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No hay boleros, ni vendedores de globos, ni las clásicas enfermeras que por una módica suma le miden la presión a los transeúntes. Esas imágenes de la cotidianeidad queretana por ahora no pueden disfrutarse, pues los jardines y plazas del primer cuadro de la capital queretana fueron cerradas por las autoridades, con el propósito de evitar más contagios de Covid-19.
Las calles queretanas están semidesiertas. Los automovilistas que circulan por las calles lo hacen a una velocidad un poco más alta que de costumbre, aprovechando el poco tráfico.
En la calles las personas caminan solitarias. También lo hacen de manera apresurada. Por lo regular siempre llenas de gente, las añejas calles queretanas ahora están desoladas. Sobre Pino Suárez un hombre camina. Lleva cubrebocas y una bolsa de tela en una mano.
Sobre Guerrero un hombre en situación de calle se recuesta en el pórtico de una puerta. Dormita mientras abraza una bolsa de plástico. No hay nadie alrededor. Un vehículo pasa. El conductor lo observa y sigue de frente.
En la esquina de Juárez y Pino Suárez la plaza Constitución luce desolada. Las cintas amarillas colocadas por las autoridades durante la madrugada cercan el paso a ese espacio. En las bancas también hay cintas, para evitar que la gente pueda “brincar” el primer filtro y sentarse. El puesto de periódicos de la plaza está cerrado. No hay vendedores de ningún tipo. La escena es desoladora. Los pocos peatones miran admirados como los jardines y parques de la ciudad están cerrados.
El jardín Zenea presenta el mismo aspecto. No hay nadie. Los bancos de los boleros están en espera de clientes, de tiempos mejores, como hasta hace poco, cuando en un sábado cualquiera las familias paseaban por los pasillos. El Zenea tendrá que esperar para volver a ver por las noches a las parejas bailando.
Los artistas del jardín Guerrero tendrán que esperar también. Ese espacio también está cerrado con cintas amarillas.
Las personas en situación de calle que por lo regular reciben alimentos en la parte de atrás de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús tendrán que buscar otro sitio.
La Plaza de Armas también fue cerrada. El tradicional espacio con sus restaurantes Chucho El Roto y 1810, siempre concurridos el fin de semana con familias que acuden a desayunar, ahora permanecen en silencio.
No hay mujeres indígenas ofreciendo muñecas y carpetas bordadas con colores brillantes. El centro permanece en silencio, que es roto de vez en cuando por el motor de las patrullas de la Policía Municipal y estatal que hacen rondines. En centro de Querétaro está en silencio, a la expectativa de lo que pueda pasar las siguientes semanas.