La familia sale con la fotografía del comandante Apolinar Camacho Martínez. Se ponen de acuerdo para partir a San Pedro Mártir. Dos adolescentes se abrazan y lloran, luego de la ceremonia en la que se rindió homenaje a Camacho Martínez y Daniel Alberto Herrera García, los, los dos policías estatales que perdieron la vida en un cateo en la comunidad de Ceja de Bravo, Huimilpan, el viernes en la madrugada.

Una zona del estacionamiento de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) se habilita para la ceremonia, donde se hacen presentes los oficiales estatales que acompañan a sus compañeros. Destacan los elementos del Grupo de Rescate y Operaciones Especiales de la dependencia del que formaban parte los elementos abatidos.

Bajo la carpa se acomodan los policías estatales, quienes llegan en silencio, algunos apagan el cigarrillo poco antes de llegar. Intercambian saludos con la cabeza, o en voz baja, apenas si cruzan palabras.

También se dan cita civiles, muchos son familiares de los policías compañeros de Camacho Martínez y Herrera García. Poco después de las 17:00 horas inicia la ceremonia. Ya se encuentran ahí las autoridades estatales y municipales. La lluvia amenaza con hacerse presente, el cielo está cubierto de nubes grises. Comienzan a caer gruesas gotas de lluvia, pero son apenas unas cuantas. De pronto, se abre un claro y la precipitación desaparece.

Los motores de seis motocicletas se escuchan. Son los elementos de la Policía estatal que escoltan las dos carrozas fúnebres, dos camionetas Suburban, una blanca y otra negra, que transportan los ataúdes de los dos oficiales.

Son bajados de las unidades y llevados al interior, donde todo está dispuesto para el homenaje. Cuando los policías llevan los ataúdes al interior de la SSC, algunos elementos no puede contener las lágrimas, aprietan la mandíbula, tragan saliva. No importa si son hombres o mujeres. Los sentimientos afloran, la tristeza se hace presente.

Detrás de los féretros van los familiares de los elementos caídos. Se acomodan atrás de las autoridades estatales, mientras que una decena de fotógrafos toman imágenes de los funcionarios presentes.

El comandante Ernesto Perrusquía Pérez habla a nombre de los policías. Su voz se quiebra desde el inicio. Hace un esfuerzo por contener las lágrimas y seguir con su discurso.

“Valoro, reconozco y admiro la hermandad, bondad y solidaridad que existe entre nuestras instituciones. Lamento profundamente que la razón que nos reúne el día de hoy sea para despedir a nuestros hermanos de lucha, de aventuras y alegrías, que con su coraje, valentía y compromiso nos enseñaron que cuando las cosas se ponen difíciles, sólo los mejores permanecen de pie”, dice ante los presentes.

Su discurso sigue, mientras hace esfuerzos por contener las lágrimas. El sentimiento se contagia entre los oficiales. Hombres y mujeres se esfuerzan para no llorar, para no romperse en ese momento.

Perrusquía Pérez agrega que es “es difícil para todos aceptar que Apolinar Camacho Martínez y Daniel Alberto García no estarán más con nosotros, pero de algo estoy seguro, que su trabajo, sacrificio y entrega no serán en vano. Nos exige el compromiso de seguir adelante y honrándolos como sabemos hacerlo: sirviendo a los demás”.

El discurso es breve. Dirige unas palabras a los deudos de los oficiales. A los compañeros policías los exhorta a seguir trabajando con rectitud, para honrar la memoria de sus compañeros caídos.

Luego habla el gobernador Francisco Domínguez Servién, quien exige que se aplique todo el peso de la ley contra los responsables del homicidio de los elementos.

Después se disparan salvas en homenaje a los caídos. Los representantes de los Poderes del estado son los primeros en hacer guardia de honor, luego los alcaldes y tras ellos, los oficiales compañeros de los policías.

Llaman la atención dos de los oficiales heridos. Una se mueve en muletas, recibió una herida en una pierna. El otro lleva el brazo inmovilizado. Eso no les impide rendir homenaje al comandante Camacho y a Herrera García.

Posteriormente se entregan las banderas mexicanas, con las cuales se cubrieron los ataúdes a los familiares de los oficiales y se da por terminada la ceremonia. Los féretros son retirados de la SSC.

Los sentimientos afloran en los elementos del Grupo de Rescate y Operaciones Especiales. Uno de ellos se recarga en una de sus compañeras y llora. Ella no aguanta más y también llora. Los dos elementos heridos el viernes también dejan salir las lágrimas.

Afuera de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, los deudos de los oficiales caídos se organizan para regresar a sus lugares de origen, donde velarán de manera privada a sus familiares. Mientras esperan, todos los sentimientos reprimidos durante la ceremonia afloran. Sólo unos cuantos hombres no lloran.

La mayoría de los familiares lloran, principalmente los más jóvenes, quienes más extrañarán a los policías que perdieron la vida en Ceja de Bravo.

Uno de los policías lesionados, el herido en el brazo, camina hacia el estacionamiento de la SSC. Lo acompaña una joven mujer con un niño en brazos. Los tres son afortunados.

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