Marruecos es la gran puerta al continente africano, es un país islámico que muchos viajeros eligen por su diversidad abrumadora, ofrece cordilleras legendarias, ciudades ancestrales, desiertos infinitos, paisajes naturales e importantes manifestaciones culturales e históricas.
El norte de África está alfombrada de paisajes hermosos y artesanías inigualables, existen personas que hacen un largo viaje sólo por descubrir “la curtidora más famosa del mundo”: Chouwara. La plaza de los curtidores se encuentra en el corazón de Fez, una ciudad imperdible para conocer la máxima expresión de Marruecos. Esta antigua ciudad es la capital del islam y su gente es altamente conservadora. Perderse por los laberintos de sus mercados es obligatorio y caminar hasta la curtidora brinda una sensación real de estar en otro continente.
Chouwara es la más grande de las cuatro curtidurías tradicionales que continúan con vida en Fez. En ellas se preservan infinidad de fosas llenas de tintes naturales que componen un colorido paisaje, mientras los curtidores se encargan de la dura producción y coloración del cuero de cordero, buey, cabra y camello.
Las curtidurías se construyeron en el siglo XIII y desde entonces son el epicentro de una de las actividades artesanales de mayor peso para la actividad comercial de Marruecos.
Están situadas a las orillas del río Fez y desde la Edad Media se aprovechan los efectos limpiadores de la corriente que arrastra hasta las afueras de la ciudad todas las inmundicias y residuos de una de las industrias más íntimamente ligadas a la historia de Fez. Aquí se labró, por siglos, gran parte del prestigio comercial de la ciudad santa de Marruecos.
La curtidora de Chouwara es de las más antiguas en el mundo. De acuerdo con los propios artesanos que trabajan los cueros, esta curtidora sería “la más importante de todo el norte de África”.
Para admirar el trabajo de los curtidores se tiene que subir por las terrazas de las casas que rodean los pozos de Chouwara y para poder mitigar los olores de los químicos naturales que se utilizan para procesar las pieles hechas de guano de paloma y orina de vaca con ceniza. Se utilizan ramilletes de hierbabuena o menta, cubriendo bien la zona de la nariz para evitar náuseas.
Los trabajadores siguen antiguos métodos para curtir el cuero, se observan sumergidos hasta la cintura en las pozas moviendo el cuero, otros trabajadores hacen el proceso de extender las pieles para secarlas. Al lugar llegan burros, mulas y camionetas que llevan las pieles de los animales recién cortadas. Para la gente que habita en Fez esta actividad representa un importante ingreso económico.
Lo primero que hacen los curtidores es introducir las pieles en enormes cubetas llenas de cal y excrementos de paloma, donde se dejan en reposo durante días. Según la naturaleza de las pieles van desde un mes la piel de camello y una semana la piel de cabra.
Se remojan en una mezcla de agua, excrementos de paloma y orines de vaca y gracias a su alto contenido en potasio se logra el curtido. Este proceso convierte los cueros crudos en tejidos suaves y flexibles.
Luego de eso, se retiran los restos de pelo que están adheridos a la piel y se procede a la coloración de las piezas introduciéndose en grandes cubetas que tienen tintes naturales de diferentes colores.
Una vez que las pieles han cogido color y están secas, pasarán a manos de los artesanos que se ocupan de transformarlas en elaborados bolsos, maletas, zapatos y abrigos para la venta al público.
Las pieles más apreciadas por los artesanos marroquíes son las de dromedario y cabra, considerándose las de vaca y oveja como de calidades inferiores.
La zona está rodeada de tiendas. Los costos comienzan en 100 dirhams (1 dirham es igual a 0.09 euro; 1 euro, equivale a 10,9 dirham). Pequeñas piezas de este cuero artesanal corresponde a 10 euros (230 pesos mexicanos).
El sueldo neto mensual promedio para este difícil trabajo es de 3 mil 900 dirham. Aproximadamente, 75% de la población perciben un salario mensual inferior a 4 mil dirhams (366 euros, u 8,418 pesos mexicanos)
Ante los ojos de los turistas, se queda un recuerdo inolvidable de tinas de colores, una panorámica excepcional, tejados llenos de pieles, desgastados edificios color amarillo y el trabajo admirable y primitivo de decenas de hombres semidesnudos haciendo una actividad enérgica e incesante.
Marruecos es de la gente que soporta largas jornadas de trabajo con altas temperaturas. Este tipo de oficio es muy duro y no ha sufrido grandes cambios desde la Edad Media.