Desde hace cientos de años, la opinión de la mujer ha quedado fuera de las discusiones sobre la crianza de los hijos. Familiares, amigos, empresarios, incluso políticos, en cualquier periodo de la historia, han establecido que la maternidad es una función casi innata entre las mujeres, y por si fuera poco, han decidido, casi por unanimidad, cómo debe ser la crianza de los hijos, sin preguntarle a la madre o futura mamá lo que piensa al respecto.
En algún momento fue mal visto que las mujeres amamantaran a sus hijos, porque restaba privilegios a las mujeres de alta sociedad; después llevar al niño con una nodriza fue considerado un acto cruel y desalmado, entonces la mujer volvió a amamantar; ahora se discute si la mujer debe o no dejar de trabajar para hacerse cargo de la crianza, pero en todos estos años, la constante ha sido la ausencia de preguntas básicas y valiosas.
¿Quiere la mujer amamantar a su hijo? ¿Quiere estar todo el tiempo con su bebé? ¿Prefiere que alguien más cuide del niño o la niña? ¿Quiere tener hijos, en primer lugar?
La sicóloga Evelyn Constantino, miembro del Colegio de Psicólogos del Estado de Querétaro, considera que el instinto maternal no existe, por lo tanto, la maternidad es un deseo que puede no ser de todas las mujeres.
“Yo definiría, la maternidad como amor a la creación, y para la mayoría de las mujeres su creación más bella es tener un hijo, pero para otras es su trabajo, sus obras de arte. El instinto es un deseo, y todos deseamos cosas diferentes. Existe el deseo de ser madre, pero como deseo, no como instinto; de la misma forma en que hay mujeres que dicen ‘no tengo ese deseo, no me veo en eso”.
“Me parece que hay algo biológico y natural en toda esta discusión, los seres humanos se reproducen más que por un instinto de hacer, como una manera de preservar la humanidad, por eso cuando una mujer decide no embarazarse, no tener hijos, pareciera que es el fin del mundo, cuando no lo es. Nunca se preguntan qué hay de la madre, qué es lo que ella quiere; no se permite saber qué es lo que queremos como mujeres, si queremos ser madres nos dicen cómo debemos criar a nuestros hijos, si no queremos tener hijos nos convertimos en malvadas, egoístas, nos señalan. Decidir sobre nuestro propio cuerpo debería de ser el límite de lo social y lo político”.
Gabriela Guzmán Rodríguez es una mujer de 50 años que tuvo muy claro, desde su infancia, que jamás querría ser madre. “Siempre fui el bicho raro entre mis amigas y familiares, porque yo quería otras cosas; quería estudiar, trabajar, ser independiente, nunca pensaba en tener una familia o dedicarme a la crianza de los niños”.
Gaby, como la llaman sus amigos, estudió dos licenciaturas; primero Artes Gráficas, con especialidad en huecograbado y posteriormente estudió una licenciatura en Derecho; comparte orgullosa que desde que cumplió la mayoría de edad se independizó de su familia y salió de Querétaro para probar suerte en el ámbito laboral, vivió y trabajó en Coahuila, Jalisco y Monterrey.
Cada vez son más las mujeres, que como Gaby, deciden no tener hijos porque prefieren enfocarse en trabajar, viajar o estudiar; además, ahora existen redes que fomentan el empoderamiento femenino, sin embargo: ¿Cómo era tomar esa decisión hace 50 años?
Gabriela cuenta con orgullo que debido al trabajo extenuante de su madre como secretaria de tiempo completo, ella fue criada por su abuela materna, Lydia Rodríguez Gutierrez, quien siempre la enseñó a tomar decisiones por sí misma. Esos primeros años aprendiendo de su entorno familiar, la enseñaron a ser libre y no hacer lo que en ese momento era lo más común, estudiar, trabajar un par de años para después casarse y formar una familia.
“En mis tiempos tomar esa decisión era rarísimo, era la rara en todos lados, todas mis amigas se casaban, tenían hijos, me aceptaban pero no estaban de acuerdo con mis ideas, siempre trataban de hacerme cambiar de opinión, no había muchas como yo, todas querían tener hijos, una familia, etcétera”.
“Siempre he tenido claro lo que no me gusta, siempre he tenido mucha intuición, mi abuela me ayudó a eso, fui educada por ella que era una persona muy observadora, me enseñó a conocerme, a ser sincera conmigo”.
Gabriela hace un llamado a fomentar el respeto sobre la vida que cada mujer elige vivir, sean amas de casa o profesionistas, decidan o no tener hijos, “todas debemos respetarnos”, comenta.
“Creo que lo más importante es que entre nosotras mismas respetemos nuestras decisiones, respetemos a las mujeres que sí quieren tener hijos y formar una familia, y también respetemos a las que deciden no hacerlo; seamos aliadas y no enemigas”.