicos que precisen dónde inicia o acaba cada sección. La falta de pavimentación y urbanización hace que en épocas de lluvia sea casi imposible el paso.
Desde hace varios años Alberto compró un terreno, sin embargo, con el salario que obtiene como operador de transporte público tuvo que esperar para juntar el dinero suficiente para poder iniciar la construcción de su vivienda. Desde un inicio supo que la zona no contaba con certeza jurídica, pero se animó a comprar el terreno porque familiares cercanos también se instalarían en la colonia Aquiles Serdán y algunos otros estarían en Los Rocíos.
En el tiempo que lleva viviendo en este lugar sólo supo de una situación de riesgo por el robo a los ductos de Pemex pero “afortunadamente” todavía no habitaba su casa.
Este miércoles despertó con la incertidumbre de que algo muy malo había pasado en su colonia y tenía que salir con su esposa, su hija y su nieta de apenas tres meses.
“Salimos corriendo de allá porque ya no se podía respirar. Un vecino del fraccionamiento Las Torres nos sacó en su carro y pudimos salir hasta La Floresta. Mi familia ahí está ahorita en la calle, yo me regresé a ver cómo están las cosas. Como sea, es nuestra casa y tengo que estar al pendiente de lo que pase”, mencionó.
La casa de Alberto y su familia se encuentra aproximadamente a 100 metros del punto donde se presentó la fuga de metil, derivado de una toma clandestina a ductos de Pemex, lo que movilizó a más de 70 elementos de diversos cuerpos de emergencias, además de que generó la evacuación de 500 personas de cinco colonias, entre ellas Los Rocíos.
Mientras amanecía, Alberto dejó a su familia en un lugar seguro y regresó a la zona donde pudiera ver qué pasaba con su casa.
Junto con otros vecinos de la colonia Aquiles Serdán, se quedó a casi 500 metros del lugar de la fuga; se tapó la cara con un pañuelo y grabó con su celular lo que se alcanzaba a ver desde un terreno baldío; era una manera de contarle a sus familiares la gravedad de lo que pasó.
Cuando llegó la policía estatal a pedirles que evacuaran tuvo que hacer caso y alcanzar a su esposa y a su hija, no podían ir a casa de algún familiar, pues todos viven en colonias afectadas, por lo que seguramente se trasladarían al albergue habilitado.
“Éstos son los problemas que se tienen por comprar un terreno barato. Los que hicieron este daño ya se fueron, pero a nosotros nos afecta; es nuestro patrimonio y por unas personas todo se viene abajo… Tal vez quieren afectar al gobierno, pero pasan a perjudicar a las personas. Nosotros qué tenemos que ver, somos gente que diario trabajamos y lo poquito que tenemos lo podemos perder de la nada”, dice.
Aunque le da miedo que vuelva a ocurrir una situación similar, Alberto no cree que pueda cambiar el lugar donde vive: se requiere de dinero con el que no cuenta.