Colocan sus tiendas de campaña en la Plaza Fundadores y en el atrio del templo de La Cruz. Son peregrinos que salieron de la Ciudad de México con rumbo a San Juan de los Lagos, Jalisco, y pasan por Querétaro. Su fe no los hace mover montañas. Ellos las suben, bajan y rodean.
Moisés Camacho González y Alberto Varela descansan en la Plaza Fundadores. Las tiendas de campaña se distribuyen estratégicamente en ese lugar y a un costado del templo de La Cruz.
Los vehículos de apoyo que viajan con los peregrinos están estacionados frente al templo. Llevan mantas que los identifican como integrantes de la peregrinación. Son diferentes grupos los que forman esta caminata, pero todos de la Ciudad de México. A lo largo del camino se les unen otros peregrinos de diferentes sitios.
En las tiendas muchos peregrinos aún descansan a mediodía. Ya llevan casi dos semanas de camino. Quieren descansar unas horas más. Otros descansan afuera de sus dormitorios móviles. Contemplan la ciudad y a sus habitantes, quienes los miran extrañados.
El sol comienza a calentar las calles. Algunas familias salen a pasear. Otras más hacen las compras para la semana, mientras los peregrinos descansan. Hoy por la mañana, muy temprano, siguieron su camino hacia su destino.
Un largo recorrido. Moisés, taxista de profesión en la Ciudad de México explica que salieron de la capital del país el 10 de enero del Zócalo capitalino, planeando llegar el 1 de febrero a San Juan de los Lagos. Comenta que en algunos sitios se quedan un día más. En Querétaro estarán hasta el domingo. Llegaron el viernes por la tarde. Descansan el sábado y la madrugada de hoy reanudaron su camino.
Son cuatro los lugares donde están más días. Uno es Querétaro, los otros son Silao, León y La Mesa.
Moisés explica que tiene 10 años de participar en la peregrinación con el grupo Ave María de la Ciudad de México, grupo que se formó hace 17 años. “Me invitaron antes de entrar a este grupo. Yo caminaba de León a San Juan. Soy de Guanajuato, de San Luis de la Paz, y unos familiares me invitaron. Nos íbamos a León y de ahí caminando.
“Una vez me llamó la atención con los que estaba, cómo entraba la peregrinación de la Ciudad de México, larga, larga, larga. Me decía: ‘un día me voy a venir de la Ciudad de México’. Llegó ese día y mire, ya llevo 10 años con este grupo desde la Ciudad de México”, explica.
La mayoría de las tiendas de campaña están aún cerradas. Luego de ocho días de peregrinar el cansancio es mucho, por lo que unas horas más de descanso no les caen mal.
Moisés ya está despierto. Camina por la plaza Fundadores, donde instalaron sus tiendas de campaña para descansar.
Indica que hay muchas experiencias que se viven en el camino. Les ha tocado lluvias, frío, buenas heladas, pues hay jornadas que comienzan a las cuatro de la mañana. También el calor que no se aguanta.
Alberto explica que su grupo está conformado por 50 peregrinos. En el camino se les unen más personas, por cuestiones de la vida diaria y las obligaciones como trabajo y escuela. Del grupo Ave María llegan a San Juan 200 personas. De otros grupos llegan miles.
Moisés comenta que el internet ha ayudado a la organización para informar el momento en que comenzará las peregrinación. Los dirigentes informan de las fechas en las que saldrán, para que quienes tengan que pedir permiso en sus trabajos lo hagan.
Indica que lo que es inamovible es la fecha de salida, que se lleva a cabo el 10 de enero, ya sea entre semana o fin de semana.
La preparación. Para la travesía los peregrinos se preparan con ropa caliente, calzado adecuado, y mucha fe para llegar hasta su destino.
Usan casas de campaña donde las pueden instalar, así como cobijas y bolsas para dormir.
Alberto explica que a la par de todo lo que llevan hay dos camionetas que les ayudan a llevar todas sus cosas. Asimismo, en todo el camino tienen apoyo por parte de la gente que vive a la largo de la ruta.
“Es gente que sin pensarlo te da la mano, te da de comer, pero es una labor de tiempo atrás. Inclusive la gente nos ve en el camino y se acerca con un refresco, con agua, una torta, una galleta”, apunta Alberto.
El peregrino explica que a pesar de que la inseguridad es un tema que preocupa y se ve todos los días en las noticias, nunca han sufrido un acto criminal a su paso por Guanajuato.
“Nunca hemos tenido problemas. Hemos oído de los disturbios. Incluso la misma gente que nos da de comer nos recomienda que no nos separemos, que vayamos juntos, y un poco más rápido para llegar a nuestro punto. Hasta le fecha no hemos tenido ningún problema. Vamos protegidos por Dios”, señala Alberto.
Sin embargo, comenta que hay personas en el camino que no ven de buena manera que caminen por el lugar. Hay quienes les avientan el carro, y les dicen que se vayan a trabajar, cuando no saben que todo el año trabajan muy duro para juntar para su viaje de fe.
Alberto narra que comenzó a peregrinar para dar gracias por los favores recibidos por Dios. Da las gracias porque le va bien en su trabajo de comerciante en el barrio de Tepito. Este año pedirá por la salud de su madre que pasa por un momento complicado.
Al final, la satisfacción de llegar luego de 23 días de camino no se compara con nada, dicen ambos hombres, quienes movidos por su fe caminan más de 500 kilómetros.