Un martes de 2009, el jefe de familia dijo a su esposa que se sentía “muy crudo” para ir a trabajar y que se quedaría a solas en casa. Pero el técnico metalmecánico de 47 años tenía otra intención: empacar la maleta con la que minutos después desaparecería del hogar.
Han pasado ocho años desde que el esposo y padre se marchó, y aunque su expediente número IIIA/1220 aún figura en el archivo de “hombres mayores no localizados” por la Fiscalía General del Estado de Querétaro (FGEQ), un familiar suyo, ubicado por este diario a través de una red social, dice ya no esperar que reaparezca.
Solicitando la reserva de su nombre, la pariente del desaparecido explica: “Se fue porque quiso, ojalá esté bien, no le deseamos mal, que lo acompañe Dios. Tiene mucho tiempo que nos hablaron de la policía, para pedirnos noticias de él, y les dijimos así, que ya no lo buscaran…”
En Querétaro —entidad donde tres de cada diez hogares censados por la autoridad tienen como jefe de familia a una mujer—, los varones adultos conforman una mayoría del 55% dentro del registro de personas reportadas como desaparecidas o “no localizadas” por parte de la fiscalía estatal.
De acuerdo con listados de la FGEQ de julio actual, el número de hombres mayores reportados como desaparecidos es de 137, pero de estos, 45 (33%) ya fueron localizados o volvieron a casa por su pie.
Si bien no existe un dato que revele el número de hombres que han dejado (por distintas razones) el domicilio conyugal, sí hay un registro de 152 mil hogares queretanos (28%) que tienen como jefe de familia a una mujer. Ello consta en la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), misma que abarcó 533 mil hogares.
El número de viviendas queretanas bajo jefatura femenina creció en cuatro por ciento respecto al censo de 2010, cuando el porcentaje era de 24% y la suma de hogares de 450 mil.
La estadística del Inegi varía en los 18 municipios de la entidad, de modo que los domicilios con jefa mujer tienen en Jalpan de Serra su rango más alto, con 41.5 por ciento; seguido por Arroyo Seco (34.9), Landa de Matamoros (31.8), Pinal de Amoles (30.8), San Joaquín (29.9) y Santiago de Querétaro (29.6). Los ayuntamientos restantes muestran cifras que van del 29.5 (Tequisquiapan) al 22.4 (Colón).
Aún cuando las mujeres también suelen apartarse del seno familiar, los casos son mínimos: la encuesta del Inegi registró 1.2% de hogares en los que solamente el padre reside en la vivienda, así como 2.3% donde los hijos (entre 5 y 17 años de edad) viven solos.
Las carencias económicas de muchas mujeres a cargo de sus hogares tienen otra referencia estadística en los padrones de ciertos programas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), tales como Madres Trabajadoras y Seguro para Jefas de Familia; que en el país cubren a 6.7 millones de beneficiarias, y en el caso de Querétaro, a 132 mil 775.
Mary, costurera de una maquiladora del municipio de Amealco, tiene 26 años de edad, pero ya lleva siete convertida en jefa de familia, tras haber sido abandonada por el esposo, a quien conoció en la secundaria.
“Nunca tuvo carácter, no le gustaba estudiar ni quiso trabajar, no resultó alguien de confiar, me equivoqué con él, pero ya me divorcié”, cuenta a las afueras de su centro laboral.
Madre de dos pequeñitos, Mary también está a cargo de su mamá, sexagenaria que se mueve en silla de ruedas y quien hace dos décadas también fue olvidada por el esposo.
La joven madre dice que sus únicas ventajas económicas son contar con una vivienda propia y un empleo estable, aunque lamenta que su salario apenas ronde los 100 pesos diarios.
“Los fines de semana sacamos ropa para vender o también nos ayudamos con la costura, pero por aquí todas saben coser, entonces no sale mucho trabajo.”
Aurora, comerciante tequisquiapense de 60 años, residente de la población de Bordo Blanco, es otra jefa de familia que se precia de haber salido adelante pese a la ausencia del marido, quien la dejó, junto con cinco hijos, hace 17 años.
—Huy, me acuerdo que primero nos trajo con el Jesús en la boca, pensábamos que lo habían matado, luego creímos que se lo llevó una señora de esas. Pero ya con los años supimos por mi sobrino que lo habían visto en Estados Unidos con una nueva familia. ¿Cree que ni un telegrama nos mandó? Así le importaron sus hijos— dice la mujer, mientras prepara alimentos en una fondita de su propiedad.
—¿Cree que algún día vuelva o lo regresen de EU?
—No, ni lo mande Jesús, ya ni me acuerdo de su cara –responde con tono jocoso.
“Yo antes era muy triste; me decían mis niños: ríete, y ahora que ya están grandotes me dicen: simplona, porque me río hasta de las cosas malas”, cuenta Aurora.
“Fortalecer la autoestima es básico para cualquier persona, pero de gran importancia para las mujeres queretanas, que históricamente han enfrentado problemas de pobreza y de violencia familiar”, opina Mónica Mendoza, dirigente del organismo Mujer Libertad, AC.
“Cuando una mujer con baja autoestima es víctima del abandono de la pareja, aunado a la angustia económica, puede desarrollar problemas de sicosis, desesperación o, como ahora vemos, desatar tragedias”, añade Mendoza, entrevistada con motivo del caso suscitado recientemente en San Juan del Río, cuando una joven madre, presuntamente olvidada por su esposo, se quitó la vida junto con sus hijos.
“Desde niñas, a muchas mujeres les dijeron en sus casas que no servían para nada, fueron criadas en familias violentas o sufrieron agresión de sus padres y de sus esposos, lo que las hizo sentirse débiles. Así es como surgen problemas sicológicos que sólo se evitan o resuelven trabajando con la autoestima. Es un tema complejo, pero al que tenemos que entrarle como sociedad.”