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Cientos de mujeres se toman de las manos. Se reúnen en calzada de Los Arcos para hacer una cadena humana contra la violencia de género, contra los femicidios en el país.
Levantan los brazos juntas, por las que están, por las que no están, por las que vendrán.
Poco a poco Los Arcos se llenan de mujeres vestidas de negro, algunas con pañuelos verdes en el cuello y en el rostro.
Un discreto operativo de seguridad se encarga de salvaguardar la integridad de los visitantes y de las mujeres que se manifiestan el sábado por la tarde.
Se organizan para recorrerse conforme llegan más chicas a sumarse a la movilización, una de las tantas que habrá este fin de semana, no sólo en Querétaro, sino en todo el país.
Ocupan nueve arcos. A su paso muchos automovilistas hacen patente su apoyo con el claxon de sus vehículos. Ellas casi no se distraen con las muestras de apoyo. Es su tarde, su manifestación, su protesta contra la violencia que viven a diario en la calle, en sus trabajos, en las escuelas, en sus hogares.
Las consignas contra el patriarcado salen en estos momentos. Las mujeres alzan la voz para que la sociedad calle y escuche.
La circulación en Los Arcos y avenida Circunvalación por momentos se hace lenta, pero no hay reclamos. El cansancio por la violencia es generalizado.
Sólo son mujeres. Los hombres permanecen a la distancia. Las mujeres lo advierten desde antes de iniciar la movilización. Reporteros y fotógrafos cubren a distancia, respetan el espacio. “Es su manifestación”, dice un reportero que está en la acera de el enfrente.
A través de una bocina se escuchan canciones con contenido feminista que son coreadas por las presentes, quienes a la par lanzan consignas contra la violencia.
Hacen énfasis en que esta lucha, su lucha, no tiene banderas políticas, no hay partidos políticos, son ellas acompañadas por ellas. Se cuidan entre ellas, y forman una fortaleza.
Una mujer dice que esta manifestación es para mostrar el hartazgo por la violencia feminicida en en el estado y el país. Que son mujeres de todas las edades y de todas las condiciones las que toman la calles, que toman la avenida más emblemática del estado y de la ciudad.
Mandan un mensaje para poner un alto. “La acción de hoy [sábado] es para llamar la atención en ese sentido y que vean que así como nos vieron hoy con nuestras manos unidas con nuestras niñas, con nuestros niños, así vamos a estar caminando”, dice la mujer.
Frente a la acera, la gente que espera el transporte público observa a las cientos de mujeres que se toman de los brazos. Algunos aprovechan para grabar un video y compartir en sus redes sociales después. Otras toman fotografías que también estarán en redes sociales.
Esto no termina el sábado en la tarde. Continuarán las manifestaciones el domingo para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, y el lunes tendrán un paro nacional sin mujeres para mostrarle a la sociedad lo imposible que es estar sin ellas.
La manifestación dura apenas 15 minutos. Luego se concentran en un punto, para informarse de las acciones que tomarán en los siguientes días.
Algunas comienzan la retirada. Otras se quedan en las inmediaciones para ver si continuarán con otras acciones.
Otras cuentan sus historias. Una joven cuenta que diario, cuando va a su trabajo, sufre acoso por parte de los hombres que se cruzan en su camino. No es la única. Ese tipo de historias son frecuentes y recurrentes entre las mujeres. Es parte de su realidad, del terror que viven a diario.
Otra mujer relata que su jefe no la quiere dejar sumarse a la iniciativa “Un día sin nosotras”. Que la amenazó y le gritó. Tiene miedo de perder su empleo. Le dicen que no tema, que ese día es para eso, para luchar contra esos misóginos, esos hombres que son violentos, que ignoran sus derechos.
Los contrastes están presentes. Las limusinas con las quinceañeras pasan por Los Arcos, como casi todos los fines de semana, cuando las chicas pasean sobre esos vehículos ataviadas con grandes vestidos, para “ser presentadas en sociedad”. “Dan ganas de bajarlas”, dice una mujer que indica que esa costumbre cosifica a las niñas, las sexualiza cuando son menores de edad, y las expone a un abuso sexual.
Un descanso para protestar. La movilización termina cuando aún hay luz de día. Poco a poco las mujeres se retiran. Se van acompañadas. Son pocas las que se van solas. Los tiempos no están para caminar en solitario.
Se ponen de acuerdo para verse el domingo, para salir nuevamente a las calles, para tomar nuevamente las calles en grupo, juntas, para sentirse seguras, y no temer al “halago caballeroso”, al “piropo con todo respeto”.
Todas han pasado por eso. Todas tienen una historia, una anécdota que las incómoda, que las hizo sentir mal, desde un acoso en la calle, hasta un jefe que las invita a salir para “crecer en la empresa”.
Por eso salen. Por eso marchan, por eso pararán el lunes, para que la sociedad, para que los acosadores, para que los hombres en general sean conscientes de lo que pasan las mujeres en su día a día. El fin de semana callamos todos y las escuchamos. Las escuchamos gritar ¡Ya basta!