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“Es una gran diferencia [la vida militar y la civil] porque aquí todo es puntualidad; no tienes que llegar tarde, a diferencia de la vida civil que le puedes decir al jefe que se te hizo tarde”, explica la cabo auxiliar en contabilidad, Rosa Aurora Estrada Villeda, originaria de la Sierra Gorda, quien desde hace cinco años se unió al Ejército Mexicano, dentro de una campaña de reclutamiento de mujeres en pro de la equidad de género, y quien junto con sus compañeros de tropa recibió ayer uniformes administrativos que antes sólo usaban generales, jefes y oficiales.
La ceremonia se lleva a cabo en la sede de la XVII Zona Militar, donde todo el personal de tropa luce sus nuevos uniformes, que de acuerdo al general de Brigada, Carlos César Gómez López, que generalmente eran usados por los mandos militares, y a partir de ayer, el Alto Mando hizo la distinción al personal de tropa, para que ellos también puedan usar ese uniforme en diferentes eventos y ceremonias.
Rosa Aurora, de 33 años de edad, porta su nuevo uniforme con distinción. Desde la gorra hasta los zapatos, porque está formado de camisa o camisola, gorra, pantalón, camiseta, cinturón y calzado, elaborado en la fábrica de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Narra que “hace cinco años hubo un reclutamiento por la equidad de género, reclutaron a más de 600 contadoras, entonces en ese proceso me presenté, traje toda mi documentación y causé alta. Soy contadora pública, estudié en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), pero en el Campus Jalpan”, al tiempo que apunta que no se le complicó adaptarse a la vida dentro de las fuerzas armadas.
Comenta que su familia no estaba muy de acuerdo con que ingresará al Ejército, pero sabían que sería en un sitio donde ejercería su profesión, por lo cual estaban contentos por con su nuevo logro. El desacuerdo venía del hecho de que toda su familia vive en la Sierra, y ella se vino a vivir sola a la capital.
Actualmente ya vive en la capital del estado con toda su familia, pues es madre de dos niñas, una de dos años y otra de siete, de quienes dice será su decisión abrazar la carrera de las armas.
Además considera que el Ejército es una buena institución, de las más reconocidas a nivel nacional, “es una muy buena alternativa”. Su esposo es civil y es licenciado en derecho.
Lo que más le sorprendió a Rosa Aurora, cuando ingresó al Ejército Mexicano, fue que usaría el uniforme, debido a que como personal administrativo pensaba que no usaría la tradicional vestimenta de los elementos de las fuerzas armadas.
Asimismo, recibió instrucción en el manejo de armas y defensa personal. “Todos los militares, cualquiera que sea la especialidad que van a tener dentro del Ejército tienen que pasar por un curso básico, en San Juan del Río, en La Llave. Son dos meses, en los cuales nos enseñan a usar arma, movimientos, arrastres”, apunta.
Precisa que le gustó disparar, a pesar de que pensaba que le daría miedo, aunque espera nunca tener que accionar un arma contra otra persona. Agrega que la única arma que le permiten usar es el fusil FX 05, pues las armas cortas son para las oficiales.
Destaca que por la especialización que tiene, en muchas ocasiones las envían a supervisar otras áreas dentro de la Región Militar, aunque a algunas de sus compañeras las han cambiado, por ejemplo, a la Ciudad de México.
Rosa Aurora actualmente se prepara para aprobar el examen y ascender a sargento segundo grado, prueba que hará en los primeros días de agosto.
Sargento de arma. Por su parte, el sargento segundo de arma blindada, Felipe Vertiz Jiménez, originario de Celaya, Guanajuato, porta con orgullo su nuevo uniforme del Ejército Mexicano que usará durante sus labores administrativas.
Con 18 de servicio en la fuerzas armadas, pues ingresó el 29 de octubre de 1999, dice que ingresó a la milicia por influencia familiar. “Mi papá fue militar, mi tío aún sigue en activo, y de ahí me nació la curiosidad y el gusto. Desde chiquito me inculcaron el amor a la patria, estar siempre bien parado en los honores, y dije ‘vamos a llevarlo a otro nivel, y decidí ingresar al Ejército’”, dice.
Sus actividades, como soldado de arma, es realizar servicio de arma, en caso de salir al apoyo de alguna autoridad civil, su función es el uso de armas.
Al ser sargento, explica, tiene a cargo un pelotón de arma blindada, el cual está integrado por soldados.
Precisa que para “no perder práctica”, cada año hacen un adiestramiento de corporación, “nos vamos un mes y medio a la plaza de Chihuahua, al Centro Nacional de Adiestramiento. Ahí nos capacitamos en dos funciones: en la seguridad interior, que en este caso es en apoyo a la función pública. El otro es defensa nacional, que es relacionado a misiones de defender la patria. El otro adiestramiento intensivo es el de derechos humanos, estamos 15 días en un adiestramiento intensivo en derechos humanos”.
Agrega que es primordial la capacitación en derechos humanos en tiempos en los que las fuerzas armadas están más en contacto con la población civil en ciertas regiones.
Felipe, de 33 años de edad, está casado y tiene un hijo, a quien respetará si decide abrazar la carrera de las armas cuando sea mayor.
Asevera que de no ser militar no sabe a qué otra cosa se dedicaría, pues desde niño tuvo la inquietud de pertenecer a las fuerzas armadas. Su padre lo apoyó en su decisión, pero también le daba la opción de estudiar una carrera; sin embargo, pero optó por servir a la patria.
A los jóvenes que quieran ingresar a las fuerzas armadas les recomendó hacerlo, considera que es una carrera de satisfacciones, para lo cual tienen una opción en las unidades y la otra en el sistema educativo militar, que califica de muy bueno. A él le consta, pues fue alumno de la Escuela Militar de Clases, que ahora se llama Escuela de Sargentos y se ubica en Puebla.
“Es algo que si no te gusta estudiar, tienes que estudiar, pues es primordial el estudio en el Ejército”, precisa, al tiempo que indica que las actividades inician desde las 5 de la mañana y terminan hasta las 6 de la tarde.
Felipe, luego de casi un año de instrucción, revela que le gustaría estudiar una licenciatura dentro del Ejército Mexicano, relacionada al área de la informática.