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San José El Alto
Los internos del Cereso Varonil de San José El Alto, en Querétaro, se reúnen a primera hora de la mañana, en la capilla del lugar, para participar en el lavatorio de pies con el obispo de la Diócesis Querétaro Faustino Armendáriz Jiménez. Todos visten camisa blanca y pantalón de mezclilla, a excepción de 12 de ellos, quienes representan a los apóstoles de Jesús en la última cena.
Simón, Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, Santiago, Judas Tadeo y Judas Iscariote, todos usan túnicas largas de colores y están sentados al frente, junto al altar.
En el coro alto, más de 30 hombres entonan canciones sobre amor y hermandad, mientras que otros de sus compañeros entran a la iglesia junto con el obispo, sosteniendo cirios e incienso.
Los reclusos leen el salmo y las lecturas, se vive un ambiente de solemnidad y reflexión.
Los internos que representan a los apóstoles escuchan atentos los sermones, algunos muestran rostros serenos, otros leves sonrisas de timidez por las bromas silenciosas de sus compañeros. Cada cierto tiempo los actores primerizos alisan y acomodan sus trajes, todos quieren lucir impecables.
Una vez leído el evangelio, el obispo habla de la limpieza del alma y de la importancia de reflexionar sobre los pecados, en días de Semana Santa y de pascua. A cada uno de los internos les pide reflexionar sobre los errores cometidos en el pasado y mirar con esperanzas hacia el futuro.
“Busquemos la transformación de nuestras almas, cada a uno de ustedes tiene su historia, se cometieron tal vez errores en el pasado, pero veamos al futuro con esperanza, porque lo que Dios quiere es que tengamos un camino mejor cada día”, comenta el sacerdote.
Faustino Armendáriz no pierde la oportunidad de hablar de la inseguridad en la ciudad y de “las mentes que quieren acabar con la vida de un niño antes de nacer, que están a favor del aborto”.
Terminada la homilía, Faustino se quita de encima la casulla con bordes dorados, prepara junto con los monaguillos recipientes y una jarra de agua, el lavatorio de pies va a comenzar.
Iniciando por un extremo de la iglesia, el sacerdote se arrodilla ante los reclusos representando una escena ocurrida hace cientos de años, según la religión católica. El apóstol se quita las sandalias, Faustino toma sus pies entre las manos, los limpia con jabón y agua, los seca con una toalla blanca y al final les da un beso.
La escena se repite once veces más. Los reclusos esperan pacientes su turno, se miran entre ellos, algunos lucen tímidos cuando el sacerdote se postra a sus pies, otros cierran los ojos y rezan en silencio.
Más de uno levanta su túnica para el lavatorio de pies y deja ver algún tatuaje en el empeine, pantorrilla o tobillo, algunos son cruces, otros rosas o estrellas.
La recreación simbólica termina y el coro sigue cantando, Armendáriz Jiménez vuelve al altar, se lava las manos y prepara las ofrendas. Llega el momento de darse un saludo de paz, los compañeros del reclusorio no se conforman con un apretón de manos, por eso se abrazan e incluso se besan en las mejillas.
Al fondo de la iglesia, junto al retablo, un sacerdote espera en el confesionario; sin embargo, nadie se acerca. Llegado el momento de la comunión la gran mayoría de reclusos participa. La ceremonia religiosa termina con la exposición de una hostia consagrada, todos participan en un momento de adoración en el que terminan cantando y levantando las manos hacia el cielo.
Cuando termina la ceremonia religiosa, en medio de risas y chistes locales, los 12 internos del reclusorio que participaron como apóstoles abandonan el lugar seguidos de sus compañeros. Ya en el patio central se hacen las risas, todos toman una pieza de pan de las grandes canastas acomodadas afuera de la iglesia.
En el patio se montan escenarios desérticos, pues también se representará un viacrucis viviente.
En total, 230 personas privadas de la libertad participarán de las representaciones del viacrucis en cuatro centros penitenciarios del estado, de todas estas, la del Cereso Varonil San José El Alto será el más importante, pues participarán 150 reclusos.
Miguel Ángel Contreras Álvarez, comisionado Estatal del Sistema Penitenciario, indicó que este tipo de actividades ayudan a fortalecer los vínculos familiares y las actividades religiosas son parte de la convivencia que los internos solicitan para reunirse con su familia.