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La niña de no más de seis años pedalea con esfuerzo su bicicleta. Un instructor le da un ligero empujón para que avance con más facilidad. Poco a poco la pequeña toma confianza y avanza. “Aquí se les enseña primero a disfrutar la bicicleta, que se metan al mundo del ciclismo”, dice Carlos Mendoza, quien desde hace 20 años lleva a cabo cursos de verano para niños que quieran aprender a rodar con seguridad, acompañados de instructores capacitados.
Al menos 40 menores participan en el curso, todos con sus cascos, guantes y, en el caso de los más chicos, coderas y rodilleras para protegerse de las caídas, constantes cuando se aprende a montar en bicicleta.
Carlos, o Charly, como lo conocen, explica que su escuela de ciclismo, Polibikes, ya con 20 años de existencia, busca que niños, jóvenes e incluso adultos se adentren en el mundo del ciclismo, que tiene muchas vertientes, las más conocidas son la deportiva y la urbana, pero, asegura, hay muchas cosas que tienen que aprender los niños para montar bicicleta con mayor seguridad.
“Les inculcamos mucho esa cultura de cuidados. Como ciclistas tenemos mucha responsabilidad para no tener accidentes. Nosotros nos podemos exponer más, son conceptos que les vamos inculcando”, indica.
Dice que el entrenamiento inicia desde el hecho de enseñarles a andar sin las rueditas de la bicicleta, usando su confianza y una técnica de trabajo especial.
Los niños más pequeños que reciben en los cursos son de tres años, aunque deben ir acompañados de sus padres, por el hecho de que tienen que ir al baño. Más grandes, de cinco años en adelante, ya se pueden integrar a los diferentes grupos.
El límite de edad, dice, no existe, aunque los adultos se separan de los niños, pues a partir de los 18 años se dividen de los menores, que son las categorías juveniles grandes.
Apunta que entre semana tienen las academias y ahora que comienzan las vacaciones de verano, empiezan sus cursos semanales. Terminando el verano, las academias se llevan a cabo en las tardes, para que los niños que van a la escuela puedan asistir.
“Ahorita tenemos una participación con un cupo limitado a 50 niños, pues se calcula el número de niños y el número de instructores. [Los] que colaboran con nosotros tuvieron un entrenamiento previo al curso de verano, porque no podemos invitar a otros instructores y si rebasamos esa cifra, nos salimos de control.
Estamos recibiendo a 40 niños. Cada grupo de 10 tiene un instructor y un asistente. Si son más chicos, son dos instructores y un asistente, dependiendo la edad. Es una fórmula que hemos calculado a través del tiempo, por seguridad y por todo lo que implica”, abunda.
Subraya que no se saca a los niños pequeños a la calle, pues lo primero es que los niños tengan conocimiento de las reglas viales, pero un tema de aprendizaje importante para un niño pequeño es el equilibrio, que sepa frenar, ésto último como parte fundamental al momento de rodar, “pues si no lo enseñas a frenar, con lo primero que le enseñas se estrellará”.
Después de eso, se enseñan desarrollo de habilidades y destrezas, pero, sobre todo, se les enseña a que se diviertan con las bicicletas, incluso cuando quieran hacer algunas maniobras y trucos, pero con el conocimiento de la técnica adecuada.
En el espacio entre una tienda departamental y un conjunto de cines, los niños ruedan en sus bicis. Los más grandes lo hacen con seguridad, mientras que los más chicos se tambalean tratando de guardar el equilibrio, aunque más de uno no lo logra.
Una instructora se acerca a un niño que acaba de caer de la bicicleta. El menor se levanta, mientras la instructora le pregunta si está bien. El pequeño asiente con la cabeza y vuelve a montar en la bici.
En otro extremo del terreno, el grupo mayor se prepara para dar una vuelta por el estacionamiento del centro comercial, que antes de mediodía luce semivacío. Un instructor coloca conos para que los aprendices hagan slalom. Uno a uno pasan por los obstáculos. Hacen bien el recorrido, aunque al girar para dar la vuelta algunos pierden el equilibrio, pero parte del curso es enseñarles a evitar la caída y, si caen, sepan la manera de hacerlo para no lastimarse.
Por ello, dice Carlos, “como reglamento, no pueden andar sin su equipo de seguridad, como son casco, guantes, todo lo que implica, porque una caída, hasta el más profesional la puede tener”.
De ahí, pasan a la competencia, el factor deportivo, aunque no todos los niños desarrollan ese sentido. El deporte, abunda, representa que el niño se interesa por ir a competencias, ahí se hace la selección, se habla con los padres y los intereses del menor. Luego, se hace trabajo en equipo de la
misma escuela.
Enfatiza que a lo largo de todos estos años de cursos, han destacado algunos ciclistas jóvenes que sobresalen en competencias, como es el caso de Carlos Mier y Terán, que ha representado a Querétaro en el Campeonato Panamericano de Colombia. Otro es David García, que rompió el récord mundial en la prueba trial, así como varios casos que se han dado de manera natural.
“El deporte, en lo personal, lo traigo muy arraigado por mi familia, que es por lo que entré a este tema del ciclismo. Mi abuelo fue ciclista. Mi papá, Guillermo Mendoza, participa en la Olimpiada de México [en 1968] y nos deja el legado de coach”, abunda.
El padre de Carlos, explica él, se encuentra en este momento en Colombia, pues el modelo de la escuela de ciclismo les interesó en aquel país.
Subraya que más allá de la actividad deportiva, el ciclismo es una disciplina que, sin importar la edad, puede ser ideal para conservar la condición física, además de ser divertida. “Todos los que se acercan al mundo de la bici se van muy contentos, es salir al aire libre”.
Los mayoría de los niños toman un receso, pues es imposible para ellos pedalear durante todas las horas del curso. Se acercan y buscan sus loncheras, buscan el agua. Algunos más buscan también el baño, al cual son acompañados por un par de instructoras que vigilan la visita a los sanitarios.
Carlos precisa que los esfuerzos de las autoridades por apostarle a la movilidad sustentable, como la bicicleta, se debe de reconocer, pues es dar un paso adelante, ya que nadie ponía atención en ese tema antes.
“Hace falta una campaña fuerte con la ciudadanía de hacer conciencia respecto a tener mejores hábitos al conducir cualquier vehículo, esa es la clave. Si tú eres un buen conductor de bici, serás un buen conductor de coche. Te haces muy consciente, te das cuenta de todo lo que pasa en ese tema, pero si nunca te has subido en una bicicleta y vas en carro hasta te vas a molestar. Los conductores de automóvil nos tienen que ayudar a los ciclistas a que la ciudad sea más amigable, y los ciclistas nos tenemos que educar para usar más el sentido común”, puntualiza.