“Uno siempre debe estar pendiente cuando llueve”, afirma Celina Rodríguez, quien vive desde hace 25 años en la colonia Villas del Sol, a un costado del dren Cimatario. La mujer, originaria de Guadalajara, Jalisco, dice que su casa se ha inundado siete veces.
La calle Sierra de las Adjuntas corre a un lado del dren, cuyos muros han cedido ante las aguas durante lluvias torrenciales. La más reciente y severa en 2014, aunque el año pasado las precipitaciones ocasionaron que llegara a su nivel máximo, inundando tres viviendas en la colonia Casa Blanca.
En esta vialidad, la mayoría de las casas están vacías durante la mañana. La gente sale a trabajar. Son pocas los hogares donde hay personas. La calle luce transitada, a pesar del mal estado del asfalto en algunas zonas, pues las lluvias causan que se hagan baches en el mismo.
“Siempre está uno pendiente de las bardas, de los drenes. A mí se me llegó a meter [el agua]. Daños severos no. La parte de abajo estaba ocupada por muebles y cosas así. Mi casa está en a parte de arriba, pero el agua llegaba hasta el segundo escalón, mucho lodo. Todavía tiene uno ese temor. Anoche, me levanté varias veces para ver si no entraba el agua”, comenta.
En los muros de las casas destacan unos soportes metálicos, que se usan para colocar compuertas y evitar que el agua ingrese; el materia fue facilitado por las autoridades municipales, para evitar que el agua entre con más fuerza a las viviendas.
“Nos facilitaron esa compuerta para que no se nos metiera el agua, pero todavía sigue presentándose esta situación. No hay un dren como debe de ser, bien construido, bien estructurado”, comenta.
Apunta que el dren es un foco de infección, pues hay moscos, malos olores, jóvenes que usan el dren para consumir sustancias ilícitas, entre otras cosas que se presentan en el sitio. Incluso, se pueden apreciar algunas pintas en los muros cercanos.
A un costado del dren hay un pequeño parque con andadores, donde los habitantes pueden pasear o pasar un rato, pero luce vacío. Sólo un joven con un perro se ve en la calle.
Celina indica que la mayoría de las casas tienen una inclinación, que las hace estar un poco más abajo del nivel de la calle; por lo cual, cuando los tirantes de agua son significativos, el líquido encuentra camino al interior de domicilios.
Todos sus vecinos, dice, han sido afectados por las lluvias; principalmente en cuando a muebles, que se consideran pérdida total al mojarse.
Por fortuna, nunca se han presentado decesos de personas; aunque siempre ha habido momentos de estrés, pues hay muchas personas de la tercera edad que necesitan ayuda.
Pone como ejemplo el caso de su vecina, dueña de una papelería, quien tuvo múltiples pérdidas, pues el agua arrasó con su casa y, aunque tuvo el apoyo por parte de las autoridades, duda que haya sido del 100% de sus pérdidas, pues fueron cuantiosas.
Celina charla en la calle con su vecina, de nombre Carmen, quien asienta con la cabeza las afirmaciones que hace la primera mujer.
“Ojalá no siga pasando aquí, ojalá, porque antes aquí era campo minado, aquí había muchas costaleras. Después de eso se hicieron bichos y todo lo que venía acarreado. Ojalá que el municipio de verdad invierta, que se vea el dinero que generan los impuestos que estamos pagando, verdad”.
En la casa de Celina las pérdidas no han sido tan cuantiosas. La última severa, recuerda, fue aún cuando Roberto Loyola Vera era alcalde de la capital, quien cumplió con arreglarle la computadora portátil a su hija, pues el agua subió al nivel de la silla donde habían dejado el aparato.
“Al otro día [de las inundaciones] la calle parece tianguis, parece bazar. En los muros están las alfombras, los colchones, todo, la pérdida de toda la gente. Hace algunos años, a una vecina se metió el agua y cruzó toda su casa y se metió hasta la vivienda de la vecina de atrás. Ahorita [este año] no lo hemos visto, pero sí lo hemos padecido mucho”, refiere.
Dentro de las obras que se llevaron a cabo en los últimos años, señala la construcción de un puente peatonal, que aunque fue positivo, hizo que la sección de la colonia que está “pegada” a la avenida 5 de Febrero quedara aislada del resto.
“Ya era cuestión de que veíamos que empezaba a llover para hablar a Protección Civil y los vecinos nos uníamos para echarle la mano a los que estaban más afectados. Era lo que sucedía. Se arregló, he visto que arreglaron también las alcantarillas. De cierta manera, la construir el puente peatonal quedó más firme el muro, porque antes parecía que se estaba venciendo el puente vial”, precisa.
Recomendó a las autoridades hacer obras de fondo, que puedan prevenir incidentes en el futuro, pensando en que la ciudad crecerá aún más y las afectaciones por inundaciones podrían afectar a más personas.
“Confío en que el señor Marcos Aguilar y el gobernador Francisco Domínguez son inteligentes y ellos tienen la capacidad de mover gente y que tienen también personas que los pueden asesorar. Que de verdad inviertan y que valga la pena; que se invierta buen billete, pero que quede algo que vale la pena”, subraya.
Agrega que los pobladores se dan cuenta cuando las obras no están hechas con estándares de calidad elevados, pues con las primeras lluvias el pavimento se rompe y se hacen baches que, dice, más tardan en tapar que cuando ya están abiertos otra vez. “Que le echen conciencia [las autoridades] que vean las necesidades de las personas”, pide.
Por su parte, Ana Parga, otra vecina de Villas del Sol, explica que las casas junto al dren fueron las primeras que se construyeron y, de ahí, empezaron hacia abajo; como ya estaba el dren, los vecinos pensaron que las autoridades de entonces lo taparían.
Apunta que cuando se desborda se echan a perder los muebles y se pierden objetos, como documentos o fotografías, en el caso de éstas últimas, imposibles de reponer.
Recuerda que llegó a Villas del Sol en mayo de 1985 y, desde ese año a la fecha, los problemas de inundaciones son recurrentes.
Actualmente, el dren luce con poca agua y la que corre parece relativamente limpia. Hay un poco de hierba creciendo, sin que llegue a representar un obstáculo para que el líquido fluya sin contratiempos.
Sin embargo, apenas comienza la temporada de lluvias los vecinos de Villas del Sol se preparan, a pesar de las obras hechas en la zona para evitar posibles contingencias.
Mientras, Celina sale a la tienda y platica con sus vecinas; Ana sale a trabajar, ambas esperando que no caigan las “lluvias atípicas” que se presentan en la capital en esta temporada.