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En lo alto de una peña, familias de San Antonio de la Cal —en Tolimán— observan el final de la representación de la pasión y muerte de Jesucristo; es la conclusión de una larga caminata que inició con una procesión de más de tres horas a la que le siguió la escenificación que, desde hace 26 años, realiza el grupo teatral de la localidad. Al término, el grupo pide evitar los aplausos, al considerar que la muerte de Jesucristo en la cruz debe ser un momento de reflexión y no un espectáculo.
Las actividades del Viernes Santo reviven la mezcla de la tradición católica y las costumbres de esta zona otomí-chichimeca; durante esta semana se han realizado diversos rituales, en los que hay participación de las mayordomías y de los mayores, éstos últimos son personas o familias encargadas de diferentes trabajos que en suma logran una fiesta solemne durante toda la Semana Santa.
Al mediodía del viernes inicia la procesión del viacrucis; las imágenes religiosas son sacadas del templo y son cubiertas con mantos, como lo establece la religión católica en estos días santos; cada una de las imágenes lleva una comitiva que lleva incienso en un copal y que esparce gotas de amargura, una infusión de piloncillo y flores, durante todo el camino, además de velas y flores hechas de papel.
A la mitad del contingente los garrocheros —niños y jóvenes que cargan carrizos de más de tres metros adornados con listones— resguardan el paso de una cruz con espejos y una cara de Cristo, a la que precede un adorno hecho con flores y que es cargado por hombres.
Al final de la procesión, cuatro hombres con sombreros y velos rojos cargan la imagen de Jesucristo, adornada con hojas. Esta imagen es la que llevarán por todo el pueblo para recorrer las estaciones señaladas en la liturgia católica, desde la aprehensión de Jesús hasta la crucifixión.
Las estaciones son marcadas por unas pequeñas mesas cubiertas de un mantel blanco, donde los cargadores colocan la imagen de Cristo.
Durante el recorrido, dos mujeres son las encargadas de hacer los rezos y los cantos conforme avanzan; en esta procesión vuelven a aparecer Los Mechudos: un grupo de hombres vestidos de ne gro que usan máscaras que emulan la cara de un diablo con cuernos y una larga cabellera de color claro; el recorrido duró más de tres horas y terminó en el templo, en donde se vuelven a colocar las imágenes religiosas.
Representación.
Las celebraciones de Semana Santa son muy significativas para los habitantes de San Antonio de la Cal, por eso es que desde hace 26 años se suma la representación de pasajes bíblicos, en la que participan cerca de 70 personas de la comunidad, entre niños y adultos, quienes con recursos propios se encargan de esta escenificación que año con año reúne a los pobladores y a visitantes de otras localidades.
Este grupo inicia su representación desde el Jueves Santo con el pasaje de la última cena, los milagros de Jesús, el lavatorio de pies y la aprehensión de Jesucristo.
De acuerdo con Javier Castillo Irineo, uno de los organizadores, para el viacrucis —que inicia con la presentación de Jesús ante Poncio Pilatos— se necesita una organización de más de tres meses, tanto para la asignación de papeles y los ensayos como para la parte de preparación física.
Este grupo cultural se ciñe a la organización que hacen las mayordomías para la celebración de la Semana Santa, pues con la representación se busca fortalecer las costumbres y tradiciones de este lugar, así como integrar a las nuevas generaciones.
“Vamos de la mano, pero se marca una línea entre el grupo y los mayordomos, pero lo que al final se busca que se mantengan las tradiciones… lo que buscamos es seguir dejándole a las generaciones nuestra tradición que es nuestro legado y nos da la identidad para nuestro pueblo”, menciona.
El grupo cultural inició con una participación de 20 personas, pero conforme ha pasado el tiempo ha ido sumando más participantes, quienes ayudan a que sea más real la representación; todos hacen sus atuendos y cooperan para los gastos que se tengan. Desde el inicio de la representación solo se ha cancelado una vez.
Jesucristo.
La representación del viacrucis busca imprimir el mayor realismo, por ello es que se usa una corona de espinas real para el personaje de Jesucristo; hay momentos de golpes reales y el traslado de la cruz se hace con una estructura de madera bastante pesada.
Moisés Ramírez Sánchez representó por segundo año a Jesucristo. Padre de familia y de oficio albañil, este hombre de 36 años se ha preparado físicamente para poder cumplir con el papel y recibir los golpes de los soldados, así como cargar la cruz en el recorrido de más de medio kilómetro, que también implica escalar una peña.
Su participación es parte de una manda que hizo luego de que tuvo que someterse a una cirugía, por lo que en agradecimiento decidió tener el papel de Jesucristo.
Hace dos años que también dejó crecer su cabello para poder tener un aspecto más real y no usar peluca; con una estatura de 1.60 metros, este fiel creyente de la pasión y muerte de Cristo quiere que su experiencia siga fortaleciendo su fe y que pueda inculcar a sus tres hijas la importancia de mantener sus tradiciones.
“También hice cuatro años de Judas, y participé como Sacerdote, también como ladrón. Con el grupo tengo como unos 12 años… el interés que tenemos es mantener nuestras tradiciones, tenemos que darles seguimiento y darles una imagen a nuestros hijos para que sigan con nuestros rituales y nuestra identidad, eso es lo que todos pensamos aquí”, señala.
Para los habitantes de San Antonio de la Cal, la Semana Santa tiene un significado ceremonial, por ello es que el compromiso que todos asumen al participar en las actividades reside en mantener vivo el legado que heredaron de sus padres y sus abuelos, enaltecer el Valle Sagrado otomí-chichimeca y hacer que más personas conozcan su tradición para que la compartan y persista en el futuro.