Desde hace un año y medio se puede viajar desde Querétaro a Acapulco en menos de una hora. A través de la aerolínea regional TAR, se llega a una de las playas favoritas de México en sólo 50 minutos.
Las autoridades de ese destino turístico se han propuesto mostrarle al mundo que Acapulco es mucho más que playa y discotecas, sino también un sitio de aventura y recintos culturales; tal es el caso de la tirolesa Xtasea, que es la más larga del mundo, ubicada sobre el mar, además del Museo Fuerte de San Diego o la laguna de Tres Palos, donde sus habitantes han visto la transformación de su pueblo tranquilo y apacible, a un lugar exclusivo que es visitado por grandes figuras del espectáculo.
Uno de los atractivos turísticos que está ubicado a una hora del Puerto de Acapulco, y a sólo 15 minutos de la playa Barra Vieja, son las aguas cristalinas de la Laguna de Tres Palos, que pertenece al pueblo que lleva el mismo nombre. Ahí, Alberto Salas trabaja día y noche en su pequeña lancha motorizada, este vehículo acuático es desde hace muchos años su principal forma de empleo y sustento familiar, pues en su lancha se dedica a pasear turistas ,y también a pescar para llevar alimento a su esposa e hijos.
Alberto es uno de los habitantes que nació y creció en Tres Palos; recuerda que desde niño, en cuanto salía de la escuela, él y sus compañeros corrían a las orillas de la laguna para pescar camarones y después venderlos en paquetes que costaban 5 pesos. “Yo siempre digo orgulloso que nací, crecí y voy a morir a los pies de la laguna, mis padres llegaron aquí cuando ellos todavía eran muy jóvenes, pero yo y mi familia hemos pasado toda nuestra vida en este lugar. Hemos aprendido a atender a los turistas, porque eso es lo que nos da trabajo a todos, el turismo, es lo único que se hace aquí”.
Con orgullo cuenta que su padre se dedicaba a construir canoas; cortaba, lijaba y daba forma a la madera que después compraban los pescadores; por eso la primera lancha que Alberto manejó fue una de las construidas por su padre, aunque después compró una lancha más moderna, de las que ahora funcionan con motor.
“Uy, desde entonces mi lanchita me ha ayudado a mantener a mi familia, he dado recorridos en la laguna a artistas como Ana Gabriel, Cristian Castro, de esa gente famosa que viene a visitar la laguna, les gusta porque es un lugar muy discreto y tranquilo”, comparte el lanchero mientras se abre paso entre las olas.
En la Laguna de Tres Palos habitan gaviotas, cigüeñas, mapaches, truchas y cangrejos, un círculo de presa y depredador que da al cuerpo de agua un ambiente de impresionante tranquilidad. A donde quiera que se mire se encuentra vida; las cigüeñas y gaviotas agrupadas en rincones junto a los manglares revelan que en esos puntos se encuentran los peces más exquisitos, los mapaches escalan hasta las puntas de los árboles y los cangrejos escondidos entre las raíces se delatan con sus tonos rojos y naranjas.
A lo largo de toda la laguna, discretos restaurantes de mariscos esperan a los clientes, en general son pequeños recintos cubiertos muchas veces con hojas de palmeras y terrazas al aire libre, con sillas, mesas y hamacas dispuestas para el descanso y la relajación, sin más ruido que el de las gaviotas.
Pero además de la Laguna de Tres Palos o la playa Barra Vieja, donde se dice que el cantante Luis Miguel suele llegar de madrugada y poner a los empleados del hotel a trabajar, está el Museo Fuerte de San Diego, donde desde hace varios años el INAH trabaja en posicionar al sitio como uno de los atractivo turísticos de Acapulco.
Flanqueado por fuertes y ostentosos muros diseñados para la guerra, dicha construcción presume ser el único fuerte de México que jamás fue atacado por piratas o corsarios; a través de sus más de 10 salas se cuenta la historia del recinto que fungió como cuartel militar durante muchos años, después como escuela primaria, y finalmente como un recinto cultural destinado a preservar los momentos más importantes de Acapulco.
“Acapulco es como nuestro primer amor, para muchos es la primera playa que conocimos, y tenemos ese recuerdo de ver el mar por primera vez. Como museógrafo, puedo decir que desde el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se ha hecho un gran esfuerzo para posicionar la zona de museos y zonas históricas de Acapulco, es una gran tarea luchar contra esa idea de que Acapulco es una fiesta llena de playas y sol, aquí hay mucho más y creo que los turistas cada vez lo entienden un poco mejor, tenemos más visitas y nos enfocamos en los niños y jóvenes, que así como tienen el recuerdo de conocer el mar, recuerden por ejemplo El Fuerte de San Diego o cualquier otro museo”, comparte Víctor Hugo Jasso Ortiz, director del recinto.
Acapulco es un lugar que actualmente busca ganarse nuevamente la confianza de los turistas nacionales y extranjeros.
Cada día es una pelea para que los empresarios del ramo no desvíen su mirada del puerto, para que las empresas turísticas que hoy existen no pongan sus objetivos en otro punto.
También es una lucha de miles de familias que buscan en sus trabajos como vendedores de pescadillas, nieves de coco, paseos en la banana, parachutes y venta de cerveza, que los turistas sigan visitando este paradisiaco lugar.
Saben que la situación actual no ayuda mucho, pero confían en el amor incondicional que los turistas le tiene a Acapulco.
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