Los semáforos se ponen en verde, pero ningún auto avanza, porque no hay vehículos circulando en las calles de la ciudad de Querétaro. La mañana del 25 de diciembre luce desierta, luego de que las familias queretanas celebraran la Navidad.
Pese a la poca circulación vehicular una capa de aire gris se observa sobre la capital, además de sutil olor a pólvora, de la pirotecnia quemada durante la noche y madrugada.
La noche del 24 de diciembre las familias queretanas se reunieron para celebrar la Nochebuena. En algunos lugares la fiesta se prolongó hasta la madrugada. Chicos y adultos estuvieron despiertos hasta altas horas de la noche. Unos esperando a Santa Claus, otros conviviendo en familia.
En consecuencia, en las primeras horas del 25 de diciembre había muy pocas personas se ven en las calles. Vialidades como Bernardo Quintana, 5 de Febrero, el Fray Junípero Serra, se lucen desiertas.
El 25, la mañana de Navidad nadie está disponible. En algunos casos son muy pocos los que están en la calle. Unos cuantos queretanos que deben trabajar, que se dedican a los servicios, que no importa qué fecha sea, ellos deben salir a atender a los paseantes, al final el conteo de personas activas son de unos cuantos.
Los templos católicos abren sus puertas a los fieles que acuden a la misa de Navidad. Un día antes, también estuvieron abiertos, recibiendo a los fieles que acudieron a la misa de Nochebuena, diferente a la del 25 de diciembre. Costumbre aún de mucho arraigo entre la devota sociedad queretana.
Luego de cumplir con los servicios religiosos, se dispusieron a cenar. Pavo, lomo o pierna al horno o adobados, pastas, ensalada de manzana, acompañados de vino tinto, blanco, tequila, cerveza o cualquier otra bebida espirituosa. No pudo faltar el ponche, con sus cañas, guayabas, tejocotes, manzana y tamarindo. Mezcla que nunca pasa de moda y que gusta por igual a chicos y grandes.
Presentes también, y para cerrar las posadas, la última de estas, donde los peregrinos llegan al pesebre donde habría de nacer el Hijo de Dios. Las velitas, luces de bengala, piñatas hicieron acto de presencia.
Arrullar al Niño Dios no se podía olvidar. Por lo regular se elige a dos niños para ese propósito. Tras lo cual se procede a cenar.
Tras ello, algunos deciden quemar pirotecnia, aunque por los riesgos que ello representa no sea lo más recomendable. Al final muchos deciden hacerlo. Al otro día la ciudad olerá a pólvora y tendrá una capa de smog que no se disipará hasta entrada la mañana.
A medio día la ciudad comienza a cobrar vida. La gente comienza a salir de sus casas. Es Navidad, muchos optan por no bañarse. Los ánimos no están para ello. Dolor de cabeza, ojos irritados, boca seca y malestar generalizado. Quienes se excedieron en el consumo de bebidas espirituosas son quienes más lo lamentan.
Buscan los locales donde vendan menudo, barbacoa, consomé, mariscos, acompañados de una cerveza, “asentar el estómago”, dicen. Para medio día esos establecimiento son socorridos.
Otros, lo más, prefieren quedarse en casa. Aguantar estoicamente la resaca y esperar el recalentado. No se puede quedar tanta comida. Las amas de casa, junto con algunos integrantes de la familia, comienzan el proceso de calentar los platillos de la cena de la noche previa.La familia se comienza a reunir, por lo regular en la casa de los abuelos, o del hermano mayor.
Los niños llegan con sus regalos dejados durante la noche por Santa Claus. Los electrónicos ocupan los espacios que antaño eran para las bicicletas, patines del diablo, carritos de plástico. Ahora las consolas de juegos, las tabletas, los drones, están en las listas de los niños. Mientras los chicos juegan, los adultos preparan la mesa para una de tradición que no es menos especial, como es el recalentado.
Los restaurantes poco a poco se llena de familias que deciden que es mejor comer en la calle, para que todos los integrantes de la familia tengan un descanso en Navidad y no haya quienes tengan que servir y luego lavar los trastes.
La ciudad conserva así un equilibrio, entre quienes llegan a Querétaro a pasar las fiestas decembrinas y quienes deciden salir, aunque siempre serán más los que llegan que quienes se van.