Los trabajos en los escenarios de la representación de la Pasión de Cristo en La Cañada continúan. Una decena de hombres se dividen por turnos, de acuerdo al tiempo que tengan, para armar los palacios de Poncio Pilato y Herodes, a un costado de la iglesia de San Pedro, para recrear en la cabecera de El Marqués las calles de la Jerusalén de hace dos mil años.

Un grupo de hombres trabaja en los escenarios. Terminan de pintar el palacio de Poncio Pilato, el prefecto de la provincia romana de Judea, recibirá a Jesús de Nazaret, lo cuestionará, no encontrará culpa en él, lo mandará azotar y se lavará la manos por su muerte, a pesar de la insistencia de Claudia, su esposa, que le pide interceder por el carpintero que se dice hijo de Dios.

Las columnas son blancas, con detalles en color oro y una inscripción en latín en la parte superior.

Los hombres trabajan a marchas forzadas. Faltan tres días para la escenificación de la Pasión de Cristo en La Cañada. Todo deben de quedar terminado el miércoles, para que el jueves y viernes se lleven a cabo las representaciones.

Felipe Arredondo Cano, presidente del Grupo Tribunales de Jesús, encargados de llevar a cabo la representación de la Pasión de Cristo en la Cañada, dice que los trabajos en estas fechas consisten en terminar y armar los escenarios.

“Tenemos tres días para empezar con los días fuertes. Empezamos el domingo con Domingo de Ramos. Tenemos tres días para ensayos generales y plasmar bien los escenarios.

Esta vez se van a armar tres escenarios. Son los palacios de Herodes, Pilatos, y el Teatro del Pueblo lo vamos a aprovechar para llevar a cabo los concilios y la última cena. La aprehensión este año se llevará a cabo a las faldas del cerro del Bautisterio, a un costado del panteón municipal. El escenario es natural. Es un escenario que ya está hecho por la naturaleza”, señala.

Comenta que en la elaboración de los escenarios trabajan entre 50 y 60 personas. Algunos llegan en la mañana, otros en la tarde, cuando salen de trabajar y de acuerdo a sus ocupaciones, pues todos son voluntarios.

Explica que la elaboración de los escenarios comienza en julio y agosto del año previo a la representación. El trabajo al 100% inicia en enero, aunque en diciembre, en ocasiones, se adelantan trabajos. En ese tiempo se comienzan a restaurar las piezas que se pueden volver a usar y a diseñar lo que se ha planeado para el año de la celebración.

Felipe dice que de lleno en la organización de la representación de la Pasión lleva ocho años. Él también ha participado como actor, haciendo papeles de defensor de Jesús, así como de apóstol. Después se le invitó al comité.

Apunta que todos los personajes que le tocó representar le gustaron mucho. Agrega que a muchos de los partícipes de la historia no se les conoce bien, hasta que se estudia con mayor profundidad al personaje, pero todos son importantes en los acontecimientos de hace dos mil años.

Los hombres trabajan bajo el sol de mediodía. Detallan cuidadosamente los muros blancos del palacio de Pilato, que representa la sumisión ante los poderes políticos y a cobardía al no querer abogar por un inocente.

Dice que el Viernes Santo, cuando ve las reacciones de las personas que asisten a presenciar la representación, en la cual algunas lloran, es el momento cúspide de su trabajo. “Es cuando nos toca Dios, cuando ves el resultado de tu trabajo. Te hace el recordatorio que ahí está él, Dios. Porque es un caminar, de enero al momento de la representación, duro, de trabajos, de sufrimiento por el cansancio, y el viernes, cuando termina todo, te llega ese sentimiento que te saca las lágrimas, cuando te pasa todo por la mente. Pero te queda esa satisfacción”, subraya.

La representación ha cambiado mucho, dice. Antes los actores eran hombres mayores, con escenarios arcaicos. Hoy se ha “profesionalizado”. La escenografía es más elaborada, con materiales mucho más resistentes y con mucha participación de la comunidad de La Cañada.

Martín Olguín Hernández pinta rápidamente un muro del palacio de Pilatos. Originario de La Cañada, el hombre dice que ha participado por casi dos décadas en la representación de la Pasión.

Precisa que ha personificado a San Pedro. Otra ocasión le tocó ser Judas, aunque sólo para “suicidarse”, pues su amigo, quien tenía ese papel, se fracturó y él tuvo que hacer a última parte, cuando el traidor, arrepentido de su infamia decide acabar con su vida.

Para el próximo año, participará actuando, pues este año no tuvo tiempo para los ensayos, ya que se mudó a La Pradera.

Agrega que le gusta mucho participar en la representación de la Pasión, pues es una tradición muy bonita de La Cañada.

Mientras platica, Martín no deja de pintar. Tienen el tiempo encima para terminar con los escenarios y que los 30 mil espectadores que se esperan este año puedan ver una representación digna, a escasas 72 horas para que la Jerusalén de hace dos mil años vuelva a la vida en La Cañada.

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